La memoria de Arrigorriaga
El municipio se ha sumergido en el rescate de las historias de la República
Jose Mari Angoiti, Manolo Palacios y Rafael Iturrino, los tres alcaldes que gobernaron Arrigorriaga durante la República, tuvieron la semana pasada su merecido, aunque póstumo, homenaje. Cuando se cumplen 75 años de la proclamación de esta corta pero intensa etapa de la historia de España y Euskadi, el colectivo Ahaztuak, en colaboración con el Ayuntamiento de la localidad, ha querido rescatar la memoria de estos tres dirigentes caídos en el olvido. Así, aunque ellos no han podido disfrutar de él, sus familiares se emocionaron cuando sus retratos fueron colocados en un lugar privilegiado de ese Ayuntamiento por el que trabajaron con tesón.
"Es una manera de reconocer su trabajo por este pueblo y de darlo a conocer a los vecinos de hoy", explicó el alcalde de Arrigorriaga, Alberto Ruiz de Azua, una vez finalizado un acto, que ha venido acompañado de otro que, sin duda, va a dejar huella para muchos vecinos. Se trata de la publicación de un libro sobre lo acontecido durante la República y la Guerra Civil en Arrigorriaga.
Escrito por los profesores Karlos Molinuevo y Asier Ibarretxe, esta edición es el resultado del trabajo de tres años de investigación en el ámbito de la memoria histórica de Arrigorriaga. Tras visitar archivos y entrevistar a los vecinos de más edad del municipio así como a los descendientes de éstos, los autores han conseguido reflejar qué pasó durante esos años silenciados después durante cuarenta años de dictadura "y treinta de propina, ya muerto Franco".
Así, durante las más de doscientas páginas escritas, aparecen los nombres y las historias no sólo de los alcaldes de aquella época, también de los gudaris, milicianos, sindicalistas y población en general que fueron totalmente borrados por el levantamiento militar. "Parecía que no habían existido nunca, muy poca gente se acordaba de quiénes fueron todas esas personas, muchas de las cuales murieron en aquellos años", explica Ibarretxe. Es el caso de Ceferino Martínez González, militante de la Agrupación Socialista de Arrigorriaga, que falleció el 12 de junio de 1937 a consecuencia de una bomba en su huerta en la zona de Barrondo. O los pequeños Álvaro Neira y Agustín y Jesús Yenes, tres niños del municipio que abandonaron Arrigorriaga para vivir una vida prestada en la URSS. Llegaron a Leningrado el 22 de junio del 37 para no volver más. No fueron los únicos. Se calcula que alrededor de 1.750 personas (prácticamente la mitad de la población del municipio de entonces) abandonaron Arrigorriaga por la carretera de Buia hacia Bilbao los días previos al 16 de junio de 1937, según un escrito del alcalde franquista de turno.
Pero no todo fueron penas, y así lo refleja este libro. Antes del alzamiento militar del ejército fascista, Arrigorriaga, como tantos otros lugares, fue un municipio alegre, que celebraba bailes todos los domingos en la actual plaza Argala, bautizada por esos años como Galán y García Hernández en memoria de los militares sublevados en favor de la República en Jaca. Incluso, el pueblo contaba con una banda municipal de música con un txistulari y atabalari adscrito al personal del Ayuntamiento. Esta banda tocaba en fiestas patronales, las Madalenas, que se celebraban los días 22 y 23 de julio, las de La Peña, así como el 8 de septiembre, día de txarriboda en la campa Ugertza.
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