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Luz verde a la rehabilitación de las tiendas de la catedral de Bilbao

Surbisa autoriza la regeneración de los locales que llevan casi un lustro cerrados | Los propietarios pretenden reducir de cinco a tres los establecimientos y abrir una heladería con terraza en uno de ellos

Luz verde a la rehabilitación de las tiendas de la catedral de BilbaoPankra Nieto

La iglesia gótica más monumental de Bizkaia encubre desde tiempos inmemoriales varios comercios cuyo visible deterioro ha favorecido que sean bautizados como pegote, mamotreto o cuchitril por quienes defienden su desaparición. Pronto estarán irreconocibles. Surbisa ha concedido la licencia para la rehabilitación integral de estos locales que se sitúan en la parte trasera de la catedral de Santiago con el objetivo de que dichas tiendas, que hoy lucen un aspecto decadente -están llenas de grafitis, pegatinas y carteles-, puedan integrarse con más coherencia dentro de la consideración que goza el conjunto comercial del Casco Viejo. Está previsto que los trabajos, que contemplan una nueva edificación de los establecimientos, comiencen en breve.

Los cinco locales de titularidad privada adheridos a la ábside exterior de la catedral bilbaina llevan cerca de un lustro cerrados, padeciendo una degeneración paulatina ante el asombro de los cientos de turistas que cada día circulan por el corazón del centro histórico bilbaino. El proyecto para llevar a cabo su rehabilitación, de hecho, ha estado paralizado al menos un par de años, tratando de conseguir el visto bueno de Surbisa. No ha sido fácil hacer converger los intereses de los propietarios -no todos estaban por la labor de promover la rehabilitación-, y la sociedad urbanística municipal requería que la reforma se ejecutara con unanimidad por todos los establecimientos. 

Según ha podido saber DEIA, después de recibir luz verde, los locales, que no cuentan con protección -al menos no en relación a su valor constructivo-, serán derribados para volver a edificarse nuevamente. Paralelamente, se aprovechará para adecentar la fachada trasera del templo, cuya piedra está ennegrecida por el paso del tiempo y no se corresponde al resto del conjunto monumental. La idea de los propietarios actuales es reducir el número de locales de cinco a tres. Con ello, se lograría que los establecimientos, que actualmente suman entre cuatro y siete metros cuadrados, pudieran ser un poco más grandes y, además, se podrían levantar unos servicios para los comerciantes. 

Durante sus últimos años de actividad los locales han albergado negocios de toda índole, desde un estanco a una joyería, pasando por una colchonería o una administración de lotería. Sin embargo, los establecimientos fueron cerrado poco a poco, a medida que los propietarios iban jubilándose. Ahora, los impulsores de la reforma pretenden habilitar estos pequeños locales, que según indican fuentes conocedoras del proyecto, estarían conectados por una galería, y ponerlos en alquiler. 

Quienes aspiran a volver al lugar donde nacieron son los responsable de Helados Capra, empresa familiar que hoy ostenta más de 20 puntos de venta en Bizkaia y Cantabria si bien sus inicios están inevitablemente vinculados a los soportales de la catedral del Casco Viejo. Es ahí donde este negocio de helados abrió su primer establecimiento en 1980, bajo el nombre Capri. Tras la reforma volverían a ocupar uno de los locales y, de hecho, su intención sería poner una pequeña terraza en el exterior.

En los alrededores

En los comercios de la zona, se percibe la expectación por el proyecto de regeneración urbanística. “En las últimas semanas hemos visto algo de movimiento”, confirma Fonsi Larralde, una de las responsables de la centenaria Pastelería Larralde, en la calle Tendería, desde donde llevan años observando cómo languidece la actividad del pequeño comercio del Casco Viejo a favor de las franquicias. “Espero que lo arreglen pronto, porque así está feísimo. Cuando estaban abiertos todos había más vida, así está irreconocible”, asevera la responsable de la degustación, en la que lleva trabajando desde 1976. Desde entonces, ha entablado amistad con varios de los propietarios de los negocios de los soportales, “pero la mayoría se han jubilado”. 

“De niño los he conocido, y recuerdo a mis abuelos escucharles hablar sobre ellos”, confirma su marido Iñaki Etxebarria, quien da fe de la solera de los negocios que siempre han estado en el punto de mira. En palabras de este vecino, “fue la iglesia la que, necesitada de dinero, vendió los locales para hacer comercios pequeños y, después, quiso recuperarlos para dejar limpia la fachada”. En Valentina Bebés confirman cómo en algún momento la historia dio un giro de 180 grados: “Se quisieron retirar por estar pegados a la catedral y ahora resulta que son históricos”, exponen desde el otro lado del mostrador.

De lo que no cabe duda es que las tiendas despiertan curiosidad. “Hay gente que pregunta cómo llegar a ellos, si están en alquilar, si el dueño es el mismo...”, confirma Lucía Olaizola, socia de Buztin Artean Zeramika, un pequeño local adherido al lateral de la catedral, lo más parecido a los negocios en cuestión. En esta tienda de siete metros cuadrados despachan las piezas cerámicas que elaboran en el taller ubicado en Belostikale. “Tenemos suficiente con este espacio. Pudimos negociar un poco el alquiler, aunque sea pequeño lo que se paga es la localización”, expone sobre el establecimiento en el que llevan cerca de dos años. Olaizola se muestra encantada de que vayan a rehabilitar el resto de tiendas que envuelven la catedral. “Cuantos más comercios y más movimiento haya en la zona, mejor”, zanja.