getxo. El Puente Colgante seguirá siendo el más elegante, pero a partir del próximo mes dejará de ser negro. El transbordador afrontará una revolución controlada por motivos de salud, tiñendo el paisaje del entorno de un tono inédito vinculado al hierro, el mineral que propició la creación de este Patrimonio de la Humanidad. El monumento lucirá su nueva cara en mayo con la finalización de la reforma, aunque el avance de los trabajos dejará ver los primeros resultados de esta estética minera a finales de enero en las dos torres del lado de Getxo.
El Departamento de Cultura y Patrimonio de la Diputación, que asesora a la empresa, se debate entre tres alternativas cromáticas que abarcan desde un rojo agranatado hasta dos tonalidades de marrón, uno con tintes parduzcos. La terna se ha seleccionado entre las variedades más populares del mineral de hierro extraído en las minas de Meatzaldea, las muestras con más contenido en hierro: la Vena Roja de Muskiz, el Rubio Campanil de Gallarta y la Blenda de Triano.
La nueva pintura absorberá casi un tercio del coste de la reforma con 400.000 euros. La operación obligará a retirar la capa de revestimiento actual antes de aplicar 3.800 litros de pintura. El nuevo material incluirá una nueva composición química que incorpora una película de protección reforzada frente al agresivo entorno. "El puente es como un gran barco varado en la ría sometido a la salinidad", señaló ayer Alberto Santana, historiador de la Diputación.
El cambio de registro le acerca al acero corten, una de las últimas tendencias que lucen edificios de última generación como el Palacio Euskalduna que se inspiran en la industria. El puente quiere aprovechar el cambio cromático para mostrar su alma de hierro "enmascarado" en el negro.
En este caso, Santana destacó que la vinculación del monumento a la cultura industrial fue una de las claves en la declaración de la Unesco. "Valoró la representación del hierro que presentó a Bizkaia ante el mundo con el comercio a América latina o en Inglaterra y Flandes", señaló. El historiador fue más lejos al atribuir la elección del negro a las "limitaciones técnicas del momento; los colores negruzcos que ha lucido históricamente eran los únicos disponibles".
Lejos de considerar el cambio cromático como un tema menor, el equipo técnico presenta la modificación como un hecho irreversible para asegurar el mantenimiento de la estructura. "El cambio de color no lo elegimos al capricho. El negro perjudica al puente", aseveró.
La iniciativa supone una garantía para la preservación de una construcción que ha demostrado una robustez sorprendente respecto a sus compañeros de generación de idéntico material. "Queremos preservar su vida. No es habitual su longevidad. El 90% de las construcciones de hierro del siglo XIX han desaparecido", destacó.
El último chequeo en profundidad realizado el pasado año reflejaba una "salud de hierro" con achaques "normales" para sus 117 años de vida.
El tradicional tono oscuro suponía el talón de Aquiles del transbordador. El estudio de Idom diagnosticaba fatiga en la estructura de acero de las torres y el tablero por la excesiva absorción de raciones térmicas. "Es una trampa térmica. Es un acumulador de temperatura, las piezas se calientan y no liberan calor", describió Santana. El resultado llegaba a provocar oscilaciones de temperatura de 40 grados que generaba dilataciones internas de hasta 10 centímetros.
Los análisis periódicos de la propia empresa registraban daños de la estructura imperceptible a la vista de los usuarios. "El proceso de fatiga del material es lento y progresivo. Unidades microscópicas se han desgajado de la estructura. Es un daño invisible, parece que no pasa nada, pero el deterioro hay que detenerlo", sentenció Santana.
En cualquier caso, tanto el asesor técnico como los propios miembros de la empresa restaron trascendencia al cambio estético. "No sé si el puente está en Cruces o Galdakao o si la operación es una rinoplastia, pero la intervención nos permitirá que goce de una mejor salud", señaló José Antonio Dolara, responsable de comunicación del Puente Bizkaia. Por otro lado, negaron un impacto por el cambio. "A media distancia va a ser difícil de distinguir el cambio. Seguirá proyectando una sensación sólida y compacta", resaltó Santana.
El cambio de color se enmarca en la mayor reforma de las últimas décadas en una operación de 1,5 millones. Los trabajos solventarán las deficiencias acumuladas desde la Guerra Civil con la sustitución de 150 piezas de los pilares dañadas por la voladura. En el tablero se renovarán los cables que lo sostienen, además de los tirantes que sustentan el carril por el que discurre el carro de la barquilla.