Construir un edificio siempre es complicado. Levantarlo en medio de una ciudad aún más. Si el inmueble es de gran tamaño y especializado, la complejidad aumenta. Y si ya se ubica al lado de un hospital, los handicaps se multiplican por las afecciones que puedan generar en un entorno sanitario tan sensible. Es lo que está ocurriendo con la construcción de la nueva Facultad de Medicina y Enfermería que la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU) inició en verano pasado al lado del Hospital de Basurto.

“En esta obra estamos siendo mucho más escrupulosos de lo normal teniendo en cuenta la actividad que se desarrolla al lado”, concreta a DEIA la gerente de la UPV/EHU, Lorea Bilbao, a la hora de explicar las medidas tomadas para evitar afecciones en el recinto hospitalario.

Para ello, los responsables técnicos de la Universidad, el jefe de obras de las empresas constructoras junto a la gerencia y la dirección médica de Basurto mantienen reuniones semanales y se les aporta “información actualizada de las afecciones que pueden tener la obra en la actividad del hospital durante la siguiente semana”, detalla Bilbao.

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Nueva Facultad de Medicina y Enfermería de la UPV/EHU en Basurto Deia

De base, el proyecto constructivo aprobado para levantar un edificio de perímetro triangular sobre una huella de 5.300 metros cuadrados de superficie y que se eleva hasta las 10 alturas ya se definió con el máximo de medidas protectoras. Ello fue consecuencia de un trabajo en común a la hora de redactar las directrices constructivas entre la Universidad del País Vasco, Osakidetza y el propio Hospital donde ajustaron mucho las necesidades para evitar problemas de cualquier tipo que pudieran originar los trabajos.

Tres son los aspectos en los que más se ha incidido y más vigilancia están teniendo en función de las fases de los trabajos constructivos. Por una parte, el ruido que generen las obras; por otra, las vibraciones que provoquen la maquinaria pesada y, finalmente, el polvo que invada el aire durante todo el proceso.

A esta altura de la obra, después de haber excavado la capa superficial del solar a una profundidad entre dos y cuatro metros, (el terreno está inclinado siendo más alto en la zona de la avenida Montevideo y más baja en la parte inferior de la calle Gurtubay) el polvo es el elemento sobre el que más se ha actuado. Además de extender desde el inicio de los trabajos una extensa y tupida malla de color verde que cubre las fachadas de los Pabellones Arrupe y Ampuero, “se están usando aspersores para mojar el polvo que se genere y que caiga más rápido al suelo”, describe la gerente universitaria. El agua a manguerazos también está presente en la carga de los camiones que evacuan la tierra excavada “y afortunadamente nos está lloviendo mucho estas semanas pasadas”, destaca la responsable. También indica como “somos conscientes de que en los edificios cercanos a la obra tienen unos equipamientos que son sensibles al polvo y aunque algunos pudieron mover antes de iniciar el proyecto, otros se mantienen y hay que tomar todas las medidas posibles”.

Paneles antirruido colocados que aguantan hasta 65 decibelios. Oskar González

Minimizar los decibelios es la siguiente batalla a abordar. Además de abordar el proyecto con un formato lo más silencioso posible también, en la parte inferior de las fachadas, se han instalado unos paneles acolchados capaces de absorber hasta 65 decibelios de ruido. El objeto es que no se moleste a la actividad diaria de las consultas de pacientes y otras actividades sanitarias ya que ninguno de los dos pabellones acoge ingresos de enfermos.

Sin mucho ruido, de momento

“Ahora no es el momento que más ruido se está generando”, indica Lorea Bilbao, lo mismo que ocurre con las vibraciones. En estos momentos, la contrata ha empezado a colocar muros pantalla que hincados en el perímetro del solar , a un ritmo de tres por semana, impedirán que el terreno se venga abajo cuando las máquinas inicien la excavación para albergar los sótanos del edificio. Esa labor arrancará en abril y será cuando, con la cimentación, las vibraciones se prevé que sean más intensas.

“Hemos querido ir más allá de lo que indicaba el proyecto inicial y monitorizamos en continuo las vibraciones que puedan sufrir los edificios colindantes con la instalación de dos vibrómetros”, indica. Si se superan los límites hay predeterminadas dos soluciones. Cuando las vibraciones interrumpan la actividad sanitaria “se acordará con el hospital otro horario para realizar esas labores” y en caso de afectar a las estructuras de los edificios “se indicará a la contrata la utilización de otra maquinaría que genere menos vibraciones”, detalla la responsable universitaria. Hasta la pasada semana, las mediciones de los vibrómetros entraban dentro de la normalidad.

La gerente de la UPV/EHU y su equipo a pie de obra formado por Héctor Hernando, vicegerente del Campus de Bizkaia y Beñat Amade, vicegerente de Planificación e Infraestructuras, son conscientes de que, según se cubran etapas en la construcción se tendrán que abordar los problemas que surjan “y aportar las soluciones adecuadas”, concluye Lorea Bilbao.

Al detalle

Pabellón Arrupe sin camas y con muchas consultas

Este edificio esquinero por el que entran la mayoría de los pacientes alberga prácticamente todas las consultas externas del hospital en sus tres plantas de altura.

Pabellón Ampuero con diferentes servicios

El espacio alargado acoge en sus dependencias las áreas de neurocirugía, neurología y medicina interna. Además también ofrece varias consultas médicas, rehabilitación y parte de Radiología.

La cifra

62

Es la cifra de millones de euros por lo que las constructoras Ferrovial Construcción y Eraikuntza Birgaikuntza Artapen (EBA) se han comprometido a levantar el edificio educativo. La UPV prevé que entre en servicio a lo largo del curso 2026-2027.