"Envejecer es igual que vivir, hay gente que lo hace bien y otros se atontan"
Tras 'Aprender a morir' y 'Atrapando la felicidad con redes pequeñas', Ignacio Berciano publica un nuevo libro para afrontar la vejez con dignidad. "Son sus últimos años; usted decide si los disfruta o los desperdicia", afirma este médico y escritor bilbaino
Bilbao. Una buena alimentación, actividad física y ejercicio mental; son las claves para superar los 80 años y seguir "enganchado" a la vida. Pero, sobre todo, Ignacio Berciano recomienda en su libro una actitud vital positiva. "La vejez y la enfermedad no son sinónimos. Y hay medicamentos para hacer frente a los achaques", defiende.
¿Es posible envejecer con dignidad?
En general, sí; también es verdad que hay que intentarlo. Quien tenga la mala suerte de tener una enfermedad, hará lo que pueda, pero las que se pueden prevenir, lo mínimo es intentarlo. No tiene que llegar a los 70 con diabetes; aprenda a comer, cuídese antes y haga ejercicio. Hay que intentarlo; la vida es un regalo para disfrutar.
¿No lo hacemos?
Envejecer es igual que vivir: hay gente que lo hace bien y gente que lo hace mal. Hay personas que se atontan con los años y personas que se mantienen en primera línea de fuego. ¿Quién no conoce a alguien que con 40 años se deja física o mentalmente?
Más de uno...
Merece la pena tomarse unas molestias y pensar que la vejez no es un mal sitio para estar, no es una mala época. Hay que cuidarse e intentar hacer las cosas lo mejor posible.
¿Cómo?
Hay claves en distintos ámbitos. Por ejemplo, la alimentación. Hoy en día están muy de moda la comida anti-envejecimiento, con radicales libres y antioxidantes: un zumo de naranja por la mañana, un limón aliñando las ensaladas, macedonia de postre, ácidos grasos del pescado, betacarotenos de zanahoria o tomate...
¿Van a impedir que envejezca?
No se trata de volverse loco preocupándose de qué comer, sino saber que existen algunos alimentos que te pueden ayudar. Otra de las claves es el ejercicio físico.
¿Correr una maratón con 80 años?
Tendrá que ser adecuado a la edad de cada uno, a sus gustos y posibilidades, pero hay que hacerlo siempre. Merece la pena. Otra cosa que la gente no tiene tanto en cuenta es que hay que hacer ejercicio mental.
¿Cómo se hace?
Una de las cosas que más detiene el deterioro cognitivo y cerebral es el estudio; no estoy diciendo que te jubiles y estudies notarías, sino tener interés por aprender algún idioma, por ejemplo. Un estudio dice que las personas bilingües sufren menos deterioro cerebral. Al que le guste, que estudie; el que no, que, por lo menos juegue a las cartas o al ajedrez, haga crucigramas o sopas de letras... Hay que tener la cabeza en funcionamiento.
¿Estudiar un idioma a esa edad?
Me da muchísima rabia cuando alguien dice ¿cómo voy a poner a estudiar idiomas o a viajar a mis años? No podrá viajar si tiene un problema físico o de dinero, pero no por sus años. O la de en mis tiempos yo hacía... Sus años son estos y ahora, es hoy; en su mano está decidir qué hace con ellos. Son sus últimos años; usted decide si los disfruta o los desperdicia.
Hace falta mucho optimismo.
Hay que tener una cierta filosofía vital orientada al optimismo. Puedes tener 80 años y pensar que no le queda nada o querer aprovechar los años que le quedan y disfrutar. Siempre utilizo la misma alegoría: los primeros tragos de una botella de vino que compartes con los amigos te gustan mucho, porque estás a gusto, pero los últimos también hay que aprovecharlos, no son desdeñables. Ese tiempo que le queda puede quedarse delante del televisor o salir a ver mundo.
En su libro habla incluso de sexo. ¡Con 80 años!
Sí, ¿por qué no? El sexo no tiene una edad. Hay una medicación, valorable con su médico, que ayudar. Es otro ámbito para disfrutar.
La alimentación está muy bien, el deporte también... Pero los años pesan con la edad.
La vejez no es enfermedad, no son sinónimos. Tendrá los músculos más blandos, los huesos menos duros... Irá perdiendo funcionalidad pero eso no significa que esté enfermo. Tendrá que adaptar el ejercicio a tu estado físico pero, si le gusta esquiar, ¿por qué dejar de hacerlo?
Hace falta tener fuerzas para ello.
El problema es la pérdida de funcionalidad; te ves más torpe, te duelen los huesos, la cabeza... Pero hay medicación y rehabilitación para sobrellevarlos. Personalmente, de la vejez no me asustan los años ni las arrugas, sino un problema de salud que me impida hacer lo que me gusta. Pero no es por los años, sino un problema de salud.
Sí, pero con la edad empiezan a salir achaques por todos los sitios.
El problema es empezar a dejarte cuando eres más joven, a acumular sobrepeso, colesterol, hipertensión... Se tiene que dar cuenta de que la vida es un regalo que está para disfrutarlo; cuanto más se cuide, mejor va a estar y más va a poder hacerlo. Además, hoy en día hay medicación para estar fenomenal pese a los achaques.
Pero tan malo será lo primero como pretender ganar una maratón con 80 años...
Todo esto tiene que estar tamizado por la inteligencia; hay que aceptar las limitaciones y adaptar su actividad a su estado físico. Aunque haya corrido toda la vida, no puede pretender hacer el mismo tiempo que cuando tenía 20 años.
¿Ha cambiado mucho la forma de enfrentarse a la vejez?
Muchísimo y en pocos años; no es raro ver a gente de 70 años patinando o esquiando. Antes con 50 años eras una persona madura, que ya no se metía en cosas nuevas, con una vida consolidada. Y la forma en que la propia persona se ve de mayor: antes, con 80 años, no se movían de casa y seguían una vida muy pasiva. Ahora salen y siguen haciendo cosas; ves un crucero que llega a Getxo y está lleno de gente mayor. Ha cambiado muchísimo y va a cambiar más.
Una de las cosas que más temen los mayores es terminar en una residencia.
Una residencia no me parece algo malo; me parece malo una mala residencia. Hay residencias que están fenomenal, con buenos cuidados...
¿Una opción como otra cualquiera?
No; una opción mejor que cualquiera. Mejor, por ejemplo, que vivir con los hijos y estar solo en casa hasta que llegan después de trabajar diez horas. Hay que desterrar esa imagen de asilos de la época de Dickens.
El entorno familiar, ¿hasta qué punto influye?
Mucho; lo ideal es tener ese entorno de cariño. Pero hay que evitar la hiperprotección en la que, algunas veces, caen los hijos. Hay mayores que ni siquiera se preocupan de su medicación, como se la dan sus hijos... Contrólelo usted, porque le va a hacer ejercitar la cabeza.
La sociedad cada vez mira más hacia ellos: viajes Adineko, clases de deporte específicas...
Está bien que promocionen cualquier cosa para ellos y que les ayuden, pero no que les conviertan en un gueto aislado. Cuando tenga 80 años no me gustaría ir en un crucero de jubilados; me gustaría que me ayudaran para poder viajar pero no que me arrinconen.
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