La implantación de la primera Zona de Bajas Emisiones (ZBE) en el Ensanche de Bilbao es otra de las grandes medidas por implantar para que la ciudad tenga menor contaminación atmosférica restringiendo el acceso de vehículos contaminantes. Una iniciativa que en menos de dos meses se pondrá en marcha con muchas dudas por parte de la ciudadanía.

¿Se va a retrasar al final su implantación?

—No, en el pleno de este mes de abril se aprobará definitivamente.

¿A pesar de las muchas alegaciones presentadas al proyecto?

—Es cierto que se ha presentado un volumen importante, pero se pondrá en marcha.

¿Cuántas alegaciones son?

—113 registros, aunque en cada uno puede haber más de una alegación y en otros están repetidas. Es verdad que son muchas, pero no vemos mayor problema en que haya habido participación. Su implantación genera interés y la gente ha planteado sus inquietudes desde personas individuales hasta asociaciones de comerciantes, de vecinos, ecologistas... un espectro muy importante de la ciudad. Me preocuparía si no hubiera participado nadie.

¿Eso significa que hay muchas dudas o poca información?

—No, hemos tenido muchísimos encuentros con diferentes colectivos, con comerciantes, por ejemplo, porque entendemos que les puede afectar. Es más, han surgido alegaciones de esos encuentros.

¿De qué tipo son los recursos?

—Los hay medioambientales, otros son más técnicos, algunos hablan de temas que no competen a la ordenanza. Nos hemos encontrado muchas cosas, pero mantenemos nuestra intención adelantada de que su aprobación definitiva fuera en el pleno en marzo, que no ha habido por caer en Semana Santa, con lo que irá al de abril.

¿Les va a dar tiempo?

—Los equipos técnicos están trabajando a tope para analizar las alegaciones y ver cuáles se aceptan y cuáles no. Las hay muy sensatas y otras que son contradictorias, unos piden reducir horarios y otros ampliarlos. Hay quien solicita que, en vez de solo quedarse en la zona centro, todo Bilbao sea ZBE.

Y tras este próximo pleno y su aprobación definitiva, ¿qué?

—Aproximadamente estará en marcha dos semanas después tras la publicación en el Boletín Oficial

¿Cómo va a afectar a los conductores, entonces, desde mayo?

—Partiendo de que va a tener varias moratorias y exenciones, y que hasta 2030 no se va a desarrollar en su integridad, va a ser necesaria mucha labor pedagógica. Vamos a lanzar varias campañas de información muy específicas.

Sabe que persiste mucho desconocimiento.

—Lo sé. Nos han dicho, por ejemplo, que ninguno de los coches antiguos iban a poder entrar nunca ya más en la ZBE y no es cierto.

Empiece a aclarar dudas, inicie aquí esa labor pedagógica básica.

—Vamos a tener un horario cerrado de siete de la mañana a las ocho de la tarde, habrá coches con etiquetas que podrán entrar y la ZBE es una zona concreta del centro, no toda la ciudad. Los residentes, por ejemplo, no van a tener limitación.

¿Aunque tengan una tartana contaminante de hace 25 años?

—Podrán acceder sin problemas. Además, como generalidad, cuando entre en vigor los vehículos sin etiqueta no van a poder circular por la zona centro y los vehículos con etiqueta B tendrán todavía un año más de moratoria.

Muchos ya han comprado las pegatinas.

—Pues tampoco hará falta que la coloquen en el parabrisas. El control de vehículos aquí se efectuará con lectores de matrícula ubicados en las calles de acceso a la ZBE.

O sea, que va a ser una ZBE suave, no creando los conflictos ocurridos en Madrid central.

—Vamos paso a paso, dando tiempo al parque automovilístico a adaptarse, sí, pero siempre teniendo en cuenta los datos de la calidad del aire en el centro, que es la principal causa para instaurar la ZBE. Hemos planteado diferentes escenarios y técnicamente nos dicen que con el volumen de coches que circulan por la ciudad llegaríamos con estas restricciones hasta 2030 con los objetivos de calidad del aire que nos hemos marcado. No queremos ir contra nadie, entendemos que los colectivos concretos necesiten moratorias y exenciones.