Un vehículo de transmisión de sentimientos que debe provocar alegría y libertad. Así concibe Xaber Gaztelu el papel de la música en los oficios religiosos. El párroco de Sodupe lleva a rajatabla esa máxima. Ha restaurado el órgano de la iglesia de San Vicente -de 150 años de antigüedad- y ha dado un toque de modernidad a las comuniones que se celebran por estas fechas. La canción Resurrección, de Amaral, ha sonado en las voces del coro parroquial por elección de los jóvenes.

Pero su afición a la música va más allá. También compone. Por la banda sonora del documental Aguas portuarias, refugio de vida acaba de recibir el segundo premio Barandilla de plata del Certamen Internacional de Cine Submarino. "El mérito es de todos", elogia con modestia. Bajo su batuta, un coro de Meatzaldea grabó una adaptación de la Salve Marinera de la zarzuela El molinero, de Subiza Oudrid, con Patxi Galarraga al piano. Los arreglos introducidos por Xaber Gaztelu le han dado un matiz adecuado a la temática del documental, "inspirado en el sonido del mar, que parece que nos abrazara". Ahora trabaja en una versión adaptada al euskera que "suena aún mejor que la original", y lo presentarán en el Museo Marítimo de Bilbao.

A sus 75 años, la vitalidad del sacerdote nacido en Lezama no tiene límites. No le importa trasnochar porque de madrugada halla la inspiración para crear. Según dice, "es el mejor momento para encontrarse con uno mismo y, además, el silencio es el único amigo que jamás te traiciona".

En la casa en la que nació el silencio no abundaba precisamente. "Como en la familia eran todos muy cantarines, terminé contagiándome de ese gusto por la música", recuerda. En su juventud compaginó el aprendizaje de piano con la dirección de un coro en Lezama durante las vacaciones de verano. Completó su formación con el título de autor y compositor -es miembro de la SGAE- y la licenciatura en canto gregoriano obtenida cuando empezaba su andadura eclesiástica en el seminario de Gasteiz. "Los monjes del monasterio catalán de Montserrat iban a enseñarnos. ¡Escucharles era una maravilla!", destaca sobre aquella época.

Revelación musical

Líder de ventas en 1975

En 1975 se puso al frente de la agrupación coral Gure Ametsa de Alonsotegi y con ellos alcanzó el primer puesto de ventas en el Euskal Hit Parade con un tema que fue muy tarareado en Euskadi. "Era una versión de la canción Mammy Blue de los Pop-Tops. Después, vinieron a escucharla y les gustó cómo nos había quedado", rememora. Un año más tarde, participaron en el concurso internacional de habaneras celebrado en Torrevieja, Alicante. Consiguieron una medalla de bronce que Xaber Gaztelu depositó encima del piano que siempre le acompaña.

Entonces sus pasos se dirigieron a Mea-tzaldea. También allí inculcó su afición a la música a un grupo de jóvenes. Con ellos se embarcó en la aventura de poner ritmo al documental de temática marina por el que ahora les han reconocido. Hace seis años, la diócesis de Bilbao le comunicó su traslado a Enkarterri. Su nuevo hogar sería la parroquia de San Vicente de Sodupe, en Güeñes. Pero no dejó de lado su labor en Meatzaldea. "El Obispado estuvo de acuerdo en que compaginara las tareas pastorales con el coro", se alegra.

De todas formas, ha traído consigo las melodías que salen del txistu, el piano, el órgano y hasta la cítara. Son todos los instrumentos que domina y que le gusta tocar con regularidad. Confiesa, por ejemplo, que un rato en la soledad de la iglesia deleitándose con la música del centenario órgano fabricado en París no tiene precio. "En ese entorno tan bonito encajan los autores clásicos. Me encantan Bach, Haendel y Mozart, que tienen más fuerza", según opina.

A raíz de la adaptación al euskera de la banda sonora de Aguas portuarias, refugio de vida -que se grabará el próximo viernes en la iglesia de La Arboleda- ha redescubierto a los cantautores euskaldunes. Benito Lertxundi, Mikel Laboa y Xabier Lete son su debilidad. Y ya piensa en un nuevo proyecto discográfico: recopilar el cancionero popular de los municipios costeros de Euskadi, desde Gipuzkoa hasta el límite con Cantabria. "Hay verdaderas joyas, como una habanera cantada por Iparragirre", desvela.

Pero no descuida la atención a los feligreses de Sodupe. Porque "el sacerdocio no se limita a oficiar misa, sino que hay que estar a pie de calle". Para sobrellevar una agenda tan apretada, recurre al deporte. "La actividad física amortigua los golpes de la vida", sostiene. Todos los días nada "el equivalente a un kilómetro" y procura salir a correr. Siempre queda la noche para dar vida a nuevas partituras.