Me dijeron que no andaría, pero aquí estoy”, dice con una sonrisa Pascual Molongua. Sentado en el Café Brasil, entre las callejuelas de su amado Casco Viejo, este exrey mago explica que a pesar de haber tenido unos años delicados de salud, sigue cantando y alegrando el día a día de bilbainos y bilbainas. El más icónico rey Baltasar que ha tenido la villa confiesa que “seguiré siendo el rey mago de los niños que ahora son mayores. Los que ahora son médicos, ingenieros o funcionarios de gobierno”, afirma.

Recuerda con cariño sus días como Baltasar, papel que encarnó durante más de 18 años. Dice que lo que más le gustaba era el agradecimiento y el cariño que le expresaban los niños. Las esquinas de Bilbao resguardan su privilegiada voz, porque además de cabalgar cada enero, Molongua se ha dedicado a la música toda su vida.

“Canto desde que tengo doce años, desde ese día hasta hoy”, esboza con orgullo. “Un poco de todo”, entrecorta. Y es que aparecen muchos nombres en su repertorio de cantantes y canciones favoritas, desde Frank Sinatra hasta Julio Iglesias. No deja de cantar las obras de ninguno. Sin embargo, en su Olimpo está Louis Armstrong. Cómo no hacerlo, si con What a wonderful world deslumbró en el evento inaugural del Fair Saturday 2019 en el Bilbao Arena Miribilla. “Me vieron 7.000 personas”, agrega orgulloso. Estuvo acompañado en el escenario por música de orquesta y por más de 1.000 voces en esta gran interpretación.

Oriundo de Guinea Ecuatorial, llegó a los 16 años a tierras vizcainas. Y con 73 años, lleva en Bilbao casi toda su vida. Es un símbolo de la capital vizcaina y además, se hace querer pronto, como él mismo aporta. “La gente que me conoce me tiene mucho aprecio”, resume. Comenzó su trabajo como cartero real hace 48 años, en el por aquel “entonces recién inaugurado Corte Inglés”, detalla Pascual. Pero si algo lo define, además de rey mago y cantante, es su devoción.

“Voy a escribir un libro porque veo y oigo lo que otros no”, comenta. Ha estado delante del Cristo de Medinaceli en Madrid y guarda gran aprecio por la Virgen de Unbe, con la cual dice haberse criado. “Cuando me sentía bien, le llevaba más de tres mil rosas cada primer sábado de septiembre”, recuerda y desvela. Algunos de sus amigos eran mayoristas de flores y lo ayudaban en esta tarea. Pero ahora, “aunque sea una docena le llevo”, sin importar cuál sea su estado de ánimo. “¿Cómo pagaba esas flores? Pues cantando en las calles”, exclama. Afirma que todo lo que podía guardar en su hucha, estaba dedicado a la Virgen de Unbe.

A Pascual se le puede encontrar “en todos lados”, cantando y caminando con su mochila del Athletic. “Me operaron de la cadera, dos veces de la vista y me trataron una infección, pero ya estoy en casa”, aclara. “La gente me quiere y me ayuda, no me quejo”, sostiene. Jovial y amable con todas las personas a su alrededor, se pasea por los comercios de las Siete calles saludando a diestro y siniestro. Su actitud bondadosa no se limita a las fiestas posnavideñas; es parte de su esencia. Muchos de sus amigos le llaman Pascual Molonguabeitia como ejemplo de que Los de Bilbao nacen donde quieren.