Han alzado la voz donde se ruega silencio, en uno de los más grandes escenarios posibles: la Capilla Sixtina de Miguel Ángel. En verdad el coro de la Academia Filarmónica Romana de la basílica de San Pedro del Vaticano ha cantado en los más variopintos rincones del planeta. Decir que lo han hecho como los ángeles sería otorgarles un don que se presume al mirar su procedencia. Hay, eso sí, una exigencia máxima, corroborada al escuchar a su director, el navarro Pablo Colino, canónigo y maestro emérito de música de la basílica de San Pedro del Vaticano, cuando dice, como lo ha hecho en alguna ocasión, que "la música de las liturgias de hoy está llena de aficionadillos de dos reales".

De estas y otras historias se habló ayer en la Sociedad Bilbaina, donde se vivió una tarde espiritual. Llegó apresurado y con sofocón a la cita Miguel Ángel Rodríguez, secretario del obispo de Bilbao, Mario Iceta, anunciando a los presentes el retraso de monseñor, atrapado en un cristo de tráfico, dicho sea aprovechando el paso de la paloma. Fue el único momento de agitación de una tarde donde se vivió, como preámbulo, la emotiva donación de una talla de la Virgen de Begoña peregrina, cincelada por el imaginero cordobés, Enrique Ruiz Flores, que también ha realizado para la Hermandad de Begoña otras dos piezas maestras de la imaginería: el Cristo de la Humildad y la Virgen de la Caridad. El miembro del Senado de La Bilbaina (lo preside Antonio Irastorza y tiene el aire de los senados griegos, donde la sabiduría de la vejez era una virtud...), Luis Arbulu, explicó sus razones para hacer semejante regalo y aprovechó, de paso, para pedirle a la Virgen "ayuda para la crisis y unos añitos más" para su cuerpo. Lo hizo ante la mirada de Ennio Antonelli, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, prersente en Bilbao con ocasión de las jornadas organizadas por la Asociación Católica de Propagandistas que se celebran en el Palacio Euskalduna.

Monseñor Antonelli bendijo la imagen no sin antes bromear sobre su tez morena. "He estado un tiempo en Bogotá", dijo en presencia de Juan Goiria, presidente de la Academía de Ciencias Médicas, Fernando Manrique, los miembros de la Hermandad de Begoña, Javier Diago, Javier Goitia, María Jesús Fernández-Añón (asistieron, emocionados, al recuerdo de Joseba Rodríguez, quien falleció hace unas semanas...), el Hermano Mayor de la Hermandad de Begoña, José Andrés Etxebarria; Luis Garrido, Juan Mari Gómez de Mariaca, Manu Suárez, José Luis Cazorla, Lourdes Zabala, Santiago Iriarte, el procurador Leopoldo Sánchez Gil, Rocío Avancini, Begoña Cerro, Esperanza Pardo, María Jesús Tamayo, Marisol Gómez, Isabel Odriozola, Mercedes Ortega, Teresa Muiños, Gabriel Maura, Ángel Casas, Mercedes Núñez, Carmen Pescador, Ana Larrauri, Enrique Ibáñez, el presidente de la Cámara británica en Bilbao, Javier Bikarregi y un buen número de asistentes que vivieron una tarde de emociones encontradas en los salones de la Sociedad.

Tampoco se perdieron la cita, redondeada con una cena de gala, Juan Ignacio Pedrosa, Cristina Martínez, Jaime Urgell, Hilario Santamaría, José María Bartau y un sinfín de melómanos que disfrutaron de un concierto ilustrado por el pianista Alessio Pochiarotti y el tenor Thomas Ehiem y en el que se deplegó un variado programa de mano, desde Il concerto nel Pollaio o La Constanza de Mozart, al Goiko Mendian del maestro Jesús Guridi o, pásmense, la bilbainada Ené, qué risas hisemos. Todo ello para darle al reloj de la tarde cuerda y ponerle al día una hermosa banda sonora.