oyen la música y caen presos de un calambre, de un arrebato del que les nacen alas en los pies. El baile, la inmortal danza que ya se practicaba a cielo abierto -antes, incluso, de que llegase la Edad de las Cavernas...-, despierta la misma pasión que entonces. Acompaña al hombre en los momentos más felices de su vida y le despide (acuérdense de las danzas fúnebres...) con un nosequé feliz. Solo en el dolor extremo, en el filo de la navaja, uno deja de bailar. Desde la danza de los dragones al baile de San Vito, pasando por un baile de números su presencia en el lenguaje coloquial invita a pensar que eso de mover el esqueleto es algo consustancial al ser humano.

Bien pudiera preguntarle a Inés Uriarte e Iñigo Fidalgo, quienes mantienen en pie, ya desde el año 2000, la Dantza Eskola Inés e Íñigo, una hermosa academia donde uno mata el estrés y se recubre de armonía al compás de la música. No es fácil prolongar la vida de un negocio por encima de una década pero ya no habrá quien les quite lo bailado a esta pareja que hacen de la pasión un oficio.

Tanto corazón han puesto en el proyecto que se les ha empequeñecido y necesitaban una ampliación. ¿Ha subido la demanda...? puede que sí; cualquier ejercicio facilita la relajación de la mente. Y no olviden que cuando el gato de la crisis no está, los ratones de la calle bailan. En la academia ampliada se aprenden los elegantes bailes de salón, y el sensual tango argentino; la kizomba, el rítmico pilates y el trepidante hip-hop. También uno se hace cisne o águila con danza clásica o se vuelve volcán con la capoeira y hay hueco para danza contemporánea, las sevillanas y teatro de vodevil. Todo un mundo sobre el parqué.

La fiesta con la que se celebró la ganancia de metros cuadrados y espacios para evadirse estuvo animada por la música de Xabier Aburruzaga, José y Eloy Urréjola, Gonzalo del Bosque y Álvaro García, contó con la presencia del padrino del local, Paco Hernando, Jone Goirizelaia, Celina Pereda, la coreógrafa Begoña Krego, la actriz Loli Astoreka, quien tanto tiene que ver en la creación y superviviencia del local, construido a base de sueños, Cristina Gómez, Begoña Lazkano, Leire Fidalgo, Miren González Soto, Eva Vallejo, Eguski Zubia, Zuri Bolaños, Christina Lindegaard, Mari Luz Díaz, Iñaki Zuazo, Ioar Fernández, Vicky Mujika, Miren González, la txistulari Itziar Cortina, el dantzari Mikel Albizu, y Avelino Dacal entre otros amantes de ese trajín de manos y pies que se mueven a los dictados del corazón o de los sentimientos que despierta la música. Todos ellos disfrutaron de una tarde de altos vuelos.

En las nuevas salas, tapizadas de espejos cono mandan los cánones, se movieron con gracia, además de los citados, Eguski Zubia, Iñaki García, Manolo González Bizuete, María Jesús Landeta, Begoña Moreno, Itziar Serrano, Asier Larrea, Eduardo Lamas, la actriz Nati Ortiz de Zárate, Carmen Larrínaga, el cineasta Pedro Barea, Joseba Larrinaga, Ainhoa Garnika y así hasta completar un hermoso cuadro de baile de invitados que disfrutraron del encuentro y de las extensiones de un local que duerme, digámoslo para los no avisados, en la cuarta planta del número 3 de la calle Nerbioi, en el fondo de cajón de un callejón donde se respira el arte por las cuatro paredes.