EL viaducto a actualizar ahora es parte de un puente mucho más importante por su origen e impronta, el de Isabel II o El Arenal que se inauguró allá por 1848. Construido para conectar el Casco Viejo con el moderno Bilbao que se empezaba a crear al otro lado de la ría, este paso fue el primero para tal fin y constaba de un tramo principal compuesto por cinco arcos o vanos de 11 metros de ancho cada uno apoyados en cuatro pilas de mampostería de piedra sobre el cauce más otros tres vanos laterales fuera del agua.

Cada arco estaba formado por seis piezas alargadas o cuchillos de hierro fundido con formas redondas o anillos que sostenían la zona de paso superior o solera. El puente, que era de pago para los usuarios al construirlo un promotor privado, estuvo activo hasta que durante la II Guerra Carlista un bombardeo en abril de 1874 dañó algunas pilas. Un deterioro que se agravó con la riada que ocurrió pocos días después, la cual socavó algunas cimentaciones afectando a los pilares y dejando el tablero del puente inservible.

Estado en que quedó el puente tras la riada que socavó los pilares y obligó a derribarlo en 1875. DFB

Lo que correspondía era demoler todo el puente, aprovechar las piezas para su desguace y vender como chatarra sus elementos metálicos. Afortunadamente, Pascual Landa, entonces ingeniero Jefe de Obras Públicas de Bizkaia solicitó que una parte del mismo fuera conservada con dos objetivos. El primero reutilizar parte de su estructura metálica para reconstruir el también dañado puente sobre el río Udondo que daba servicio al entonces camino de sirga de Bilbao a Getxo. El segundo fin, según sus propias palabras porque “… servirá para conservar allí un permanente recuerdo de el que tan buenos servicios ha prestado y tanto ha contribuido al engrandecimiento y prosperidad de esta comercial población”. Se desconoce si se trata del primero o del segundo arco de la margen derecha, los dos únicos que se encontraban en buen estado en 1876.

Con toda probabilidad fue ese mismo año cuando tras desmontar los seis soportes en Bilbao se trasladaron a Leioa para generar el nuevo puente sin soldaduras ni remaches y con un solo vano de once metros sobre el afluente de la ría.

Con el tiempo, el viaducto ha sufrido varias modificaciones, la más importante la efectuada a mediados del siglo pasado cuando el paso se ensanchó por su lado exterior a la ría adosándole un tablero con cinco vigas pretensadas fabricadas de hormigón que desde entonces ocultan al puente histórico cuando se mira desde el afluente hacia la ría.