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Las raíces que se agarran a la tierra

Las raíces que se agarran a la tierra

Son las siete largas de la tarde, una hora semejante a aquella otra, en el lejano 26 de abril de 1937, en que el que callaron las sirenas y brotaron los llantos y juramentos, mientras la aviación alemana se aleja y decenas de columnas de humo alzan sus brazos al cielo. Son las siete largas de la tarde y el corazón de la sala de Juntas de Gernika bombea con fuerza. Los cincuenta hombres y mujeres que regirán el destino de Bizkaia (falta Janire Galarraga, juntera del PSE...) escuchan la voz de la presidenta de las Juntas Generales, Ana Madariaga, anunciando el nombramiento de José Luis Bilbao como diputado general de Bizkaia. Casi al tiempo, la sala noble rompe en aplausos y Zuriñe Gaintza salta como un resorte para fundirse en un abrazo con el hombre que le ha vencido. Han sido horas de intenso debate, de intercambio de palabras e ideas; horas de fajarse con la palabra, un arma mortal contra la intransigencia, que ahora, ¡por fin! se relajan.

En ese día y a esa hora, las raíces se agarran a la tierra. No en vano, José Luis Bilbao, escoltado por dos maceros y los hombres y mujeres que han compuesto la mesa, desde Koldo Mediavilla (inmenso a la hora de acercarle la urna a Ana Madariaga para que votase y comenzase el recuento...) hasta Jon Andoni Atutxa, pasando por Carlos Olazabal y Begoña Gil, salió al exterior con la makila en la mano -durante el resto del día, la propia Ana no se deshizo de ella. "No me fío ni de mi sombra", le dijo al propio Olazabal...- para rendir honores al Árbol de Gernika como si la hombre y la naturaleza se hermanasen en el rito de la tradición.

De regreso al interior, con los junteros semiextenuados -las jornadas de investidura ralentizan el galope del reloj...-, entró en escena el grupo de dantza Beti Jai Alai de Basurto, dirigido por Jon Pertika.

Jon Gaminde, Vicky Hurtado, Iraide Pascual, Alazne Zabala, Ruben Morante, Aintza Calderón e Iker Ruiz interpretaron un aurresku de honor fabuloso, "toda una virguería", al decir del rector de la UPV/EHU, Iñaki Goirizelaia, maestro en estas artes. En uno de los retablos, los mujeres dantzaris ofrecieron dos claveles, blanco y rojo, a Ana y Jose Luis. El de este último, tendido sobre su pupitre, funcionaba a la metáfora: anunciaba una nueva primavera para el renovado diputados general. Era un broche de oro a una jornada histórica que desembocó en el restaurante Boroa, donde Ander Unda y su equipole puso sabor al intenso día con un relajado cóctel de celebraciones, donde Aitor Bilbao exihibió sus buenas artes en la magia.

El día madrugó a las ocho de la mañana, entre un vaivén de preparativos. El propio José Luis Bilbao entró en escena a la voz de un egun on que retumbó en la sala de vidrieras de la Casa de Juntas de Gernika. Allí, tras el cristal de una vitrina, la guitarra de Jose María Iparraguirre, el bardo vasco, reposa junto a la partitura de Gernikako Arbola, el zortziko compuesto por el genio de Urretxu con música de Juan María Blas de Altuna y Mascarua, concertista de órgano y primer organista de la basílica de Lekeitio y estrenado en el Café de San Luis de Madrid en 1853. Cuentan las crónicas que el éxito fue mayúsculo y que aquella melodía se convirtió pronto en un himno que alcanzó, como el rayo, el corazón de los vascos. Al parecer, el propio Iparraguirre lo cantó en dos establecimientos de la Plaza Nueva: La Pastelería y el Café de la Iberia mientras la concurrencia lo coreaba con entusiasmo. La guitarra no está sola. En ese mismo espacio hay boletas huecas de plata usadas en las votaciones de las Juntas, bastones de mando del siglo XVIII y una escribanía de plata de la misma época; hay chuzos o varas de autoridad, la cruz presente en los juramentos de cargos del Gobierno del Señorío de Bizkaia o la propia vidriera, con el árbol de Gernika rodeado por los monumentos más representativos de las distintas localidades de Bizkaia. Un trajín de junteros cruzarán a lo largo del día entre tantos tesoros casi sin reparar en ellos: forman el paisaje suyo de cada día.

Las palabras grandes y el fuego cruzado de los mensajes marcaron la mañana. Por ella desfilaron todos los junteros -ellos disculparán que no cite a todos, por razones de espacio...-, mientras el aforo fue poblándose a medida que se acercaba la hora del desenlace. Para entonces ya se habían presenciado algunas escenas. Loly de Juan, por ejemplo, se enfrascaba en una larga conversación con Nerea Llanos, mientras Josune Ariztondo intercambiaba pareceres con Jon Sánchez. Extramuros, dos orillas hacían lo propio: el alcalde de Getxo, Imanol Landa, y el de Portugalete, Mikel Torres, hablaron largo y tendido. Patxi Sierra-Sesumaga cosechaba abrazos en sus despedida... Eran algunos de los elegidos para el gobierno de Bizkaia desde uno u otro lado.

Aceleró la sesión por la tarde y el poco a poco la bancada de invitados empequeñecía. En ella siguieron de cerca lo sucedido la mujer de José Luis Bilbao, Blanca Beramendi, (le estampó un sonoro beso tras el guiño cómplice que lanzado por el hombre elegido, que estampaba abrazos a diestro y siniestro...)y sus hijos Iñaki, Mikel y Aitor; el presidente del BBB, Andoni Ortuzar, Xabier Sagredo, Izaskun Artetxe, Anton Taramona; quien fuera, en su día, diputado general, José Alberto Pradera; Iosu Madariaga, Itziar Garamendi, Manu Castilla, Belén Greaves; el alcalde de Gernika, José María Gorroño; Iñigo Pombo, Aitor Bilbao, Andoni Etxebarria, Mari Carmen Alonso, Andoni Rekagorri, Jon Etxebarria, Mikel Agirre, Juan Carlos Agirre, Fernando Izagirre, Gabino Martínez de Arenaza; el director de DEIA, Iñigo Camino; Gonzalo Garmendia, Idoia Madariaga, Joseba Escribano, Gloria Martín, Ander Olabarria, Javier Aranguren, Iñigo Zelaieta, Gotzon Lobera, Koldo Uriarte, José María Iriondo, Martin Urrutia, y así hasta poblar el escenario reservado para los espectadores. Desde los cielos de la sala de Juntas siguieron los últimos acordes de esta sinfonía, de la gestación de una intensa sesión de investidura del nuevo diputado general. Ahora quedan cuatro años por delante para lograr que la concordia vivida en el rus final del día se traslade a la escena pública. Fue, insisto, un día a dos luces: la del debate político, tenso como cuerda de guitarra, y la de los candiles de media tarde, donde se intercamibaron saludos corteses y buenos deseos para esta nueva singladura que desde ya comienza. José Luis Bilbao ha prometido trabajo y esfuerzo, intensidad y todo el corazón posible para que Bizkaia se convierta en la punta de lanza del futuro, un lugar donde vivir sea una delicia.