Bilbao. La cita es los viernes por la tarde en un piso del Casco Viejo. Allí, en la sede del Grupo Esperantista de Bilbao, se reúnen una media de diez personas para hablar en un idioma artificial que no ha logrado los objetivos que perseguía su creador: propagarse por el mundo. El día 15 empiezan los cursos que no tienen toda la aceptación que desearía. A pesar de ello, Jesús se siente muy orgulloso de conocer una lengua "muchísimo más fácil de aprender que el euskera".

¿Cómo se inició en el esperanto?

Me inicié con 30 años estudiando por mi cuenta a través de una revista con un cierto matiz anarquista que cayó en mis manos y que traía lecciones de esperanto.

¿Qué le atrajo del idioma?

No lo sé. Yo siempre tuve curiosidad por una lengua que pudiera unir a los diferente pueblos. También me atrajo probablemente el idealismo que sentía por ciertas cosas. Una de ellas era romper las barreras de todo tipo y conocer países.

¿Para qué sirve?

El esperanto es un medio de comunicación entre las personas, como cualquier otro idioma. Eso es lo principal. Si luego le buscamos una utilidad práctica, a mí me ha abierto el mundo, me ha permitido viajar por muchos países sin ningún problema. En cualquier ciudad importante del mundo hay gente que habla esperanto.

¿Cuántas personas hablan el esperanto en el mundo?

Hay quien dice que medio millón de personas, pero a mí me parece un poco exagerada esa cifra.

¿Y en Bilbao?

En el Grupo Esperantista de Bilbao, que es uno de los más antiguos de España, somos 70 socios. Pero los viernes, que es cuando quedamos para charlar, no superamos los 10. Luego también hay gente que habla, pero que no es de la asociación. Hace poco apareció una chica de Santutxu que había aprendido el esperanto en Japón.

¿De qué hablan cuando se reúnen?

De cualquier tema. De temas intrascendentes. Nos conocemos desde hace muchos años y hemos viajado mucho juntos.

¿Son ustedes una secta?

No, para nada. Muchas veces nos han acusado de eso, pero nosotros no lavamos el cerebro a la gente ni conseguimos sus bienes materiales. El movimiento esperantista es muy diverso, lo mismo en asuntos religiosos que políticos. No hay uniformidad. Lo único que nos une es el idioma.

¿Es difícil su aprendizaje?

Si lo comparamos con otros idiomas, es sencillo, pero como en todas las lenguas, hay que estudiar.

¿Es más fácil que el euskera?

Sí, muchísimo más fácil que el euskera. Es más fácil que cualquier idioma de esos que se dice que son naturales.

¿En cuánto tiempo se puede aprender el esperanto?

En muy poco tiempo. La ventaja que tiene el esperanto con respecto a otros idiomas es que en un curso de seis meses, a razón de una hora y media a la semana, la gente es capaz de desenvolverse.

¿Por qué es tan sencillo de aprenderlo?

Porque es un idioma completamente regular. Los verbos se aprenden en un minuto. Para el presente hay una terminación; para el pasado, otra y para el futuro, otra. El resto es a base de sufijos, manteniendo la raíz de las palabras.

¿Qué raíz tiene el idioma?

Aunque el esperanto es una mezcolanza de idiomas, la raíz es latina. Es más latino que el español. En los últimos tiempos, como en el resto de idiomas, ha habido una avalancha de palabras de raíces inglesas.

El próximo día 15 inician un nuevo curso de esperanto en la asociación. ¿Todavía sigue animándose gente?

Últimamente viene muy poca. El curso pasado sólo tuvimos siete personas. Ya no soy aquellos tiempos en los que llegamos a tener 50 personas en diferentes grupos.

¿Responde a un perfil concreto el que se acerca a aprender el idioma?

No. Hay de todo, aunque quizá estamos notando que las incorporaciones no son tan jóvenes como antes.

¿Qué ha supuesto internet para el movimiento esperantistas?

Muchísimo. Yo, por ejemplo, mantengo contacto diario en esperanto con gente del extranjero, incluso hablo con ellos a través del programa skype. Hay esperantistas que dicen, medio en broma medio en serio, que si Internet no lo hubiesen inventado los americanos, lo habrían inventado los esperantistas.

¿Qué le llevó al doctor Lazaro Zamenhof a crear el idioma?

Un espíritu de solidaridad, de hermandad de los pueblos. Zamenhof vivía en el nordeste de Polonia, donde había cuatro etnias diferentes: alemanes, polacos, rusos y judíos, y todos ellos estaban en continuas guerras. Lo ideó con la pretensión de hermanar, pero la Primera Guerra Mundial fue la tumba de ese ideal y de los grandes ideales del siglo XIX.