Bilbao - A partir de mañana y hasta el próximo 10 de febrero, el Ayuntamiento de Bilbao iniciará un proceso participativo mediante el que cualquier vecino podrá proponer denominaciones de calles, vías públicas y plazas. Si ese procedimiento derivase en un cambio de designación para dichos elementos callejeros, concluiría con una serie de afecciones a los vecinos, comercios y locales que operan o residen ahí. Se trata de una circunstancia, muy habitual a principios de los ochenta, cuando se eliminó del callejero de la villa la mayoría de las reminiscencias franquistas, para la que el Consistorio bilbaino ya contempla un protocolo de actuación.

Una vez que el alcalde da luz verde al cambio de denominación de una vía, se confirman cuáles son las viviendas, comercios y locales afectados por el cambio de nomenclatura y se pone en conocimiento de los afectados a través de los administradores de fincas o presidentes de las comunidades.

En palabras de Gotzone Zaldunbide, concejala de Atención Ciudadana, Participación y Distritos del Ayuntamiento de Bilbao, se procede a “comunicar los cambios a las Áreas Municipales y organismos oficiales afectados en sus competencias, así como a los principales empresas de servicios y suministros de agua, luz, teléfono...”.

En cuanto a las afecciones a las que se someten los vecinos, Zaldunbide asegura que la dirección de la documentación personal de los residentes, que corresponde a documentos como el DNI o el permiso de conducir, debe ser modificada en el momento de la renovación que corresponda a cada documento. Por otra parte, las escrituras de las viviendas o locales se modifican cuando se efectúe la venta de los mismos. Una afirmación que también corrobora Mario Martínez de Butrón, decano del Colegio Notarial del País Vasco: “Sabemos que aunque se cambie el nombre de la calle o el número del portal sigue siendo la misma vivienda, por lo que para ahorrar un perjuicio importante de gasto y de tiempo, el cambio en las escrituras no se realiza hasta la venta sin ningún coste. A no ser que el particular desee que conste de inmediato mediante una escritura de rectificación”.

En el caso de sucederse el cambio de denominación, la comunicación “se remite con dos meses de antelación para que tanto los particulares afectados como los organismos de la administración realicen sus gestiones oportunas”, explica Gotzone Zaldunbide sobre una comunicación que se realiza también a organismos oficiales y empresas con el objetivo de facilitar el proceso a los afectados.

Desde Correos, operador de servicio postal por excelencia, afirman que una vez el Consistorio informa del cambio se incorpora la nueva denominación en sus guías postales. “Estas guías incluyen todo el callejero y se actualizan dos veces al año”, afirman fuentes de Correos, que realiza una labor de concienciación a través de folletos informativos que envían a los vecinos con el fin de que indiquen a sus remitentes habituales su nueva dirección. Tal y como afirman, “la actualización de las bases de datos en los grandes emisores de correspondencia no es inmediata y es habitual que convivan las dos direcciones durante un tiempo”. Se trata de un proceso “gradual y no muy rápido”, que puede durar “bastantes meses”. Según afirman, aunque en estos casos Correos “se adapta a estas situaciones con normalidad”, es habitual que los vecinos se quejen “de las molestias que supone tener que llamar a las empresas con las que se relacionan por correo para que actualicen la dirección”.

Proceso abierto La caja de Pandora para el cambio de denominación de las vías se ha abierto debido a la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, que dispone para Bilbao, con la primera revisión, dos puntos del callejero cuyo nombre se debe modificar de forma inmediata. Se trata de la calle Padre Remigio Villariño y el puente Príncipes de España, conocido popularmente como puente de La Salve y cuyo nombre se ha propuesto como sustitutivo. En el caso de la primera vía, el alcalde ha planteado cinco nombres de mujeres -Julita Berrojalbiz Berrojalbiz, Benita Asas Manterola, Adelina Méndez de la Torre, Juanita Mir García y Bizenta Moguel y Elguezabal- como alternativa que se expondrá al dictamen de los vecinos en el proceso participativo.

En cualquier caso, en ninguno de los dos cambios se producirían afecciones a viviendas, comercios y locales, ya que el puente no tiene ningún elemento afectado, salvo dos placas que se deben cambiar, y la calle Padre Remigio Villariño tiene un único edificio, correspondiente a la parroquia Santa Cruz que no tiene habitantes, con una sola placa que lleva su nombre. Según el Área de Atención Ciudadana, Participación y Distritos, el coste por placa nueva ronda los 200 euros, con la colocación incluida.

Siguiendo las recomendaciones de un estudio elaborado por Joseba Agirreazkuenaga y Mikel Urquijo, catedráticos de Historia de la UPV, quienes han analizado el callejero bilbaino, en una segunda fase del proceso iniciado para cumplir con la Ley de Memoria Histórica “podrían ser considerados como de exaltación a la dictadura” pero no específicamente de “represión” las calles Hermógenes Rojo, Eusebio García Alonso y Muelles Alfonso Churruca. En el caso de que se decidiese el cambio de nombre para estas calles, sí que habría vecinos afectados.