Bilbao - La magia de la luz y de la música consiguió que la noche no lograra teñir de negro a la capital vizcaina, en su 717 aniversario. La Noche Blanca hizo brillar anoche la ciudad con ornamentaciones lumínicas, fachadas coloreadas de luz, mapping y proyecciones sobre los edificios representativos de la villa. Miles de personas trasnocharon para disfrutar de los numerosos actos organizados con motivo del cumpleaños. El edificio que alberga el Ayuntamiento también está de aniversario y, por eso, para conmemorar los 125 años de su creación, el inmueble fue iluminado con juegos ornamentales desde las diez y media de la noche. En el encendido participó el alcalde Juan Mari Aburto y parte de la corporación municipal. A solo unos metros del edificio, el Puente del Ayuntamiento acogió una instalación lumínica con dos traineras accionadas mecánicamente simulando una regata. Otro de los espacios que este año se sumó a la Noche Blanca fue la estación de La Naja. El trasiego de pasajeros se hizo real. El edificio, que fue en su día uno de los lugares de tránsito más representativos de Bilbao, recuperó por una noche el atractivo que le caracterizó antaño gracias a un vídeo mapping con música en directo que proyectaba imágenes acompañadas de música y danza.

Algunos de los edificios más simbólicos de la ciudad transformaron su fisonomía gracias a juegos de luces y proyecciones que se fueron representando sobre las fachadas y cambiando el paisaje urbano por una noche. Una de las joyas arquitectónicas que también cobró vida con la luz fue la catedral de Santiago; el pórtico deslumbró y ofreció un año más a los asistentes la posibilidad de admirar la belleza de sus formas. El vestíbulo de la icónica torre Iberdrola se llenó de notas musicales con el concierto de tres chelistas que interpretaron la suite nº1 en Sol Mayor de Bach. El estanque del Palacio Euskalduna relució con una imagen del jardín de las peonias que reflejaba su belleza sobre la lámina de agua. Y entre luces, vídeos y proyecciones una manada de caballos danzó por alrededor de la fuente y de los parterres que rodeaban a plaza Moyúa. Sin duda una noche para disfrutar y dejarse llevar por la ilusión. Reportaje fotográfico: Pablo Viñas y Borja Guerrero