La transformación de un símbolo
Andra Mari ha pasado de ser lugar de culto a alzarse como zona de esparcimiento
mungia
HOY es un punto de encuentro social y cultural para los mungiarras, pero esta antigua iglesia ha pasado por muchas fases desde que se construyera como templo. Ya en el siglo XII hay constancia de la existencia de Andra Mari. Ubicada tras la iglesia de San Pedro, que es la que hoy funciona en la localidad, Andra Mari fue testigo directo de las luchas entre los habitantes del pueblo y los Butrón.
Estuvo durante muchos años en muy malas condiciones, hasta que fue reconstruida en el siglo XVIII. Dirigió la obra José de Zaylorda, que curiosamente ostentaba profesiones tan dispares como la de músico, alquimista, astrólogo o teólogo, pero en ningún caso arquitecto. Así, de la mano de Zaylorda se llevó a cabo la acometida en la estructura, que fue renovada y ampliada en 1848.
Llegó la Guerra Civil y sus mil y un estragos. En 1937 un bombardeo que asoló Mungia acabó derrumbando la vecina iglesia de San Pedro, de manera que desde ese año y hasta 1944, la de Andra Mari fue la única parroquia en Mungia. Así pues, este templo fue lugar de culto hasta 1945 y en su interior se impartían las clases de catequesis a los niños de la localidad. En el año 1952 Andra Mari acogió la escuela parroquial de trabajo.
Allá por la década de los 70 u 80, el por entonces cura de Mungia, Don José María Arregi, pretendió hacer un centro social en esta vieja iglesia, un proyecto que no logró prosperar, al parecer, por negativa del vecindario.
Las castigadas paredes de la iglesia estaban en mal estado a pesar de la reforma experimentada en el siglo XIX, y ante esta situación, en 1980 el Ayuntamiento decidió derribar el edificio.
Después, la localidad recuperó los restos antiguos de la iglesia que aún se conservaban, unos muros de apenas metro y medio de alto así como la fachada de sillería y la parte trasera, y las rehabilitó formando un parque, un espacio abierto ubicado en el centro del pueblo, junto a Matxin plaza y Foruen plaza. Ante las posibilidades que ofrecía este espacio, el Consistorio lo cubrió mediante una sólida carpa que permitió la celebración de algunos eventos. Pero fue en 2009 cuando se levantó la cubierta de metal y cristal que imitaba las arcadas originales del templo. Fue así como Andra Mari reafirmó su nueva idiosincrasia de punto de encuentro para los vecinos de la localidad.
Ahora, el nuevo cerramiento apuntala la importancia de esta infraestructura; un equipamiento que, año tras año, siglo tras siglo, se ha ido reinventando, resurgiendo de sus cenizas para seguir al servicio de los mungiarras.