LAS paredes del hall de la academia de baile que Ainhoa dirige en Rekalde están llenas de fotografías que dan fe de su trayectoria como bailarina profesional. Entre ellas destacan las que inmortalizan su participación en los spots publicitarios de Freixenet. Ella fue una de las burbujas del cava catalán en tres ocasiones. Lo recuerda con cariño, pero ese capítulo de su vida ya forma parte del pasado. Corresponde a una época en la que Ainhoa vivía a caballo entre Madrid y Bilbao para poder compaginar su faceta como bailarina en galas, programas y anuncios televisivos con la de profesora en la escuela de baile que había heredado de su madre. Así hasta que un día decidió dedicarse exclusivamente a la enseñanza porque estaba convencida de que “tenía futuro”, dice, pero no de la danza clásica. Ainhoa, que es una mujer emprendedora e innovadora, apostó en 2004 por “el baile moderno”. Cambió el nombre de la escuela, la denominó Fusion, y desde entonces solo imparte clases a los jóvenes que quieren seguir sus pasos. No se arrepiente de la decisión. Está “muy contenta” de lo que ha conseguido “porque Fusion es un referente del baile moderno en Bilbao”, pero confiesa que “no todo es tan bonito como parece”. “Este trabajo conlleva no estar nunca en casa”, afirma. Aunque la satisfacción llega cuando los grupos de baile que ha formado en la academia triunfan en los campeonatos en los que participan.
Ainhoa mamó la danza en su casa desde que era una niña. “Yo creo que empecé con 3 años”, dice. Con esa edad acudía a la escuela de danza que había montado su madre, también bailarina, en el barrio bilbaino de Rekalde. Enseguida comenzó a despuntar. “Pero como la relación profesora-madre era complicada, acabé yendo a estudios de Bilbao”, recuerda. Al final acabó obteniendo la titulación en ballet clásico en la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza de Madrid. Y el salto cualitativo lo dio con 16 años cuando, gracias a una beca del Gobierno vasco, pudo ir a Londres a proseguir su formación. “Al principio lo pasé muy mal, sobre todo a las noches”, recuerda, “porque eres muy joven, estás sola y aunque conoces el idioma no lo dominas”. Primero estuvo en la London Contemporary Dance School y posteriormente en el London Studio Center. “Esta segunda escuela estaba especializada en musicales, con lo cual había más variedad, y me empezó a gustar más. Vi que el baile moderno era una ventana con muchas más posibilidades”, dice. Ese fue el camino que eligió para ir alejándose del ballet clásico, “que es la disciplina de la danza más dura y sacrificada porque el nivel físico y de control que se exige es brutal”, afirma. Además, también vio que “la salida en el mercado laboral para los que hacen clásico es mucho más reducido”.
Tras su estancia en Londres regresó a Bilbao para coger las riendas de la escuela de su madre, que se jubiló. A partir de ese momento comenzó a introducir modalidades de danza contemporánea. Al mismo tiempo inició su peregrinaje por los castings de Madrid en busca de una oportunidad. Y la encontró en uno de ellos, que le supuso la entrada en el universo televisivo de José Luis Moreno. Gracias al empresario ventrílocuo “salí bastante en la tele”, dice, y pudo participar en galas, festivales de música y anuncios como el de Freixenet. Durante ese tiempo “iba y venía, pero al final decidí quedarme en Bilbao y hacer solo los trabajos que podía compaginar”. A pesar de que José Luis Moreno le propuso quedarse en la compañía, Ainhoa prefirió decantarse por la escuela. “Había vivido años en Londres y no quería seguir con ese tipo de vida de compartir piso, quería mi independencia, mi estabilidad”. Así argumenta su decisión de volcarse en la enseñanza.
Baile moderno Ainhoa siguió introduciendo novedades, pero el cambio radical llegó en 2004. “Le di un vuelco a la escuela. Decidí dedicarme solo a lo moderno”, cuenta. “Me dijeron que estaba loca porque podía llenar la academia con gente dando más estilos, pero yo seguí adelante”. Reconoce que “al principio me costó muchísimo, pero al final funcionó”. Hoy puede decirlo bien alto. Fusion tiene algo más de 600 alumnos repartidos en los centros de Bilbao y Barakaldo, y en el Colegio Vizcaya y en Laudio. De sus aulas han salido los grupos Fusion Noise y Fusion Blood, que han obtenido numerosos premios. Ahora prepara el próximo Fusion Summer Week, un campamento de verano para jóvenes entusiastas del baile moderno. Ainhoa sigue danzando.