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Los cruceristas revolucionan el turismo

Hoteles, restaurantes y taxistas notaron ayer la llegada del pasaje del "Grand Mistral" atracado en Getxo

Los cruceristas revolucionan el turismoFoto: pablo Viñas

Getxo. "Es una ruta por las capitales de Europa y además nos ha servido para conocer Bilbao", comentaban ayer Francisco y Carmen, un matrimonio de Castellón que esperaban cola para entregar sus billetes de la travesía Bilbao-Bilbao que Iberocruceros estrenó en Getxo.

Como esta pareja, experimentada en otros cruceros por el Mediterráneo, otras 1.487 personas abordaron ayer el Grand Mistral, el buque con el que la naviera ha apostado por Bilbao para convertirlo en puerto base de sus travesías por el norte de Europa. Una iniciativa de la Autoridad Portuaria y de las instituciones vascas que, en principio, ha conseguido sus objetivos, ya que muchos de los viajeros que ayer partieron de Getxo habían pasado unos días antes en Bizkaia haciendo turismo -y consumiendo en hostelería, principalmente- tras llegar de puntos tan dispares como Badajoz, Castellón, Granada o Alicante.

"Hemos estado dos días en Bilbao y nos ha gustado mucho la ciudad", comentaba Trinidad mientras esperaba a facturar sus maletas en compañía de su marido Carlos y sus hijos Laura y Carlos. Esta familia granadina que vive en Almería comenta que la decisión de embarcar en el crucero desde Getxo "nos va a permitir conocer el País Vasco porque, cuando volvamos el viernes próximo, pasaremos el fin de semana en Donostia".

Ayer fue un día intenso y extraño en el Puerto de Bilbao. A primera hora, y con algunos problemas por falta de transporte, casi 1.400 pasajeros terminaron su viaje de placer que partió hace una semana de la capital danesa de Copenhague. Fueron los primeros usuarios de la nueva terminal que se estrenó ayer.

Aunque el puerto había dispuesto de forma gratuita cinco autobuses lanzadera a Bilbao y el aeropuerto, e Iberocruceros también reforzó su servicio, muchos de los recién desembarcados dependían de un taxi para salir del muelle. El retraso de los taxistas de Getxo en pedir refuerzos a los compañeros de localidades cercanas supuso un tapón que duró más de una hora y del que se quejaron los viajeros. Alberto, taxista de Santurtzi, refrendaba la mañana de locos que llevaba el colectivo tras dejar a una pareja que había pasado noche en un hotel de la localidad marinera. "Es una locura. Esta mañana la emisora era un hervidero de peticiones y no podíamos atender todas las llamadas. Además también estaba el ferry de Portsmouth, ¡Ojalá fuera así todos los días!", exclamaba para alabar después la idea de que Bilbao sea puerto de embarque de cruceros.

El parking de Las Mercedes de Getxo llenó por completo las 53 plazas que había previsto para la demanda de los cruceristas, según confirmaron fuentes de la empresa explotadora, una vez que zarpó el Grand Mistral a las seis de la tarde.

Embarque paulatino Al mediodía empezaban a llegar los primeros viajeros del crucero que en estos momentos surca el Cantábrico en dirección a la ciudad belga de Brujas para luego atracar en los puertos cercanos a Amsterdam, Londres y París. La arribada escalonada de los pasajeros hizo más fácil el embarque. Decenas de taxis provenientes de Bilbao, Getxo y Santurtzi, turismos con familiares que traían a los turistas, pasajeros que llegaban andando con su equipaje rodante... todos recorrieron el dique de Puerto Deportivo de Getxo para llegar a la nueva terminal portuaria.

Había muchas familias -una incluso con un bebé de apenas un año en una silla y otra con gemelos, parejas jóvenes y maduras, grupos de amigas... todos con ganas de disfrutar. Según iban llegando, en una cola ordenada y rápida, iban entregando los billetes a dos empleados de Iberocruceros. Después, el equipaje pasaba el scanner de seguridad y las maletas eran depositados en la terminal y en su exterior para ser subidas a bordo. El sol calentaba al mediodía y mientras unos no querían esperar para subir a bordo -"dan de comer ya ahora", le preguntaba una amama a su marido-, otros esperaban a que llegaran sus compañeros de aventura marina. Era el caso de Olga, vecina de Las Arenas, y de sus amigas Ana, de Madrid, y Mari Carmen, de Burgos, que esperaban a un matrimonio de Getxo. "Ojalá el Cantábrico se porte bien y no se enfurezca", exclamaba Ana mientras comprobaba que su maleta estaba entre las que esperaban a ser embarcadas. "Lo pasaremos bien", concluía.