Cuando Atxuri era el arrabal de Ibeni
Una exposición de maquetas de Jaime Laita en el museo de Arte Sacro refleja la evolución del barrio desde el año 1500
CUANDO se puso la primera piedra del convento de las dominicas e iglesia de la Encarnación, en torno al año 1500, Atxuri era conocido como el arrabal de Ibeni. Entonces solo había una iglesia, la de los Santos Juanes, que posteriormente se trasladaría al centro de la villa, un pequeño hospital, extramuros para evitar contagios, y dos casitas de los frailes dominicos. Así queda reflejado en una de las maquetas que ha elaborado Jaime Laita del Barco para la exposición Atxuri, los orígenes del barrio, organizada por BilbaoHistoriko en el Museo de Arte Sacro. La muestra se compone de nueve maquetas, cuatro sobre la evolución del barrio y cinco sobre la construcción de la iglesia. Todas ellas se pueden ver de forma gratuita en el claustro del museo hasta el próximo día 30 de marzo. Y además, a partir del 1 de marzo se podrá contemplar en el mismo escenario una exposición de K-Toño Frade sobre personajes txirenes de Bilbao.
Recorrer la exposición de maquetas sobre Atxuri de la mano del director del Museo de Arte Sacro, el historiador Juan Manuel González Cembellín, es todo un lujo. Sus explicaciones hacen comprender mejor la historia de uno de los barrios más emblemáticos de Bilbao que adquirió la denominación de Atxuri a principio del siglo XVII. “En un principio era un barrio bastante despejado, vacío”, comenta, “apenas había unas pocas construcciones”. Recuerda que el barrio “arrancaba de las murallas de la villa, en San Antón, en el Portal de Ibeni, y por ahí pasaba el Camino Real, por la zona del paseo de Los Caños hasta coger el camino hacia Durango”. La primera maqueta está basada en un grabado publicado en 1575 en Civitatis, “un libro que recogía vistas de las principales ciudades europeas”. La siguiente maqueta nos traslada al año 1756, fecha del grabado en el que se apoya Jaime Laita para reproducir el barrio en miniatura. “En esa época Atxuri sigue siendo una zona bastante vacía”, señala González Cembellín, “en donde se mantiene la iglesia de Los Santos Juanes, el convento y el hospital, y así seguiría hasta el siglo XIX, en el que se produce una gran transformación”. Eso es lo que recoge la tercera maqueta. “En la segunda mitad del siglo XIX”, prosigue explicando el director del museo, “ya se ha construido el nuevo hospital, que hoy en día es un centro de enseñanza, desaparece la iglesia de Los Santos Juanes, que ha entrado en el centro de la villa, y empiezan a ocupar espacio las calles hacia la zona de Ollerías Bajas y Altas”. Desde que se construye el nuevo hospital, “esta zona comienza a adquirir más importancia”, remarca Juan Manuel, “y se empieza a poblar, convirtiéndose en un barrio importante de Bilbao, aunque todavía no se había ganado todo el terreno a la ría para construir la estación”. Para entonces el arrabal de Ibeni ya se había convertido en Atxuri, un nombre sobre cuyo origen y significado no hay unanimidad entre los expertos.
Nuevo hospital Entre las curiosidades que destaca González Cembellín sobre la fachada del nuevo hospital, que está torcida y así queda reflejado en la maqueta, es que “una familia muy poderosa de Bilbao, los Victoria de Lecea, que tenían el palacio donde hoy hay un supermercado, cuentan que protestó porque les podían entrar virus en la casa cuando el viento soplara y presionaron para que torcieran la fachada, pero eso es un bulo; está hecha así para que el ángulo haga que se vea bien desde San Antón”.
Una cuarta maqueta “más metafórica”, reproduce ya las minas, el tren y las casas del barrio. En este punto aclara Juan Manuel que “eran casas muy altas para la época ya que se intentaba aprovechar el espacio al máximo”. Bilbao era un “caso especial”, según él, “porque hasta finales del siglo XIX era una de las ciudades con las casas más altas de todo el estado, planta baja, cuatro pisos y bajo cubierta o ático, y eso se debe a que no había espacio. Bilbao era muy pequeño”. Por eso comienza a poblarse el arrabal de Ibeni.
Las otras cinco maquetas de la exposición se centran en la historia de la construcción del convento y la iglesia de La Encarnación. Una historia que se inicia cuando un grupo de mujeres beatas, que vivían en comunidad en un piso de la calle Somera, quieren ser monjas y fundar un convento. Para ello se ponen en contacto con la orden de las dominicas, que le exigen recaudar los suficientes fondos como para levantarlo y posteriormente poder mantenerlo. González Cembellín dice que “como probablemente eran mujeres de buenas familias bilbainas, consiguen el dinero” para construir el convento y la iglesia.
Construcción Según los datos que maneja el director del museo, “sabemos que en 1914 el convento ya existía y la iglesia estaba funcionando”. La iglesia, al parecer, “se construyó bastante rápido, aunque la fachada se tuvo que retocar hacia 1530”. Se trata de una iglesia “muy típica de convento”, señala Juan Manuel. Eso quiere decir que “había muchas capillas en los laterales donde la gente pagaba por las misas; estaba estructurada para sacar rentabilidad económica”. También destaca que tenía un coro “muy profundo porque las monjas eran bastante numerosas y su sitio era el coro”. Respecto al autor de la obra “no se sabe quién es el arquitecto”. Es muy probable que fuera Sancho Martínez de Arego, ya que en esos años fue el maestro cantero (hoy en día se llamaría arquitecto) que diseñó la iglesia de Begoña y el convento de los franciscanos en Bilbao La Vieja. En cualquier caso fue una obra complicada por los andamiajes que fue necesario colocar y las espectaculares bóvedas que forman parte de su estructura.
Convento En cuanto al convento, inicialmente tuvo dos alas el claustro, aunque su aspecto actual, con dos plantas, es del siglo XVII. Como curiosidad, Juan Manuel destaca que, aunque los dos edificios están anexos, el convento de las monjas estaba en el término municipal de la anteiglesia de Begoña y la iglesia, en Bilbao. “Eso era importante para las monjas”, señala el historiador, “porque, según les interesaba, funcionaban como bilbainas o como begoñesas, ya que Begoña se regía por el Fuero de Vizcaya y Bilbao no”. Hay que tener en cuenta que “el cabildo, es decir los curas que gestionaban las cuatro parroquias de Bilbao, Santiago, San Antón, San Nicolás y Santos Juanes, siempre fueron muy celosos de que hubiera conventos mendicantes dentro de la villa porque eso les hacía competencia a la hora de recaudar limosnas”, explica Juan Manuel. Así que las monjas podían pedir en el convento, que quedaba fuera de la jurisdicción de Bilbao.
Actualmente, las instalaciones del convento albergan el Museo Diocesano de Arte Sacro y un colegio mayor en una de las alas del claustro. Las últimas monjas dominicas abandonaron el convento en 1977. Fueron trasladadas a otro en Leioa, muy cerca del centro comercial Artea, ubicación que también abandonaron. El convento pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Bilbao y la iglesia, no, sigue en manos de los dominicos. Aunque han pasado muchos años, ambas construcciones siguen siendo el epicentro de un barrio que “ha cambiado mucho”, resalta Juan Manuel. “Es un barrio con mucha personalidad”, dice, “y muy querido por sus habitantes, donde en su momento llegaron muchos inmigrantes y siguen llegando de muchas razas y orígenes”. Aquel arrabal de Ibeni, poco poblado y salvaje, se ha convertido en un Atxuri moderno y multicultural.
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