La muerte de Francisco Javier Alday (67 años) y de su esposa María Dolores Ramos (66 años) en el accidente de tráfico registrado hacia las 15.30 horas del jueves a la altura del barrio zornotzarra de Euba causó una gran conmoción en Eibar, su lugar de residencia. Ayer, en las calles, las plazas, los establecimientos comerciales, el polideportivo y demás rincones de la ciudad armera no se hablaba de otra cosa. Por más que lo intentaba, la ciudadanía no podía entender la trágica muerte del matrimonio de jubilados tras chocar frontalmente contra un autobús del transporte público cuando acudían acompañados por su nieta Maialen, de 8 años, a un centro de Amorebieta que presta asistencia a menores afectados por síndrome de Down.

Rosario es una sexagenaria eibarresa que conocía "desde hace un montón de años" al malogrado matrimonio. Apenas podía contener las lágrimas al hablar del terrible suceso y recordaba con cariño a Loli y Javier. Según contaba en la céntrica plaza de Untzaga, "siempre andaban juntos y se les veía muy felices disfrutando de su jubilación; vivían aquí, en la torre, y siempre que hacía bueno se les solía ver paseando y jugando por la plaza con su nieta Maialen", la pequeña que les acompañaba en el que fue su último viaje y que sufrió fractura de pelvis, fisura costal y contusiones múltiples como consecuencia de la colisión.

Para otra mujer que comparte conversación con Rosario y que prefiere permanecer en el anonimato, la muerte del matrimonio eibarrés "ha sido un jarro de agua fría para la ciudad, una auténtica desgracia". Ella conocía "a los dos, pero sobre todo a Loli porque tenía mucha amistad con mi cuñada".

Visiblemente emocionada, esta mujer recordaba a la pareja fallecida como "un matrimonio conocido, muy agradable y muy majo; siempre andaban juntos". Para ella, el accidente "tuvo que ser consecuencia de algún despiste, porque Javier era una persona muy prudente".

Otro ciudadano que lamentaba el trágico suceso era Miguel Ángel Fuerte, un "prejubilado" que coincidió con el malogrado Javier durante su vida laboral: "Nos conocimos cuando yo estaba como jefe de taller de Star y Javier estaba de responsable en la empresa Wat. Estuvimos haciendo tratos con una serie de máquinas y también coincidimos cuando él trabajó en Monroe. En el trato profesional era un hombre amable y muy conocido en el mundo empresarial", rememoraba.

A las puertas de la sociedad Kerizpe, de la que Javier era socio, las voces ciudadanas coincidían al destacar lo habitual que era ver pasear al matrimonio por el centro de Eibar, "muchas veces en compañía de alguno de sus tres hijos o de sus nietos".

Por su parte, el alcalde de la ciudad, Miguel de los Toyos, también quiso trasladar su pésame a la familia en nombre del Ayuntamiento, el lugar en el que trabaja Patricia, la segunda hija del matrimonio fallecido y madre de la pequeña Maialen.

El primer edil lamentó la pérdida de Loli y de Javier, un hombre al que calificó como "muy activo y agradable" y al que conocía personalmente "porque estábamos trabajando juntos en la preparación de los actos para conmemorar el centenario de la Escuela de Armería".

Tras enterarse del trágico suceso, la memoria de muchos ciudadanos retrocedió al pasado 8 de abril de 2010, día en el que otro accidente de tráfico en la N-634 acabó con la vida de cuatro jóvenes eibarreses en las cercanías de Elgoibar.