Bilbao - Aritz García lleva muchos años envuelto en las batallas de gallos. Pero en Doña Casilda nadie le conoce como Aritz. Es Neonath, “aunque me llaman Neo”. Tiene 28 años y es la prueba viviente de que las apariencias engañan. Pantalones anchos, sudadera gigante y una gorra como corona. Pocos dirían que se trata de un doctor en bioquímica que trabaja para el Instituto de Biofísica de la Universidad del País Vasco. Ha tenido la oportunidad de participar en algunos torneos de renombre y, por eso, suele formar parte del jurado que decide en las batallas de gallos de Doña Casilda. Disfruta inmerso en una maraña de 40 improvisadores: “Es gente que tiene dos características en común importantes: que les gusta improvisar y que quieren mejorar. Cuando te gusta hacer algo, la mejor forma para mejorar es practicarlo. También mejoran aprendiendo de los improvisadores que más les gustan viéndoles en Youtube”.

Reconoce que como juez es difícil contentar a todos, sobre todo por las diferentes maneras que tiene la gente de interpretar las batallas de gallos: “Hay gente que dice que, sobre todo, esto es un espectáculo musical y que lo que prima es que suene bien. Al fin y al cabo, es rap. Yo no estoy en desacuerdo del todo, pero pienso que, si es una competición o una batalla, hay que valorar al que diga mejores cosas, bien sea por el tema que se les ponga, o por decir cosas más ingeniosas, o sobre todo porque demuestre que improvisa”.

Celebra el éxito de convocatoria de estos torneos en pleno centro de Bilbao. “Cada vez viene gente nueva y la gente que viene es cada vez mejor”, explica, “eso significa que se están haciendo las cosas bien. En Doña Casilda intentamos que gane el que mejor lo hace. Yo intento votar al que más me gusta y me abstraigo de si es conocido mío, o de si es mi amigo, porque eso perjudica el funcionamiento de todo lo que se está organizando”. Al igual que los árbitros de competiciones deportivas, Neo sabe que sus decisiones pueden no gustar a todos: “Siempre va a haber gente que no esté de acuerdo, porque cada uno tiene su criterio. Alguien que piense que esto debe ser un esfuerzo musical puede decir que un chico está hablando, no cantando. Y habrá otros que piensen lo contrario, que otro chico canta mucho, pero no dice nada. Es difícil tener a todos contentos”.

Neo ha visto improvisar a gallos de diferentes generaciones y reconoce que ahora los jóvenes llegan más formados. “Tienen más cantidad y calidad de contenidos en Youtube para aprender”, señala. De todos modos, apunta que Euskadi está lejos de la calidad del sur del Estado, sobre todo de zonas como Alicante o Valencia, “donde hay mucho desarrollo, apoyo y mucha gente sigue las batallas”. Precisamente por esto mismo resalta que el Campeonato del Mundo que ganó en 2014 el barakaldarra Invert tuvo “doble mérito” al no tener referencias y tener que salir para darse a conocer.

Neo relata que trabajan para que los improvisadores vizcainos tengan una oportunidad en los grandes torneos: “Hay que tener repercusión. La repercusión la da la calidad. Para que haya calidad, tiene que haber apoyo. Y para que haya apoyo, tiene que haber repercusión. Es un círculo vicioso”.

Mientras tanto, lamenta la mala imagen que tienen las batallas de gallos: “El que viene sin entender lo que son, solo ve dos chavales insultándose. Es el comentario clásico. No se dan cuenta de que hay un esfuerzo musical, de ingenio y de inmediatez”.