Leioa

EN los años cuarenta el afilador iba de pueblo en pueblo sobre una bicicleta que pesaba ¡40 kilos! El niño que en la década de los cincuenta o sesenta tenía una bici "era el capitán general del barrio". "Antes, la bicicleta era una forma de vida", destaca Aitor Alonso Arenaza, que tiene una colección de 40 bicicletas antiguas. Una parte de estas reliquias, en concreto 25 unidades, las ha expuesto en Kultur Leioa. Quienes lo deseen pueden dar un paseo por el pasado hasta el próximo 20 de mayo.

"El objetivo de esta exposición es dar a conocer este medio de transporte a los jóvenes de hoy en día; enseñar cómo en aquellos años no había el parque móvil de coches y motos que actualmente existe y cómo las personas utilizaban la bicicleta como medio de transporte, y lo que es más importante, como herramienta de trabajo. Desde el cartero hasta el afilador pasando por el carnicero o pescadero, o simplemente para ir a la fábrica que estaba situada a 10 o 15 kilómetros de su casa, pedaleando por aquellos caminos porque entonces las carreteras como las conocemos ahora no existían; eran caminos de barro y piedras", explica Alonso.

La bici más antigua que hay expuesta es de la década de los cuarenta, como la del afilador, a la que la vista se dirige casi sin querer porque su grandeza atrapa con sus colores de antaño, un marrón que transporta al pasado. A su lado, está la que tiene motor mosquito, de los años cincuenta. Otra joya con la que la mente se transporta a la etapa en blanco y negro, a la dura vida posterior a la Guerra Civil. Además, hay bicis de niños y también de niñas, con colores más vivos: rojo, verde... Son unas de las preferidas del dueño de la colección. "Para mí, todas las bicis que tengo son especiales pero las infantiles me fascinan. En aquella época el niño que podía tener una bici era la envidia de todos, era el capitán general del barrio", comenta el responsable, santurtziarra de nacimiento y afincado en Balmaseda.

Hay de caballero, de paseo, la primera BH plegable... y hay de las distintas empresas vascas que entonces se dedicaban a la construcción de bicis. Hay marcas tan conocidas como BH (Beistegui Hermanos), Orbea, GAC (Garate, Anitua y Cía.), Abelux y otras no tan famosas como Mentor, Fénix, Iberia, Invicta, Ciclos Cil.

Y es que este pelotón que se encuentra en la amplia sala que Kultur Leioa ha ofrecido es un homenaje a esa industria bicicletera vasca, pero sobre todo a la que lideró Eibar. "Allá por 1923 fabricaron su primera bicicleta y lo compaginaban con la fabricación de armas, que era de lo que vivía el pueblo eibarrés. Después de la Guerra Civil la industria armamentística cayó en un pozo porque no hacía falta hacer armas, pero es aquí cuando los eibarreses supieron aprovechar esas máquinas que tenían en sus talleres para hacer, en vez de cañones para escopetas, tubos para la fabricación de cuadros de bicicletas. Y convertir gatillos y piezas pequeñas en puentes de frenos y demás piezas de las bicicletas", resume Aitor Alonso.

'Traspaso de poderes' La pasión por las bicis le viene a este santur-tziarra de familia. Fue su tío el que hace 25 años comenzó a formar su pequeña colección. "Se dedicaba a las antigüedades y una vez consiguió una bici. Le gustó y empezó a recopilar más", indica Aitor. "Hace tres años cogí yo el testigo", añade. Y ya son unas 40 unidades las que ha reunido. Antes de que empezara a mostrárselas al público -ha realizado exposiciones en Basauri y Portugalete antes que en Leioa- las guardaba todas en una nave que tiene cerca de Medina de Pomar. Esa zona la recorrió bien Aitor en busca de bicicletas antiguas para seguir las pedaladas de su tío. "Hay gente que te las regalaba para que le quitaras del medio esa chatarra", asegura. Pero después, las cosas se han ido complicando y ya no se dan así como así, hay que pagar por ellas. Luego está internet, un lugar ideal para adquirir sus tesoros. Todas las bicicletas son originales y si necesitan ser restauradas y cambiarles algo, Aitor intenta que las piezas sean de la épica y no ponerles de una marca diferente.