Es de esos proyectos visionarios que de haber sido ejecutado, sin duda, hubiera cambiado la composición urbanística de Bilbao. Y no solo hace 130 años, cuando estuvo a punto de cuajar su construcción, sino también en la actualidad, ya que hubiera sido uno de los hitos a visitar en la villa por su imponente presencia y antigüedad. Pero no pudo ser. La pretensión de su impulsor, el ingeniero Alberto de Palacio –el mismo que diseñó y construyó el Puente de Bizkaia–, era que Bilbao se colocará en la pomada de las ciudades europeas modernistas y avanzadas en aquel siglo XIX que atisbaba su finiquito en 1893.

Por ello planteó al Ayuntamiento de la villa una construcción colosal, magna y rompedora, una gran galería comercial con fachadas porticadas, decenas de ventanas en cuatro alturas y techumbres de cristal que permitieran dejar pasar la luz del sol y guarecerse de la lluvia y el sirimiri bilbaino. De Palacio tenía como ejemplo a seguir la galería Víctor Manuel II que la ciudad italiana de Milán erigió justo al lado de la plaza de la catedral, el Duomo, y que hoy alberga las marcas comerciales más exclusivas de la urbe. Su apertura tuvo lugar en 1880 y en las láminas que dibujó A. Carradero para vender el proyecto bilbaino (a modo de infografías actuales) se aprecia una imagen similar a las levantadas en otras ciudades europeas que peleaban por contar con las galerías comerciales más de postín.

Pero la de Bilbao iba a ser única ya que se iba a levantar sobre el cauce de un río. Para ello primero era necesario construir una gran plataforma, una prolongación del puente del Arenal –oficialmente de Isabel II– hacia el tramo recto que le precedía aguas arriba, justo hasta donde el Nervión se curva hacia el puente de La Merced. Eran en total 225 metros de extensión de tablero apoyándose en las orillas para cubrir una anchura de algo más de 60 metros. Ya solo el tendido de esta extensa tapa sobre el agua, 13.500 metros cuadrados de superficie, casi como dos campos de fútbol de San Mamés uno detrás de otro, hubiera supuesto construir el puente más extenso del mundo entonces.

Recreación de la visión que tuvo Alberto de Palacio sobre el interior de la galería comercial, muy similar a la de Victor Manuel II que se puede disfrutar hoy en Milán, y con los barcos al fondo amarrados en los muelles de El Arenal.

Luego quedaba la segunda parte, levantar el bello edificio diseñado con grandes arcadas y galerías que iban a albergar salones de té, hoteles, tiendas, cafeterías, almacenes y otros servicios comerciales. Además, el pasillo central estaba llamado a convertirse en un espacio de ocio para bilbainos y foráneos ya que la pretensión era que fuera un polo de atracción y la zona comercial más importante de la ciudad. Alberto de Palacio aspiraba también a que fuera un nexo de unión entre el Casco Viejo y el Ensanche que empezaba a desarrollarse en aquellos años postreros del siglo XIX.

La revista La Ilustración Española y Americana dedicó en uno de sus números un reportaje al proyecto apuntando cómo fue la Diputación de Bizkaia la que abortó la iniciativa en base a razones medioambientales. La galería comercial había conseguido el interés de inversores y el Ayuntamiento estaba por la labor de otorgar todos los permisos municipales necesarios pero el ente foral, no. Arguyó “poderosas razones de higiene y salubridad pública” en una ciudad que recientemente había sufrido una epidemia de cólera con centenares de muertos, muchos de ellos por utilizar el agua del Nervión para beber. Además, la actividad de la propia galería comercial, con miles de usuarios, iba a generar una buena cantidad de aguas fecales que por aquel entonces iban a parar todas al cauce.

La frustración de Alberto de Palacio fue máxima, sobre todo teniendo en cuenta que ese mismo año, en diciembre, presentó otra gran idea que hubiera solventado los problemas de salubridad: la higienización de la villa por medio de agua de mar electrolizada. Ahí es nada. Esta iniciativa también se abortó por las complicaciones técnicas y su alto coste económico.

El apunte

  • 130 años del Puente Bizkaia. Este año también es el de un aniversario redondo de la obra, esta vez sí acometida, de Alberto de Palacio. Su proyecto culmen, el Puente Bizkaia, cumplirá 130 años de actividad solo suspendida por su demolición en la Guerra Civil.
  • 28 julio 1893. El Puente Bizkaia entró en servicio este día, después de un proceso complicado de construcción en el que a las dificultades técnicas se sumaron las financieras y sociales. A pesar de todos los obstáculos el proyecto llegó a buen puerto.