Bilbao. Uno de los restos magalíticos más importantes de Euskal Herria vuelve a erigirse señorial en las campas del Gorbeia. Después del arduo trabajo del Departamento de Agricultura de la Diputación Foral de Bizkaia, el conocido como menhir de Kurtzegan, en Orozko, ha vuelto al mismo lugar donde siglos y siglos atrás lo levantaron nuestros antepasados.
"Queremos dar la importancia que se merece a uno de los restos que quedan de la actividad prehistórica del hombre en el macizo del Gorbeia. Es, además, uno de los más altos, con 5,40 metros, que se conocen en Euskal Herria", explicaban a DEIA fuentes forales el pasado mes de mayo, cuando este periódico adelantó los trabajos del departamento.
La estructura restaurada consta de tres grandes piezas, ortostatos de arenisca albiense, "que corresponden a una misma pieza imponente de gran envergadura y que, con los avatares del tiempo, han ido desplomándose y quedando en el suelo", apuntan desde la Diputación.
Dos de los bloques pertenecen a una misma pieza de 5,40 metros; a ellos habría que sumar un tercer bloque que presenta una estratificación diferente y que podría haber servido de calzo o elemento de sujeción, teniendo en cuenta el gran volumen del menhir, de siete toneladas.
Los trabajos han estado dirigidos por el arqueólogo Juan Carlos López Quintana. Asimismo, el equipo de expertos ha procedido a la catalogación del tótem que hasta ahora no estaba clasificado. Además, en los estudios se han realizado 12 sondeos estratigráficos en el collado, pero las conclusiones no son definitivas, ya que deberán completarse en posteriores procesos de investigación. Al parecer, y según indican desde la Diputación, la ausencia de un suelo bien desarrollado no ha facilitado la conservación de pruebas arqueológicas, como sí ha ocurrido con otros mehires.