Pascual Molongua: “No hace falta que actúe en un gran teatro para que la gente me quiera”
Será el protagonista el día 28 de un concierto en tributo a las seis décadas que lleva cantando, con las calles del Casco Viejo como escenario favorito
El 28 de diciembre, la Sala Bilborock acogerá un concierto de homenaje a Pascual Molongua. La Fundación de la SGAE, la Sociedad General de Autores de España, de la cual es socio, organiza en colaboración con el Ayuntamiento de Bilbao este evento, en el que además de él, intervendrán el trío jazzístico del pianista José Luis Canal, el grupo de percusión de Novisi Elkartea y el cantautor Gontzal Mendibil, buen amigo suyo. Él es uno más de los muchos artistas con los que Pascual ha hecho relación en las seis décadas que lleva cantando. Desde que llegó a Bilbao desde su Guinea Ecuatorial natal, cuando era solo un adolescente, se ha recorrido toda la península exhibiendo su portentosa voz a pie de acera, en escenarios modestos o en grandes auditorios como el Bilbao Arena y el Euskalduna. Pero donde se ha hecho célebre ha sido sin duda animando las calles del Casco Viejo, con su eterna sonrisa y versionando grandes éxitos. O ejerciendo durante lustros de Baltasar en la época navideña. Pascual colgó ya los ropajes de rey mago, pero cerca de cumplir 75 años –el 31 de enero– no piensa dejar de cantar por las Siete Calles mientras el cuerpo aguante. Se emociona al hablar del cariño que se le profesa en el Botxo: “No sé qué he hecho para merecerlo”. Las entradas para el recital están agotadas, pero se pueden realizar donaciones de Fila 0 en www.eventbrite.es y así poder seguirlo por streaming. No se descartan sorpresas en forma de apariciones inesperadas.
Está a punto de cumplir los 75 años, pero usted no se jubila. Sigue cantando por el Casco Viejo.
—Yo seguiré cantando hasta que la Amatxu de Begoña me lo diga.
Y eso que la salud en los últimos tiempos no le ha respetado mucho. En la actualidad está recibiendo un tratamiento de diálisis.
—Sí, voy martes, jueves y sábado. Llevo año y pico esperando un trasplante de riñón. Me han llamado dos veces, pero al final en esas dos ocasiones han seleccionado a otro. Hay que tener fe y esperanza en la vida.
No es el único problema de salud que le afecta.
—Sí. Estoy con la ONCE porque veo muy poco, tengo que ir con bastón. Voy luchando. Mi hija, que vive en Derio, me echa una mano, así como la gente del ayuntamiento de Sondika, donde resido yo. A la alcaldesa la he tenido en brazos como rey mago.
¿Qué nos va a ofrecer en ese homenaje que la SGAE le ha preparado para el próximo 28 de diciembre?
—Voy a cantar el Oi Ama Eskual Herri de Benito Lertxundi y también el What a wonderful world de Louis Armstrong. Al final voy a intentar cantar con toda la gente que lo desee Un beso y una flor, de Nino Bravo.
¿Cómo se siente en estas semanas previas? ¿Está nervioso?
—Nervioso, nunca. En algo que tenga que ve con mi profesión nunca me pongo nervioso, porque la mayoría de mi vida he cantado en la calle. No por ser malo, sino porque no me han ayudado. Voy a actuar y a saludar a la gente igual que si estuviera en la calle Correo. Este acto es un agradecimiento a toda la gente de Bilbao, donde no solo he cantado, sino que he hecho de Rey Baltasar en la cabalgata, en la visita a los niños del hospital de Basurto, casi desde la inauguración de El Corte Inglés hice también de cartero real… Ahora es cuando me doy cuenta de que algo he hecho.
No cabe duda de que se ha convertido en un personaje muy popular y querido en Bilbao. ¿Qué ha hecho para conseguirlo?
—Yo mismo suelo preguntármelo… Cuando voy por la calle, con mi bastón y le pido a alguien si puede echarme una mano, me responden: “Hombre, Pascual… Nuestro rey mago. ¡Cómo no!”. Y es que… Me pregunto qué he hecho para merecerme todo esto –entre sollozos–. Esos niños que me echan monedas, a los que les han hablado de mí sus aitas, sus aitites… Soy muy querido y soy muy feliz.
¿Quién le iba a decir que iba a hacerse tan popular, cuando llegó a Bilbao de Guinea Ecuatorial, con apenas 16 años y se puso a cantar?
—Empecé a cantar por la calle un poco más tarde. Al principio yo tenía aquí a un hermano mayor, Gabino, que jugó en el Sestao River y en el Erandio. Estudió Turismo en Deusto. Llegué y con 16 años ya me quedé. Empecé estudiando en el Conversatorio y descargando barcos en Deusto para pagar los gastos, jugando a balonmano…
Por entonces no era nada habitual ver a personas de raza negra en Bilbao, y menos cantando por las calles… Su imagen impactó.
—Claro. La gente no estaba acostumbrada entonces a ver negros en Bilbao. Aquí por aquella época era muy famoso el que no pudo jugar en el Athletic, Miguel Jones. Yo pasaba las navidades con su familia. Yo era una novedad. Y cuando me casé con una chica de aquí, los suegros de poco sacan la escopeta (risas)… Hoy en día, en cambio, mis hijos y nietos no hacen más que salir con gente blanca…
Las cosas han cambiado mucho. Ahora pasaría desapercibido.
—Sí, pero yo las he pasado canutas, porque el mundo artístico es muy duro y más aún viniendo de fuera. Por eso vi que para ganarme las alubias, tenía que salir a la calle a cantar. Y comprobé que tenía éxito con eso.
¿Qué siente al ver ahora a un chico como Iñaki Williams, de origen africano como usted, lucir el brazalete de capitán del Athletic?
—Eso es como cuando yo me convertí en el primer Rey Baltasar de Bilbao… Es un orgullo para mí. En mis tiempos no pude ser alguien importante en Bilbao, porque decían que era negro, extranjero… Pero ahora lo ven de otro modo.
Usted ha recibido mucho cariño en Bilbao. Y eso que no solo ha cantado aquí.
—Me he recorrido todo el Estado cantando: Galicia, Cantabria, Asturias, Málaga, Cádiz, Madrid… Me cogía el Seat 124 y dormía dentro. He actuado como telonero con Mari Trini, Manolo Escobar... Canté junto a Miguel Bosé en televisión, en el programa de Iñigo… He conocido a Julio Iglesias, Víctor Manuel, Ana Belén… Con Miguel Ríos hasta he jugado al fútbol.
Como es lógico en sesenta años de carrera, su repertorio ha cambiado. Pero, ¿cuál es su tema favorito?
—What a wonderful world, de Louis Armstrong. Dicen además que me parezco a él. Más bien creo que mi padre se parecía a Louis Armstrong.
¿Y qué tiene de especial la esquina de Correo con Sombrerería?
—Allí fueron mis comienzos… Los dueños del Bar Lago o de Tejidos Rafael Matías han sido muy amigos míos… En Francisco de Larracoechea hasta me han regalado algún traje para vestir bien en alguna actuación.
Usted ha llegado a actuar en grandes escenarios, como el Bilbao Arena o el Euskalduna, pero ¿es la calle su escenario favorito?
—Es mi escenario favorito porque la gente ha demostrado su humanidad, me ha demostrado que no hace falta que esté en un gran teatro para que me quieran. He ido viviendo gracias a lo que la gente me ha ayudado.
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