BILBAO. Ha pasado 17 años como apoderado del PP en las Juntas Generales, 16 de ellos como portavoz. "Toda una vida", afirma Carlos Olazábal, que no esconde que le tembló la voz en diciembre, cuando se despidió de sus compañeros en la Casa de Juntas de Gernika. Campechano en las distancias cortas, azote del Gobierno foral desde la tarima política, Olazábal es un firme defensor de la foralidad, "la esencia de nuestra singularidad".
Se le vio emocionado al despedirse de su último pleno en Gernika.
Sí, todos tenemos nuestro corazoncito. Son 17 años, toda una vida.
Y el balance es...
Positivo. Aunque ha habido momentos malos, ligados a la violencia terrorista, nos tenemos que quedar con lo positivo. Hay un amplio sector que quiere trabajar por los ciudadanos. Todos hemos madurado como Gobierno y como oposición.
¿En qué sentido?
Al principio estábamos más encerrados en nuestros cotos. La pluralidad, el no haber llegado a grandes mayorías políticas, nos lleva a buscar puntos de encuentro y consensos. Como el que han alcanzado, por primera vez, a nivel presupuestario.
Se puede trabajar más, pero globalmente la Diputación presentaba un presupuesto coherente. En estos momentos de mucha dificultad necesitamos apoyarnos para sacar, entre todos, los temas adelante.
Un apoyo, ¿porque el presupuesto es diferente o por esa nueva etapa?
Por los dos motivos. El PNV empezó a tomar decisiones de ajuste de gasto. ¿Que eso cumple plenamente nuestra visión? No. Pero está en el buen camino, las circunstancias son extraordinarias y lo importante es ayudar. Ya discutiremos el día a día.
¿Cómo se ha llegado a ese punto?
Queriendo. No es mérito de uno o demérito de otro, sino que todos hemos puesto de nuestra parte para buscar soluciones. Todos hemos sabido superar posiciones anteriores.
¿Está entonando un 'mea culpa'?
No. Le pongo un ejemplo: los peajes, que ha sido uno de los grandes debates. Nos podíamos todos haber encerrado en nuestra posición. Sin embargo, el Gobierno foral pidió ayuda y nosotros, cuando vimos que tenía una intención real de llegar a acuerdos, no nos encasquillamos en un yo tengo razón. Hemos buscado un punto de equilibrio que sea beneficioso para los ciudadanos, dé viabilidad a un servicio público y sea solvente para Bizkaia. Las dos partes nos hemos tragado nuestra soberbia y eso crea climas de confianza.
Pero ha tenido fuertes encontronazos, como los peajes o Zabalgarbi.
Zabalgarbi fue un gran encontronazo desde el punto de vista de trabajo, pero también un gran acuerdo.
Que también los han tenido.
Todos los debates, incluso los que son a cara de perro, aportan y ayudan. A veces es ingrato ser oposición, pero hace una labor positiva si actúa con lealtad. Que yo tenga razón me da mucha satisfacción, pero igual no resuelve el problema. La cuestión es cómo conseguimos solucionar los problemas, cómo transigimos en lo accesorio y mantenemos los criterios fundamentales. Hay que llegar a acuerdos. Y se lo dice el que algunos llamaban el látigo del PNV...
Juan Mari Ollora, según dicen.
He mantenido mis principios, pero lo accesorio no puede ser un problema para llegar a consensos.
Llegó a las Juntas Generales en 1994.
Yo estaba en el comité del partido, pero tenía mi dedicación profesional. No soy una persona con ambición política, pero cuando mataron a Gregorio Ordóñez, entendía que tenía que dar un paso adelante. Tenía que compatibilizarlo con mi trabajo porque, aunque resulte extraño, durante muchos años yo no he cobrado de las Juntas Generales. Además, soy muy vizcaino. Para mí es una institución importante y entrañable.
También la gran desconocida.
Si existe una institución política en España que forme parte de la historia son las diputaciones forales, que han ido adaptándose. La base de nuestra conciencia colectiva como vizcainos está en la foralidad y eso se representa en las Juntas.
¿Qué le parece que se cuestionen?
Nadie duda de que tenemos que construir la comunidad autónoma y la unión de todos los vascos. Las diputaciones, de sus competencias históricas, han cedido al Gobierno vasco la Policía, la Educación, el fomento... Y no se nos ocurre decir que era nuestro. Que cada cual defienda su ámbito no es incompatible con esa nueva sociedad vasca.
Pero se plantea su eficacia.
Puedo ser el primero en meter el dedo en el ojo, pero es injusto hablar de las diputaciones como ineficaces. Lo han sido durante 700 años.
Deja una cámara con las cuatro grandes fuerzas políticas presentes.
Ese submundo de Herri Batasuna y compañía son los causantes de todas las desgracias que ha sufrido este país. Hoy quieren olvidar su pasado, pero pueblo a pueblo, ellos han sido los que han destruido este país. Hoy, empujados por las circunstancias, dicen que quieren ver la luz.
¿No es un signo de normalización política?
Puede ser. ¿Conveniente para la sociedad vasca? no.
Pero ha recibido su apoyo.
Lo que demuestra es que 40 años de terrorismo han creado un caldo de cultivo y una parte de la sociedad no democrática. ¿Que es una realidad? Por supuesto. ¿Que nos gusta? Nada. ¿Que puede evolucionar positivamente? Dios lo quiera. La normalización política se hace día a día. Es muy fácil ser demócrata en el gobierno, lo difícil es serlo en la oposición, seguir creyendo en la institución y en la legitimidad de la mayoría cuando no te aprueban nada.
Va al Parlamento Vasco. La posibilidad de elecciones anticipadas está encima de la mesa.
Aunque no sea un forofo de Patxi López ni de su política, crear inestabilidad institucional en los tiempos que corren no es conveniente.
Está en sus manos.
No es nuestro gobierno, pero globalmente está cumpliendo los objetivos que se planteaba. No creo que vaya haber elecciones anticipadas en 2012, salvo que ocurra algo rarísimo.
¿Qué espera de Mariano Rajoy?
Tiene ante sí la situación más difícil de la economía española de los últimos cincuenta años. Pero confío en la potencialidad que tiene España y en la gente que forma el Gobierno.
Por de pronto, parece que nos quedamos sin puentes.
Puede, y quizá nos quedemos sin muchas cosas, pero lo importante s que los chavales tengan un futuro.
Su nombre suena como futuro delegado del Gobierno en Euskadi.
En los periódicos, sí. Pero es una decisión que corresponde a un ámbito que no es el mío.
¿Qué hay de cierto?
Es un cargo de confianza del Ministerio de la Presidencia, que Sáez de Santamaría configurará como estime conveniente.
Si se le cita, será por algo.
Si me nombrase, asumiré mi responsabilidad. Y, si no, no pasa nada; lo haré como parlamentario vasco.
¿Se lo han propuesto?
Esto no se propone, te designan.
¿Le apetece?
Me pagan los contribuyentes y, donde me corresponda, cumpliré con mis obligaciones y mis deberes.