Uno de los capítulos más curiosos de la historia reciente de Galdakao está protagonizado, paradójicamente, por los habitantes de un municipio localizado a 800 kilómetros de distancia. Se llama Valencia de las Torres y cuenta con el mismo número de vecinos que naturales de ese pueblo extremeño viven en Galdakao. Este fue el motivo por el que ambas localidades decidieron hermanarse en 1998 y que ahora ha llevado al director Israel Sánchez Prieto a crear un documental sobre los lazos que unen a ambos municipios.
Cuenta la historia que en los años cincuenta y sesenta más de 1.000 vecinos de Valencia de las Torres emigraron a Galdakao en busca de un empleo en la creciente industria local. Instigados por las pocas oportunidades laborales que entonces ofrecía el campo, la gran mayoría de ellos se afincaron en Usansolo donde entraron a trabajar en la fábrica de La Josefina, perteneciente a la multinacional de neumáticos Firestone, hoy Bridgestone Hispania. Allí se encargaron de producir tejidos militares en una primera etapa, para continuar elaborando material para ruedas, unos años después.
Además de trabajar, la vida de estos nuevos galdakaotarras discurría de manera muy diferente a la que habían dejado atrás. No en vano, a falta de pisos en Galdakao, convivían en habitaciones alquiladas en los caseríos que entonces conformaban el municipio. En estas viviendas convivían con familia que, en la mayoría de los casos, solo sabían hablar euskera, un idioma para ellos del todo desconocido.
No obstante, las barreras con las que se encontraron poco a poco fueron cayendo y lograron hacerse un hueco en el entramado social del municipio. No en vano, el extremeño es el único centro dedicado a otra comunidad autónoma que perdura en Galdakao.
Fue en esta activa casa donde se cultivó el embrión de un posible hermanamiento entre las localidades. Esta idea, llegó al entonces alcalde, Fernando Landa, a través de un concejal de la corporación natural del municipio de Badajoz, Ernesto Rodríguez. Una vez aprobado en pleno, los lazos tendidos entre ambas localidades acabaron de unirse con la visita del dirigente local a aquellas tierras.
Según cuenta Landa, el recibimiento en la localidad extremeña "fue apoteósico". En él no faltaron una misa extremeña y el desfile de los santos propios de la zona, que siguieron a la actuación del grupo de danzas de Usansolo, Oinarin Dantza Taldea, también invitado a un evento que llenaron de sonidos de txistu y trikitixa. A pesar del calor "sofocante", la fiesta en la que participaron todos los vecinos del municipio se alargó hasta bien entrada la madrugada a la que recibieron desayunando chocolate con churros.
"El alcalde de allí era majísimo. Se llamaba Domingo González y era emigrado a Alemania, donde consiguió algo de dinero para volver a su tierra y hacerse pastor", recuerda Landa, quien tras su visita, pudo comprobar que Galdakao está compuesto por un tercio de naturales del municipio, otro tercio de nacidos en otros puntos de Bizkaia y un último tercio integrado por los llegados desde otras comunidades autónomas. "Tienen suerte, pueden disfrutar de dos patrias y de dos pueblos", concluye el exregidor.