Bilbao se transforma en una enorme urbe festiva durante Aste Nagusia. Los tinglados de El Arenal – un apacible paseo a ras de la ría en tiempos ‘normales’ – se convierte en el epicentro de la fiesta. La música acaricia cada calle, callejuela o cantón del Casco Viejo y, como no, Marijaia recorre la villa contoneándose con su característico movimiento de caderas. “¿Marijaia?, ¿quién es Marijaia?”, se preguntan muchos turistas que han recalado en Bilbao justo cuando la ciudad celebra su semana más grande. Miran a su alrededor, entre el extrañamiento y la fascinación, y sus ojos no pueden evitar posarse en las voluminosas txosnas. Claramente, este no es el Bilbao que perfilan sus guías turísticas. 

"¡No había caído que iba a venir a Bilbao justo en Aste Nagusia!"

Mónica De Solís - turista recién llegada de Madrid

“¡No había caído en que iba a venir a Bilbao justo durante Aste Nagusia!”, ha reconocido, estupefacta, Mónica De Solís quien, junto a Rafael Sanchez, ha decidido cambiar el oso y el madroño por la ría del Nervión durante unos días. El dúo de viajeros aún no se ha ‘recuperado’ de la mayúscula sorpresa, ya que acaban de aterrizar en la Paloma. Sin embargo, ésta no es la primera vez que Mónica visita el ‘Botxo’ y ha admitido que es una ciudad que le encandiló desde un primer momento. Amor a primera vista. “La última vez que vine solo pude estar un día y no me dio tiempo para conocer la ciudad a fondo”, ha explicado. 

Escudriñando las vetustas calles y plazas del Casco Viejo, Mónica ha llegado a cruzarse con Marijaia. Pero no tiene la más remota idea de quién es. “Sé que tiene que ver con las fiestas, pero nada más”, ha admitido. Eso sí, ya se ha dado un garbeo por las txosnas y, además, ha afirmado que aprovecharán su estancia en la villa impregnándose de la esencia de Aste Nagusia. “La viviremos todo lo que podamos”, ha asegurado Fernando. 

De Lora del Río a Aste Nagusia

Acto seguido, la pareja madrileña ha comenzado a alejarse de la plazuela de Santiago. Tras echar una última ojeada al rosetón del majestuoso templo gótico, volvieron a emprender su camino por la calle Carnicería Vieja. En ese mismo momento, Paco López y Pepe Belmonte estaban escrutando un plano de la villa sentados sobre la fuente de la plazuela. “Un compañero de trabajo de Barakaldo – Iker – nos comentó que eran fiestas y, aprovechando que estamos haciendo un viaje por Euskadi, nos hemos acercado”, ha expuesto Paco. Estos vecinos de Lora del Río (Córdoba) no habían pisado nunca antes las características baldosas de Bilbao. 

Los loreños habían escuchado algo acerca de Bilbao y sus fiestas. Contaban con píldoras de información sobre Aste Nagusia. “Algo de la txapela, que hay mucha tradición de toros… Pero poco más”, ha dicho Pepe. En esas pequeñas dosis de cultura ‘astenagusiense’, no consta ningún dato sobre la rubia reina de la fiesta, Marijaia. Por lo tanto, al encontrarla, con los brazos en alto y su amplia sonrisa etílica, animando la fiesta,  la han mirado con ojos de pasmo. “Se lo debe estar pasando muy bien. Creo que quiere que le den de beber”, ha bromeado Paco. 

"No sabíamos que eran fiestas"

Vanessa Chapon - Franco - marbellí abducida por Aste Nagusia

A escasos metros de este lugar se encuentra una de las puertas de entrada a la urbe festiva. La calle de los Fueros desemboca en El Arenal y, por ende, en las txosnas. Allí estaban Vanessa Chapon, su pareja, Pedro Molina, y su madre, Sabine Bourlon. “Mi madre y yo somos de Francia, pero vivimos en Marbella”, ha afirmado. “Hemos venido en coche y la verdad es que no sabíamos que eran fiestas”, ha confesado Vanessa. Llegaron el domingo desde el sur, por lo que su visita está inevitablemente marcada por el alborozo festivo que late en Bilbao. Aún no han tenido la oportunidad de encontrarse con Marijaia. Tampoco se han acercado al recinto de las txosnas, pero están disfrutando mucho de la oferta cultural y gastronómica que ofrece la villa. “Espero comer todo lo que pueda”, asegura Chapon entre risas.