Hay quien pide un whisky doble para apagar una pena triple y quien lo exige con soda para el burbujeo de la celebración. Hay quien no lo soporta a palo seco y quien precisa del suavizante acompañamiento de un refresco. Existen fervorosos partidarios e iracundos detractores; quienes lo consideran oro líquido y otros muchos que lo aborrecen como si fuese veneno de víbora. También hay quien lo conoce -y éste es el especimen más peligroso...- como el perro embotellado, es decir, el mejor amigo del hombre.
Hay otra visión más profesional del viejo agua de fuego. Es la vivida, a lo largo de todo el día de ayer, en el IV salón profesional de whisky Grain Bilbao, organizado por Manu Iturregi y Sabino Zelaia en el teatro Campos. Durante todo el día se sostuvo en pie la alquimia del alambique, sostenida por el conocimiento de grandes expertos llegados de las tierras del norte. La sala Cúpula del teatro acogió demostraciones de coctelería así como catas y masterclasses impartidas por poderosos Brand Ambassadors, algo así como los druidas de los Single Malts y los Bourbons, joyas para gargantas especializadas.
Con la Hendrick"s Gin como licor invitado, el día entero se pobló de nombres propios. Desde el Master Piper (el maestro gaitero, para entendernos...) John Stewart, hasta el cónsul de Irlanda, Roco Caira, pasando por Graham Cunningham, vicecónsul del Reino Unido en Bilbao; Rafael Cosgaya, Jon Landeta, Libe Maguregi, Javier Aberasturi, Txema García, Jesús Ramírez, Juan Carlos Maroto, Patrick Scanlan, maestro en ciencia casi milenaria del Irish Whisky; los Brand Ambassador Joseph Caro, Javier Peralta, Diego Pinza, Francisco Hernández y Fran Olmo entre otros, Mikel Aiestaran, Gonzalo Sáenz, Miguel Múgica, Aitor Sánchez, Matxalen Erdozain, Juan Carlos Muguruza, Kerman Azkarate, Leire Roncales, Miren Ortuzar, Joseba Bengoetxea, Asier Martín y un largo etcétera de invitados que disfrutaron de un día de larga duración, con más de ocho catas y un curso de Maridaje Whisky & Tabaco, The Glenrothes 1998 & Augusto Reyes Criollo (Gordo), donde el humo de pajas del buen tabaco y el fuego del whisky prendieron la antorcha ceremonial de la sobremesa, una vieja costumbre en peligro de extinición salvo que se realice en la intimidad del hogar. Beber a una distancia inapropiada del destino o fumar en aires ajenos son cuestiones que vienen a estrellarse con el día a día sano y aséptico que se prepara. Llegará un tiempo, si no está llegando ya, en que todo resto del pasado sea borrado de la faz de la tierra. Se anuncia un mundo nuevo, más respirable. Aunque no esté tan claro que mejor.