Durango

La joya arquitectónica de Durango guarda innumerables monumentos, pero los más importantes son sus ciudadanos. La conciliación entre patrimonio histórico y patrimonio humano es indivisible en la villa. De esa nueva y enriquecida red social, DEIA da hoy la palabra a extranjeros residentes en el municipio. Los cuatro hablan maravillas de un pueblo "bonito", "la perla de Bizkaia", "respetuoso" y que les ha acogido "con los brazos abiertos". Sally, Abdellah, Joannah y Jean Baptiste son durangueses.

"Usted no puede enseñar

el camino al gorila viejo"

Los proverbios mundiales remiten a la inteligencia de aquel país al que vuelan cuando se dicen. Sally Osie es de Guinea Ecuatorial. Quizás no conozca el dicho de su cuna materna: "Usted no puede enseñar el camino al gorila viejo", pero ella fue todo un ejemplo a recordar en diciembre del ya lejano 1979. Fue la primera mujer de raza negra en asentarse en la comarca de Durangaldea.

Vino a visitar a su hermano instalado en Barakaldo y acabó quedándose en un Euskadi "de mucho frío y lluvia. Lloraba porque se me hinchaban los pies por el frío. Date cuenta de que, entonces, venía de Cuba", rememora. Sally es anestesista y enfermera de pediatría.

Su primer trabajo fue de ayudante del doctor Rouger. "Fue gracias al director de Emigración de entonces, que era Joseba Goikoetxea y que años más tarde mató ETA", enlaza esta duranguesa nacida en Bata Ebebiying, aldea a 400 kilómetros de la capital, Malabo.

Alejada de las consultas, la africana cumple 12 años como empleada de la limpieza en las piscinas de Durango, que se cerraron ayer; ahora, va a trabajar a las nuevas de Landako. Cada día, en su caminata al trabajo, pasa por el Arco de Santa Ana. Ya nadie se extraña al verle. "Es que cuando vine, la gente se daba la vuelta para mirarme. No me ponían mala cara, pero se les hacía raro ver a una negra tan cerca", se ríe sin darle importancia. Ella abrió un camino que hoy es de ida y vuelta.

"Quien no respeta,

insulta, aunque no hable"

Un dicho marroquí alecciona con que "quien no respeta, insulta, aunque no hable". Durango, según los extranjeros consultados es "respetuoso". La familia Lamkhantar bien lo sabe porque, como Sally, también es pionera en asentar su residencia y un comercio de hogar en Durango. Provenientes del pueblo El Kela De Seragna -a 60 kilómetros de Marrakech- ya suman 19 años en la localidad vizcaina. Abdellah es uno de los hijos, de 27 años. A diario transita por el pórtico de la villa, uno de los más grandes de Europa. "A nosotros ya se nos conoce y estamos aquí encantados", resume. Dos de sus hermanos, Gariba y Abdellahtif han nacido en la villa. La primera "gana trofeos de atletismo" para el club del municipio. Lleva el nombre de Durango allí donde corre.

"La felicidad es gratitud presente,

gozo del pasado y fe del futuro"

Joannah Keen, como bien le define su apellido es una joven "entusiasta". Del norte de Londres vive acorde a un proverbio inglés que asegura que la felicidad es la gratitud del presente, el gozo del pasado y la fe del futuro. Aunque absolutamente nadie podría adivinar que su única nacionalidad oficial es británica, Joannah en el presente es del Reino Unido. Ahora bien, del gozo del pasado de su madre -de Mañaria- hereda una raíz vital que le entronca con Bizkaia. "A pesar de que mi madre es de aquí, en mi casa sólo se hablaba inglés. El castellano lo aprendí cuando venía en verano", explica sin ningún tipo de acento.

Esta masajista de 34 años vive en Goienkalea, arteria principal de poteo y juerga festiva de los fines de semana de Durango. El futuro pasa en este momento por "quedarme aquí. Es el único momento en el que he parado en mi vida tras vivir en Londres, Holanda o Renteria", reflexiona. Además, es que se considera "una duranguesa más".

"Los europeos tienen los relojes,

pero nosotros el tiempo"

También hay proverbios que mutan según el país que lo hereda. Senegal da significado a un dicho que en otros países africanos existe: "Los europeos tienen los relojes; pero nosotros tenemos el tiempo". Originario de Casamance, en el sur senegalés, Jean Baptiste hace uso de su reloj, pero mantiene la esencia del refrán africano: sabe disfrutar del tiempo. A sus recién estrenados 40 años, es padre de siete hijos. Los tres mayores están en trámites para venir a Bizkaia con el núcleo familiar. Los dos más pequeños, Julen y Edorta, han nacido en Durango y Zaldibar. "Quizás algún día jueguen en el Athletic. Sería más fácil a que yo llegue a ser alcalde", bromea este licenciado en Filología Francesa con título de Senegal y de una Universidad de París.

La nueva biblioteca de Durango es lugar de estudio de Jean Baptiste. Todo lo que huela a libro e historia le remite a sus gustos personales, a sus raíces, a su tiempo alejado de los relojes. "Me gusta la tranquilidad de Durango, pero desde 2003 veo que empieza a ser un pueblo de mucho jaleo. Crece sin parar".

"Non gogoa,

han zangoa"

"Donde van tus pensamientos van tus pasos", heredamos de Euskal Herria. Hacia donde caminan los pensamientos de Jean Baptiste, Joannah, Abdellah, Sally y resto de los inmigrantes que cohabitan Durango, hacia allí se dirigen sus pasos. Todos esos pies sueñan con un futuro donde quede claro que "nadie puede enseñar el camino a una persona mayor", como siguen creyendo en Guinea Ecuatorial. Y es que la convivencia se basa en parámetros que la inteligencia marroquí contempla. Así, "la falta de respeto, insulta, aunque no se hable". Y de la negra África a la rosácea Europa. En Inglaterra la sapiencia histórica propone que "la felicidad es la gratitud del presente, el gozo del pasado y la fe en el futuro". Un futuro que, aleccionado por Senegal, sugiere más "tiempo y menos relojes" para quien pisa Durango. Non gogoa, han zangoa.