bilbao- Cuesta imaginarle en los duros comienzos, con días que se hacían noches entre el trabajo y los estudios. No porque queda la duda su capacidad de trabajo -en los círculos que le conocen es legendaria...- sino porque lleva años siendo un hombre de despachos. La vida de Miguel Ángel Lujua discurre en permanente ascensión; desde su progreso profesional continuo hasta el hito montañero que guarda en su memoria, una historia que deja su nombre grabado en la piedra del Naranjo de Bulnes.

Cerremos los ojos para mirar atrás. La carpintería...

-Entré a los 14 años y me marcó mucho. La carpintería estaba muy cerca del colegio y me avergonzaba que mis compañeros me viesen con el buzo y manchado. Pero también me marcó el carácter.

Elija: ¿el trabajo con las manos o el intelectual?

-He tenido callos en las manos y he tragado mucho polvo, sí. Pero también acumulo 30 años de experiencia en la siderurgia, con el ruido, las planchas, el humo o el calor... Todo eso me ha forjado.

Paso a paso sin descuidar la formación...

-En aquellos años no había academias como hoy, sino las clases nocturnas. Trabajaba y estudiaba y los días eran realmente largos. Y a los 18 años empecé a hacer alpinismo... ¿En busca de la relajación?

-Me aficioné. Y pronto me di cuenta que la montaña es una buena escuela porque te enseña a tomar decisiones sin ayuda de nadie.

¡Cien por cien autodidacta! ¿Qué otras lecciones extrajo de arriba?

-Que las cosas se celebran cuando se terminan y no antes. La ascensión se celebra abajo. Ya sabrá que en el Everest se ha matado mucha gente bajando: el campo 4 al campo 6 hay más de 40 cadáveres y los alpinistas se cruzan con ellos. Están ahí.

Tenía pendiente una historia en el Naranjo...

-¡Ah!, el Naranjo de Bulnes. A los 21 años, aún sin cumplir, tuve el honor y la suerte, junto a mi buen amigo José Luis Bayón, de hacer la cara oeste del Naranjo de Bulnes en un solo día. Fuimos los primeros en lograrlo en España. Ahora subo al Pagasarri, como todo bilbaino.

Llego el adiós a la carpintería y entró en la siderurgia...

-Sin saber nada de nada, poco a poco comencé a organizar: almacenes, nóminas. Me hice muy autodidacta.

Con el objetivo de...

-Que la gente me reconozca. Allá donde he estado siempre he procurado ser un ejemplo.

¿Hoy funcionaría esa fórmula?

-Hay que tener suerte. Hay mucha gente que se esfuerza y no llega.

En el siglo XXI esa ascensión laboral se antoja un Everest...

-Es verdad que en aquella época las personas que trabajaban y luchaban salían hacia delante. Se progresaba y se llegaba antes. Hoy es más difícil ser un número uno.

¿Cree, por tanto, más en el talante que en la formación?

-Digamos que creo más en la persona que en los estudios. Cuando hablo con alguien en el trabajo no sé si está titulado o no sino qué trabajo desarrolla.

Y usted dejándose las pestañas con esa doble vida del trabajo estudio...

-Salía de Nervacero y llegaba a Sarriko a las siete de la tarde. Estudiaba con apuntes de amigos, uno de ellos Txema Vázquez Eguskiza. Me ponía histérico pensar que había clases y yo me las perdía.

¡Un respiro, por favor!

-Tenía mis distracciones. Hasta los 28 años hice alpinismo y estuve siete años sin pisar Sarriko. Piense que terminé la carrera a los 32 años, dos días después de nacer mi hijo.

¡Bendita santa!

-Estuve 4 años sin coger vacaciones: libraba en la fábrica para los exámenes. Es la gran sacrificada.

¡Basta ya! Hablando de mujeres, ¿sintió eso de que ligar en Bilbao es más milagro que pecado?

-Yo ligaba bastante, era muy bailón, hasta que me llegó el flechazo. Me case en apenas seis meses.

¡Un borrón en su inmaculada biografía, por favor!

-No sé. Igual he hecho daño a alguien sin saberlo...

¡Venga ese pecadillo!

-Cuando tenía seis años un tío mío era párroco de Sestao. Un día vi la botella de vino de cura y... ¡Uf!, no puedo beber un vino ajerezado desde entonces. No me he emborrachado jamás pero ese día aprendí que las puertas se ven dobles, ja, ja. ja.

¡Qué compromiso! Ser de la Virgen de Begoña, del Athletic y de IMQ en el ADN del buen bilbaino...

-Un compromiso y un orgullo. Los propietarios son los propios médicos y trabajan con vocación de servicio.

Desde el sillón de la dirección general trata de...

-Aspiro a que los clientes de IMQ sean fans de la marca. Y lo son.

A su edad y este ‘aterrizaje’...

-Cambié porque IMQ tiene un gran prestigio, un alto nivel tecnológico y la filosofía de ofrecer una solución a cada caso que se plantea.

¿A quién reza usted?

-A Dios lo tengo siempre presente pero cada vez rezo menos. Oyes cada cosa de la Iglesia que... Me rezo a mí mismo para ser capaz que la empresa crezca y dejar huella. Alguien me dijo que a los jefes los nombra la empresa y a los líderes los eligen las personas.

Aconsejemos a quien empieza

-A algunos jóvenes les diría que hagan una FP, es una alternativa que posibilita una entrada laboral. Los que estudien una carrera tendrán que ser muy buenos y será importante que salgan al extranjero para aprender idiomas y ganar amplitud de miras. Ahora la movilidad es un valor en alza.

¿Acaso la juventud vive el trabajo de hoy con la misma pasión que su generación o con cierto desdén?

-Se habla de esa mentalidad, pero en cada empresa donde he estado me he encontrado con esos valores. Igual no está tan generalizado como se dice y es más mito que realidad. Soy de los que piensa que tienes que trabajar en algo que te gusta.

¿Sería capaz de trabajar en algo que no le haga feliz?

-Si no tienes más remedio sí, porque es más fácil buscar un trabajo desde otro que desde el paro.

¿Qué aprendió desde la atalaya de Confebask?

-Hay que potenciar el emprendimiento porque hoy en día existen grandes grupos empresariales que te absorben. La globalidad ha llevado el mercado muy lejos y ya no quedan grandes empresas, aquellas de mil empleados o más. Por eso hay que incentivar a quien aún arriesga.

¿Solo o en compañía de otros?

-O te rodeas de gente cualificada o no llegas muy lejos.

¿Tiene sentido a día de hoy la imagen del gran potentado?

-Me he pegado muchos martillazos, he lavado mucha ropa. Nadie me ha regalado nada y tampoco he conocido a empresarios de puro y copete.

Señor empresario: ¿qué le diría a gente como Pablo Iglesias, que en ocasiones los ha denostado?

-Que el empresario vasco tiene un alto nivel ético y de compromiso, que ha aguantado 40 años de extorsión y que ha aplicado la reforma laboral de manera muy adecuada. Al señor Pablo Iglesias le diría que aprenda del empresario vasco.

¿Si no hubiese nacido aquí le hubiese gustado dónde?

-En EE.UU. tal vez. Tiene mucho bueno y malo pero es el país de las oportunidades y perdona el fracaso. Después de una guerra interna hicieron una bandera y tras la bandera un país.