muskiz. Nadie pone en cuestión que la enseñanza sea una tarea que exige de un gran esfuerzo y una continuada dedicación por parte de alumnos y profesores. Claro, que la cosa se complica si al propio proceso educativo se le añade la dificultad de carecer de los más elementales medios materiales, incluida una clase con cuatro paredes y un tejado, donde llevar a cabo este aprendizaje. Algo que han podido conocer de cerca durante varios días los alumnos del Centro de Formación Somorrostro que han dedicado la Semana Norte Sur que organiza anualmente la ONG Bultzapen, para acercarse en todos los sentidos a la realidad de la vida en los campos de refugiados. Allí la precariedad es la norma en todos los órdenes, incluido también el educativo.
"En colaboración con la ONG Alboan, decidimos que este año nos acercaríamos a la realidad de la educación en los campos de refugiados y ya en el centro decidimos dar un paso más e instalar una jaima, la tienda de campaña usada por los pueblos nómadas o del desierto, para dar las clases", explicó Miren Ruiz, coordinadora de Bultzapen, la ONG del centro muskiztarra impulsora de la propuesta que "ha supuesto una pequeña revolución entre los alumnos", valora.
en primera persona Una actividad complementaria a las propuestas de sensibilización de la campaña en la que han participado otras serie de movimientos solidarios con los refugiados como la CEAR y que se vio reforzada por la experiencia de varios alumnos del centro que han pasado parte de sus vidas en uno de estos campos de refugiados. "Esta presencia de dos alumnos palestinos y uno saharaui que han vivido hasta los 15 años en campos de refugiados nos proporcionó la posibilidad de aportar una visión de las clases en un campo mucho más cercano a la realidad, ya que, al principio lo planteamos pensando a la europea y tuvimos que empezar a quitar cosas", señaló Miren Ruiz, quien reconocía sin ambages que ello ponía de manifiesto la "escasa empatía" con el verdadero rostro de un centro educativo para refugiados.
"Los eléctricos, con toda su buena intención quisieron ponernos una bombilla, algo que no hay en las aulas lo que, por ejemplo, motivó que las clases tuvieran que empezar a las 9.00 horas, cuando hay luz natural y terminar mucho antes que lo habitual", rememoró Ruiz.
Hasta 1.200 alumnos recibieron educación teórica por espacio de una hora, "porque sin electricidad no puedes montar ningún taller". Una experiencia que a pesar del frío y del viento -que llegó a desplazar la jaima de sus anclajes- "ha sido el tema en todas las conversaciones" y que hoy analizarán en la conmemoración del Día escolar de la No Violencia y la Paz.
trabajo educativo Bultzapen nació en 1997 fruto de la inquietud solidaria de miembros del centro educativo por estrechar lazos de cooperación con otras realidades que necesitaran de alianzas a todos los niveles. Desde su fundación han impulsado proyectos de trabajo en campos como el educativo, formativo o de organización popular.