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La ampliación del aforo acaba con las colas de los bailables en Deusto

Una nueva salida de emergencia en el polideportivo de Deusto permite dar cabida hasta a 600 personas

La ampliación del aforo acaba con las colas de los bailables en DeustoOscar González

Bilbao - Laura y Lucio se lo tomaron con calma ayer. Sabían que, con la habilitación de nueva salida de emergencia, los bailables que estas semanas se celebran en el polideportivo de Deusto habían podido ampliar el aforo hasta las 600 personas. “El domingo pasado tuvimos que venir media hora antes y esperar la cola para entrar”, explicaban mientras cruzaban en solitario las puertas de acceso, media hora después de la apertura. Finalmente, los incondicionales que se acercaron a Deusto superaron en algunas decenas los 400, por lo que no hubo ningún problema para que todos pudieran entrar sin incómodas esperas.

Habitualmente, los bailables se celebran en La Casilla, pero el pabellón estará ocupado hasta mediados de enero por la pista de hielo de Navidad. En situaciones así, la actividad se ha desplazado a ubicaciones como el frontón de La Esperanza o el edificio del Ensanche. Derribado el primero, el segundo espacio tenía programadas actividades propias en esta época. Por ello, se decidió trasladar los bailables al polideportivo de Deusto, un espacio que cumple todos los requisitos para desarrollar esta cita.

El problema era que las salidas de emergencia existentes en el edificio únicamente permitían un aforo de 284 personas, una cifra inferior a los asistentes que suelen congregar los bailables. Ello provocó que todos los participantes no pudieran entrar en el polideportivo, teniendo que esperar en la calle a que algunos de los asistentes abandonar el baile.

Pese a que la concejala de Fiestas, Itziar Urtasun, afirmara el pasado martes en una comisión que empezaron a trabajar en buscar una solución desde el primer momento, no ha sido posible ampliar hasta este fin de semana el aforo, con la puesta en servicio de una tercera salida de emergencia.

Pese a que ya se anunció el incremento del aforo y un letrero junto a la puerta recordaba el número de personas que podían entrar, no todos los incondicionales de los bailables la tenían consigo. Media hora antes de la apertura de las puertas, la cola frente a la entrada del polideportivo daba vuelta a la manzana. Fátima Rodríguez, de Gallarta, se aseguró la primera posición. “He salido de casa a las cuatro de la tarde”, aseguraba, dos horas antes del inicio del encuentro. “Otros domingos ha habido gente que se ha quedado en la calle y quería asegurarme el poder entrar. Me encanta bailar, he ido a La Casilla de toda la vida”, explicaba. Otra mujer que esperaba junto a ella narraba cómo tuvo que esperar el domingo pasado hasta media hora para poder entrar, “en el descanso, que salió gente. Así que hoy no me fiaba”, admitía.

Bernar Pérez y su marido Juan Antonio Galán, Aurora Ruiz y Begoña Roman también llegaron desde su Bermeo natal con tiempo. “Nos encanta bailar y, como en nuestra zona no tenemos nada parecido, venimos a Bilbao todos los domingos”, reconocía esta cuadrilla que normalmente reúne a casi una decena de amigos. Ascen Persona también lleva años fiel a su cita con los bailables de La Casilla y, aunque reconocía que la seguridad es lo primero, no entendía por qué había tardado tanto tiempo el Ayuntamiento en dar una solución al problema. “La seguridad es lo primero, pero me daba pena que dejaran a la gente en la calle”, admitía.

Cuando diez minutos antes de las 18.00 horas se abrieron las puertas, los aficionados entraron felices. “Yo soy el 595, ya puedes cerrar”, bromeaba uno de los asistentes. “Hoy entramos todos, ¿no?” y “no hay aforo, ¿no?” fueron algunas de las frases más repetidas en la entrada. Una vez que todos los que esperaban en la cola hubieran accedido al polideportivo, los siguientes asistentes pudieron entrar sin esperas. “¿Podemos entrar?”, preguntó, cautelosa, una pareja al llegar. Media hora después, el recuento apenas había llegado a los 400 asistentes y, aunque el goteo continuó, también había personas, sobre todo en el descanso, que abandonaban el recinto. Satisfechos y felices, los asistentes pudieron disfrutar sin esperas de su afición favorita. Mejor que en La Casilla, en opinión de algunos. “Aquí hay calefacción; allí te mueres de frío”, aseguraban Laura y Lucio.