El folklore georgiano congregó hace unas semanas en torno a 800 personas en el Teatro Campos Elíseos para disfrutar de la música proveniente de la cultura de Georgia en directo. En Bilbao se reunieron un combinado compuesto por 50 personas, 25 del grupo Ansamble Marula –dirigido por Tamaz Mamaladze–, que viajaron exclusivamente desde Georgia para subirse al escenario del anfiteatro acompañados de otras 25 personas del Grupo de bailes Georgianos en Bilbao, Zekadi, de la mano del coreógrafo Pavle Gergedava.

Los nervios estaban latentes desde que los protagonistas comenzaron a cambiarse en los camerinos. Veriko Gergedava, hija de Pavle y organizadora del evento, estaba bastante nerviosa por la magnitud que había alcanzado el evento. “Tengo muchas emociones porque va a ser la primera vez que pase algo tan grande de este estilo aquí”, señalaba minutos antes de que el espectáculo comenzase.

Ante la oportunidad de ser la voz de la actuación matizó que “no hay ninguna palabra que describa este sentimiento porque son demasiadas emociones: preocupación, nervios, felicidad, responsabilidad”, Una sensación que se transformó en agradecimientos cuando la puesta en escena del folklore georgiano llegó a su fin después de dos horas de música y baile.

Gergedava apuntó que había adquirido “mucha responsabilidad porque he logrado que se reúnan 800 personas, incluso viene la embajada de Madrid”. No obstante, puntualizó que aunque sea “mucha responsabilidad la que tengo, yo creo que estamos preparados para cogerla porque estoy muy convencida que podemos hacerlo bien”.

Una vez se levantó el telón, el ritmo musical lo pusieron los instrumentos tradicionales de Georgia: el chiboni (cornamusa), diplipito (timbal), doli (tambor), chuniri (violín) y el salamuri (flauta), entre otros.

El público presente en las butacas del teatro disfrutó de dos horas de baile y música que se fueron intercalando para que el grupo bailarín se fuese cambiando entre los cuatro trajes que lucieron en el escenario. Además, en mitad de la actuación folklórica, el trío de formado por Gocha Beriashvili, Alexandre Bazanov y Giorgi Phkhovelishvili levantó del asiento a los asistentes.

Similitudes con Euskadi

En algunas ocasiones, el folklore de diferentes ubicaciones está conectado en mayor o menor medida. En esta ocasión el euskaldun está unido al georgiano en una canción en concreto.

Topa dagigun, del bertsolari Jon Sarasua, procede de la “canción que nosotros llamamos Suliko (alma)”. Se trata de un poema de amor escrito por el georgiano Akaki Tseretelli en 1895. De hecho, los asistentes al Teatro Campos Elíseos destacaron que “el que sabe lo que es la polifonía vasca y escucha esto sabe que es muy similar”.