Era un asunto que preocupaba al Ayuntamiento: propietarios de parcelas que las realquilaban o prestaban a otros conductores. Para frenar esa picaresca, se instalaron lectores de matrícula en las entradas, para asegurar que únicamente el propietario del espacio use el mismo. Desde entonces, se han sacado al mercado un millar de plazas –420 el primer año y 635 el segundo–, que han cambiado de propietario. “Detectamos una serie de usos indebidos que estamos regularizando, lo que supone un buen trabajo en la gestión de los aparcamientos públicos”, destaca el director de Movilidad del Ayuntamiento de Bilbao, Ignacio Alday.
La ordenanza que regula los parkings de residentes en Bilbao considera como una infracción leve la utilización del espacio en el interior de los edificios municipales destinados al estacionamiento sin título habilitante para ello, y las multas por hacerlo pueden ascender a 750 euros. De hecho, establece que los titulares de las parcelas no pueden ceder ni alquilarlas, y se puede llegar a retirar aquellos vehículos –cobrando la tasa de la grúa al infractor– que estén utilizando un espacio del que no es propietario. Para poder acceder a una plaza, los conductores tienen que estar empadronados en Bilbao, ser titular del vehículo que se quiere estacionar y su domicilio debe estar dentro de la zona de influencia de cada aparcamiento.
Hasta la puesta en marcha de estas cámaras, el acceso se realizaba mediante tarjetas de proximidad, llaves o mandos a distancia, sin que el Ayuntamiento tuviera conocimiento en tiempo real de los vehículos que accedían a los mismos. Las cámaras, que se instalan tanto en las entradas como en las salidas, leen las matrículas de los vehículos , verificando y controlando si estos están autorizados para ello, esto es, corresponden al propietario de la concesión de la parcela o, por el contrario, se trata de coches que no tienen permiso para hacerlo. Además de las matrículas, registran también la fecha y hora a la que ha sido tomada la imagen.