Tócala otra vez, amama
No hay límite de edad para entrar en Bilbao Musika, un centro con alumnos que rozan los 80 años
Bilbao
SUS compañeros de estudios tienen la edad de sus nietos, o menos. Pero les aceptan como a uno más. Son las amamas y aitites de clase. Al principio de curso, a los niños les choca ver a personas que incluso rozan los ochenta años sentados en un pupitre, atendiendo a la andereño y estudiando, como ellos. Ahora pasan desapercibidos. Son los padres los que se sorprenden al verlos cuando se abre la puerta al finalizar la clase.
En plena campaña de matriculación, los alumnos consultan la web de Bilbao Musika. El formulario es claro: "La edad mínima para comenzar los estudios en nuestra escuela es de ocho años". ¿Y la máxima? No dice nada a ese respecto porque nunca es tarde si la dicha es buena. Es lo que pensaron, como otros muchos, Matilde, Libe y Mertxe. Pasados ya los 70 años, decidieron hacer realidad su sueño.
Matilde siempre se había imaginado arrimando la banqueta al piano y dejando correr sus dedos sobre las teclas. Chopin, Mahler, Mozart... Y si algo tiene ahora que está jubilada es tiempo. Y ganas. Esas las ha acumulado desde que descubrió, siendo una niña, que este instrumento era su "asignatura pendiente".
Se han cambiado los papeles de su vida porque ha sido profesora en San Inazio y Deusto y ejerció también como inspectora de Educación. Precisamente, era directora del colegio público Deusto (Villar Palasí) cuando allá por 1979 el Ayuntamiento propuso a los centros la posibilidad de impartir música en sus aulas para descentralizar la enseñanza de su sede en Solokoetxe, La Galera. Esta escuela fue la primera de Bilbao en abrir sus clases a las melodías.
Vista la experiencia de cerca, en cuanto se jubiló, se apuntó a sus 67 años. Ahora tiene 77 y es la alumna de más edad de Bilbao Musika. La constancia es su don: practica cada día más de una hora, y se pone límites porque, si no, "me exijo demasiado". Quizá por deformación profesional. Y está "encantada" con su profesor, el director de esta entidad, Luis Fernando Barandiaran. Su meta es disfrutar de la música. Y lo hace acudiendo a conciertos cada vez que puede. La clásica es la que más le gusta y, de los autores, Mozart. Reconoce que tiene cierta manía a Bach. Es porque el año pasado se le atravesó una pieza, por más que lo intentaba...
La segunda alumna de más edad es Libe. Va camino de los 77 y empezó en septiembre a aprender piano y lenguaje musical. "No tengo metas. Lo hago por satisfacción". En cuanto encuentra un minuto se pone a tocar, "y son mucho ratitos al día", comenta. El viernes pasado le dieron las notas. Dijo orgullosa a sus nietos: "He sacado un oso ondo en instrumento y solfeo", y ellos se divierten viéndola disfrutar. Y es que Libe no sabe estar quieta delante de la televisión. Canta en un coro de Atxuri y los viernes va a baile.
Mertxe he elegido la guitarra. Se jubiló hace cinco años de su trabajo como funcionaria. Está en cuarto curso, el mismo que en lenguaje musical. De niña, su madre le enseñó algo de solfeo pero no pudo hacer estudios reglados porque su padres eran maestros y cambiaban de pueblo con frecuencia. "Éramos muchos hermanos, y no se podía", recuerda, pero no lo hace con tristeza. Al contrario. Está contenta de poder aprender ahora lo que no pudo estudiar antes.
Con el paso del tiempo cuesta memorizar las cosas pero "siempre he sido muy constante. Y me digo que la guitarra no va a poder conmigo. Aunque hay veces, cuando no me sale algo que... la cogería y la tiraría...", dice en tono de broma.
Ensaya a diario, y cuando no puede, al siguiente invierte el doble de tiempo. "Nunca he dejado las cosas para el último día", asegura. Eso sí, no se fija horas cuando está tocando, pero "trabajo hasta que me sale". Este es su secreto: constancia y esfuerzo. Le gusta oír conciertos y la zarzuela. Pero la música que está aprendiendo ahora es muy diferente: Fito y Fitipaldis y Benito Lertxundi. Y confiesa que le gusta. Ya le queda menos. Son ocho cursos y le gustaría tener suficiente dominio como para tocar en la parroquia.
Aitite y nieto en la misma clase La matrícula está abierta "a todos los públicos", advierte el gerente de Bilbao Musika, Txomin Mujika. Han llegado a estar en la misma clase aitite y nieto. Y es que este centro es una oportunidad para acercarse al mágico mundo de las melodías. "La ventaja de esta enseñanza es que son dos días a la semana de clase. No es una alta exigencia", explica. "Aprenden a tocar instrumentos, armonía e improvisación, coro, danza tradicional...", y lo sabe por experiencia porque él mismo es alumno de Informática Musical.
Cada año aumenta el número de solicitudes de personas mayores. Hay un comentario que los alumnos hacen bromeando y es que los niños son como esponjas que absorben la información y los mayores como rocas. "Pero incluso las más duras aprenden -añade Mujika-. Lo compensan con ilusión porque vienen porque quieren". De hecho, cada vez más gente de edad avanzada se matricula y el piano es el instrumento más demandado. Son mayores de edad pero tienen un espíritu muy joven.