Bilbao - “No queremos que esto vaya a más y no estamos dispuestos a que la gente se vaya de Bilbao con un mal sabor de boca porque les han robado”. Los hosteleros de la Plaza Nueva -lejos de querer generar alarma- han decidido alzar la voz y denunciar la situación de inseguridad que están padeciendo, principalmente desde hace dos meses. Los episodios de hurtos se han visto incrementados ante la mirada vigilante de los propios hosteleros, que han optado por enfrentarse a los cacos para proteger a sus clientes.
“No lo debemos hacer, ¿pero cómo vamos a mirar a otro lado cuando estamos viendo cómo les roban delante de nuestras narices?”, plantea Yolanda, del bar Gure Toki.
Los profesionales de hostelería de la Plaza Nueva temen que esta situación vaya a más y reclaman un mayor control policial que proteja aún más a los clientes, víctimas de la mayoría de los robos. “Hay que hacer algo ya”, dice Yolanda, responsable del bar Urdiña. Y añade: “No hay un día que no levanten el bolso a una clienta en una terraza o que entren en los locales a robar a los propios trabajadores. Estamos hartos, lo estamos viendo todos los días y no nos vamos a callar ni por miedo ni porque pensemos que esto va a suponer mala fama para la Plaza Nueva”.
Los hosteleros aseguran estar preocupados y se han levantado en armas para poner freno al grupo de jóvenes que, según confirman a DEIA, son quienes han originado esta problemática en la zona. “Sabemos de sobra quiénes son”, explican. Se trata de un grupo de cinco menores que habitualmente actúan en pareja. “Se les ve de lejos cómo funcionan. Disimulan hablando por teléfono entre ellos mientras controlan a la gente que está sentada en las terrazas. Seleccionan a sus víctimas y van a por ella. Se aprovechan de los descuidos para poder actuar y hacerse con los bolsos, carteras, móviles...”, relatan los hosteleros.
La preocupación es cada vez mayor y temen que un día pase algo gordo. “Enfrentarnos a ellos supone un riesgo para nosotros, lo sabemos. Así no debemos actuar”, destacan los responsables de los locales. Sin embargo, la situación y el miedo a que esta ola de robos perjudique al ambiente que se vive en la Plaza Nueva ha llevado a los hosteleros a unirse para entre todos intentar “espantar” al grupo de ladrones. “No sé si lo conseguiremos, pero no estamos por la labor de abandonar. Defendemos nuestros negocios y a nuestros clientes”, afirman.
Cada vez que ocurre algún incidente los hosteleros lo ponen en conocimiento de la Ertzaintza o de la Policía Municipal, pero afirman estar “cansados” y algunos han optado por dejar de denunciar.
En los dos últimos meses, según datos proporcionado por el Ayuntamiento de Bilbao, en la Policía Municipal se han registrado un total de 12 hurtos y un robo con violencia. “Llamadas a la Policía hay un ciento y más, pero ya estamos hartos de denunciar”, apuntan. “¿Para qué? ¿Sirve para algo?”, se preguntan. Sin embargo, los hurtos no cesan y la situación empeora con amenazas a los propios camareros y robos dentro de los establecimientos. Víctor, del bar Ekain, relató ayer a DEIA que no es la primera vez que los cacos han escupido a sus camareros. “Nos dicen que les dejemos, que están trabajando”. Para Txema, del bar Plaza Nueva, poner solución a este problema es complicado. “Lo peor es que a estos chavales les da todo igual. Saben que son impunes y que, por mucho que les detengan, entran por una puerta y salen por la otra”.
A por el ladrón Iñaki, el responsable del bar Urdiña, no se lo pensó dos veces. Hace un par de semana desde la puerta de su local vio cómo un joven intentaba robarle el bolso a una mujer. Dejó el bar y se lanzó para frenar la acción del ladrón. No es el único. “Estoy cansada de hacer de vigilante. Yo soy hostelera, pero no hago más que avisar a los clientes que tengan cuidado con sus bolsos, con las carteras... Tenemos costumbre de dejar el teléfono sobre la mesa y los cacos están atentos. Lo de ahora no lo he visto nunca ”, añade la responsable del bar Argoitia.
Yolanda, que regenta el Gure Toki, tampoco da crédito a lo que está sucediendo. “Más turistas y más robos. Eso es así”, apunta. En esta tesitura, la responsable del local plantea que la presencia policial no se limite a los fines de semana, cuando más gente se concentra en la Plaza Nueva. “Los robos son todos los días y a todas las horas”, hace hincapié Yolanda. Según explica la hostelera, ni siquiera en los años duros de la heroína ha vivido situaciones como la de ahora.
El Casco Viejo no es la única zona en la que los hosteleros denuncian un aumento de hurtos. Los cacos se mueven por toda la villa y saben cuáles son esos focos en los que más gente se concentra. En la calle Ledesma también los camareros han notado un incremento en el número de robos. “No hay día que no nos venga una persona denunciando que le han quitado el bolso o el móvil”, relatan. Lo cierto es que los hosteleros no están por la labor de bajar la guardia. “En 20 años no me habían robado en el local hasta ahora. Esta semana hemos parado a dos que intentaban robar a los clientes. El tema va a más”, augura José Cuberta, del Bar Charly.
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