No sonó 'Esta es una noche de rock´n´roll, pero la cita de El Drogas en Abandoibarra es lo que fue. Casi dos horas de entrega fiera, rabiosa y eléctrica del navarro, quien, propulsado por un trío espectacular y con una voz y presencia como la de sus mejores tiempos, reventó el espacio con 7.500 fans que se sintieron tan a gusto como él en su repaso a casi una treintena de himnos del rock, la mayoría de Barricada.

A gusto, muy a gusto. La expresión facial del rockero lo evidenció en múltiples ocasiones a lo largo de casi dos horas; y su voz, también. Lo repitió –¿30 veces?– hasta la saciedad, hasta que se convirtió en el chiste compartido de la noche entre él y un público que reventó el espacio festivo, hasta el punto de que la organización tuvo que cerrar el recinto para impedir el paso de los fans. Esta vez no hubo sillas, solo una nutrida y veterana peña unida por el deseo de disfrutar de varios de los mejores himnos del rock en castellano.

El Drogas revienta Abandoibarra Jose Mari Martinez Bubu

De hecho, los botes se produjeron a los 30 segundos del inicio, cuando el sonido, acerado, nítido y contundente, permitió identificar el arranque con La silla eléctrica, la primera de las muchas concesiones del navarro a Barricada, a la que siguió la nostálgica Esperando en un billar. El Drogas viene de celebrar sus 40 años de música con una gira exclusiva con el repertorio de su exgrupo y no quiso obviar en su querido Bilbo –“siempre es un puto placer volver aquí”– la importancia del repertorio de su antigua banda.

“Sé que esta noche no está sola”, gruñó en 'Así, una de las rarezas de la velada'. Ni él, claro. Más de 7.000 colegas le acompañaron casi siempre, puño al aire, coreando sus estribillos, saltando, disfrutando y volviendo a compartir batallas, logros y decepciones. Como si no hubiera pasado el tiempo aunque, tal y como cantó, “ya no anochece igual”, y los cuerpos lo notan. El Drogas, aitite ya, lo reconoció al aclarar que las canciones sonarían “seguiditas por si me da un mal”, mientras se quejaba de los tendones de sus pies y piernas.

MAQUEADO COMO UN DANDY

Imaginamos que bromeaba porque demostró un estado físico y vocal magnífico, y su presencia física gana cada vez que sale a un escenario. Maqueado y elegante como un dandy, con pañuelo, traje claro con rayas, camisa azul con calaveras, perilla encanecida buscando el pecho y gafas oscuras, demostró que a los 60 se pueden escribir clásicos rutilantes como En tiempo muerto, la crítica con el PP de Cospedal Peineta o mantilla, o la nostálgica Debajo de aquel árbol, que sonó con él soplando la armónica, temas de su actual etapa en solitario a la altura de las de Barri.

Barricada, sí. Aunque le echaran del grupo que formó, él fue su bajista, compositor, vocalista y líder absoluto. Y defendió su legado con orgullo y tanta pasión y entrega como pusieron los fans al compartir, a voz en grito canciones como Barrio conflictivo, con un final hardcore y vertiginoso, un Come elefantes que concluyó con un “que le den por el saco a la monarquía” o ese Víctima en el que aclaró que “el sol no calienta por igual a todas las cabezas”. La Casa Real, el poder, la represión, la tortura, el terrorismo de Estado, el racismo, el capitalismo, la censura… A todas esas taras las amenazó el bastón que blandió por primera vez en Tentando a la suerte.

El Drogas reventó Abandoibarra Jose Mari Martinez Bubu

CAÑA

Pasajes plácidos como Cordones de muerte, bellísima balada dedicada al alzheimer que sufrió su madre y que tocó con guitarra acústica, fueron la excepción de un recital marcado por la caña. A espuertas y sin contemplaciones. Y ahí la culpa recayó en su banda actual, propulsada por ese bombeador de ritmo que es Brigi, su batería, que exhibió el cuello, el pecho y la pegada de McGregor, su bajista Flako y “el maestro” Txus Maraví a las guitarras, que ofreció una clase magistral sin despeinarse, sin pose ni afectación alguna.

Sonó, “como un ciclón”, A toda velocidad, con magníficos y audibles coros refrescados por el sirimiri; rescató la censurada en su día Bahía de Pasaia; un riff glam coronó Cuidado con el perro y los botes de los fans la versión de Frío, de Alarma. Y también cantó Problemas, pero todo fue rodado, especialmente al ceder al público el micrófono en Animal caliente, antes de hacer un guiño a Txarrena con Empujo pa´ ki, y pisar el acelerador con Todos mirando, un Oveja negra en la que bajó del escenario, y la inevitable No hay tregua.

Sí la hubo, corta, para un bis en el que sonaron Azulejo frío y En blanco y negro, en pura exaltación colectiva y antes de un agur en el que el de La Txantrea reclamó salud para todos y el disfrute de las fiestas; especialmente para ellas, en un claro aviso a machistas descerebrados. Y la imagen final resultó enternecedora al ver a tanto rockero bailar y cantar el Help, de Tony Ronald, mientras el grupo saludaba desde el escenario.

A gusto todos, sí; todos muy a gusto.