En muy poco tiempo cerrará el quiosco de La Casilla. Es uno de los cierres que han ido sucediéndose en estos últimos años. “Nos da pena pero en estos momentos es lo que hemos decidido por distintas razones”, comentan Rosa Rubio y Nerea Zabala, madre e hija. “Mi ama se prejubila y decidimos cerrar”, explica Nerea. Y es que “antes repartíamos muchos periódicos en distintos municipios y por Bilbao, pero con el cierre de varios negocios hemos perdido mucho de este reparto”.

Nerea destaca el “gran descenso de la venta del papel”, que ha ido acompañada a otros factores que “nos han afectado mucho, como la pandemia, en la que los quioscos sufrimos muchísimo y nadie pensó en nuestro sector”, lamenta. Del cierre, aunque “es muy difícil tomar la decisión, una persona sola es prácticamente imposible seguir con lo que teníamos, por repartir, abrir todos los días desde las cinco y pico de la mañana...”.

En eso coinciden todos y todas las quiosqueras, en destacar que "es muy esclavo, hay que meter muchísimas horas". Madre e hija han estado 15 años con el quiosco, y en el caso de Nerea “yo antes trabajaba con el señor que llevaba el quiosco antes que nosotras”. Es “una situación complicada, durante los veranos llegábamos a perder dinero, que luego recuperabas, pero en estos momentos es complicado”. También “hemos tenido competencia con la venta de prensa en lugares que creemos que no les corresponde, ya que nosotras, en el quiosco, no podemos vender los productos que queramos”, critica.

A esta familia se le han juntado varias cosas, ya que “mi aita murió hace dos meses y han sido tiempos muy difíciles, desde la pandemia llevamos una temporada dura y hemos tomado esta decisión”. Del sector comenta que "hay muchos gastos, empezando por las cuotas de autónomo, y luego para que te jubiles y te quede una pensión bajísima", critica, "como le ha pasado a mi ama después de tantos y tantos años trabajando".