Bilbao - La noche bilbaina no pasa por su mejor momento. Son varios los factores que en la capital han hecho que la oferta de ocio nocturno se haya diluido notablemente en los últimos años. En las últimas semanas algunos bares han bajado la persiana ante las dificultades del momento. Uno de los casos más sonados ha sido el del pub Bowie, de la calle Licenciado Poza. Según sus propietarios, se han visto empujados a esta decisión por el escaso número de clientes que el Ayuntamiento le permitía alojar. En ese pulso entre hosteleros y consistorio, quedan patentes las diferentes interpretaciones que ambas partes hacen de la normativa vigente.

Patxi Rementería es uno de los propietarios del Bowie. Recuerda que cuando se hicieron cargo del negocio tenían un aforo de 55 personas. “En 2008 vino una persona del Ayuntamiento y nos lo bajó a 35. Nosotros lo recurrimos y se quedó con 29. Lo dejamos así porque en aquella época nadie se metía con los aforos”, relata.

El aforo de un local se calcula en base al Código Técnico de la Edificación. Rementería señala que a la hora de evaluar el aforo del Bowie “el Ayuntamiento se basó en una línea en la que pone que los locales del grupo 2, cafeterías y bares, pueden tener una persona por metro cuadrado”. El propietario pone el grito en el cielo porque entiende que su local admite una clientela mayor: “Hace poco hicimos una demostración con 29 personas y fue escandaloso porque estaba vacío”.

Las reivindicaciones para un aumento de aforo en el Bowie vienen de lejos. “Hicimos un acta notarial en 2010”, rememora Patxi Rementería, “metimos cien personas y el notario dio la orden de salir. Tardaron un minuto y 37 segundos. Esto, junto a un estudio de un arquitecto, lo presentamos al Ayuntamiento para que nos modificaran el aforo y no lo consideraron”. Asegura que durante cinco años no se han sentido perseguidos, pero en los últimos tiempos “la Policía Municipal ha empezado a controlarnos el aforo y hemos llegado a esta situación insostenible”.

Como ejemplo, Rementería relata una noche en la que tuvieron que desalojar el Bowie ante la mirada de los agentes: “Habíamos triplicado el aforo. Al portero le decimos que controle un aforo de noventa personas. El estudio del arquitecto estimaba que estaba preparado para 96 personas y la prueba de desalojo la hicimos con cien, así que decidimos establecer un aforo de noventa. Vinieron durante tres o cuatro semanas seguidas hasta que decidimos que así no podíamos seguir. Lo cerramos definitivamente hasta que solucionemos este tema”.

En este caso, una de las causas del problema es que el Bowie no cuenta con la licencia de grupo 3, que es la oportuna para pubes, pero hace años que el consistorio bilbaino no concede ninguna licencia de este tipo al entender que la villa ya cuenta con suficientes locales de estas características. “Si te dan el grupo 3, sin tocar nada del establecimiento, te dan el doble de aforo”, explica Patxi Rementería, “en el Bowie, si nos metiesen en el grupo 3, automáticamente nos duplicarían el aforo y podríamos tener sesenta personas. Así y todo, si en hora punta metiésemos sesenta personas en el Bowie, parecería que hay poca gente”. El hostelero recuerda que diariamente se supera esa densidad en muchos lugares de Bilbao: “En un metro, en un partido del Athletic, en un tranvía o en un autobús pueden tener un aforo superior. Un autobús de línea tiene un aforo de ochenta personas”.

El hostelero, que confiesa haber perdido la ilusión por reabrir el negocio pese a que tiene una reunión con el Ayuntamiento en dos semanas, aboga por aplicar la normativa atendiendo a aspectos relativos a la seguridad: “Apuesto por hacer un estudio individualizado de cada local. No es lo mismo tener una puerta o dos. Puedo quitar cristalera y abrir otra puerta de dos metros. Así duplico mi capacidad de desalojo, por lo que en términos de aforo y seguridad podría tener más gente”.

Normativa estatal

Mientras el Ayuntamiento mantiene silencio sobre el asunto, el presidente de la Asociación de Hostelería de Bizkaia, Ángel Gago, pone en valor que lo relativo a cuestiones de aforo “nace de una normativa de ámbito estatal y, por lo tanto, es de obligada aplicación. A los ayuntamientos lo único que se les puede exigir en la aplicación de esa normativa es que intenten hacerlo con el carácter menos restrictivo posible. Por tanto, cuando cualquiera imputa al Ayuntamiento la responsabilidad sobre el aforo, entendemos que se está confundiendo”.

Gago aconseja a quien entienda que tiene un aforo incorrecto que contrate un técnico cualificado para que establezca en un proyecto el aforo que realmente le corresponde en función de la legislación vigente y que lo traslade en una petición formal al Ayuntamiento diciendo que, en virtud de ese informe, entiende que tiene un aforo mal asignado y que pide una rectificación. “En el tema del aforo, entiendo que los ayuntamientos piensen en la responsabilidad que tienen en caso de que haya un incidente grave dentro del establecimiento”, explica el representante de los hosteleros vizcainos, “pero eso sería de aplicación a locales hosteleros, a colegios, a clínicas o a cualquier acto socio político o cultural que exista. Es cierto que en general tienden a ser excesivamente precavidos”.

En cuanto a la negativa de emitir más licencias de grupo 3, Gago señala que es una limitación municipal precisamente por la presión vecinal que ha existido para impedir que haya más establecimientos de noche: “No debería temer tanto la presión vecinal para establecimientos bien preparados porque un local bien preparado no debe ser molesto para la vecindad”. La Asociación de Hostelería de Bizkaia lleva una década solicitando que se recalifique a aquellos que quieran cambiar de licencia y que cumplan los requisitos para ello. De todos modos, lanza una advertencia al gremio: “Si los establecimientos que hay en estos momentos se están quejando de un déficit de actividad, hasta cierto punto tener más establecimientos no solucionaría el problema”.