Bilbao - ¿Qué ha cambiado para que el fenómeno de las agresiones tenga hoy más repercusión a pesar de venir de lejos?

-Pues que no se ha trabajado lo suficiente el tema de las agresiones sexistas. Hubo una época en la que se trabajó mucho en los centros escolares tanto a nivel de Infantil como en institutos y eso tuvo sus repercusiones. Los chavales se tomaron en serio el asunto. Pero ahora se ha relajado, se ha dejado de lado ese trabajo en los centros y se nota muchísimo. Hay que retomarlo.

Es un problema de educación.

-Sí, fundamentalmente. El problema ya viene cuando un niño con dos años o tres le levanta la falda a una amiguita y todo el mundo le ríe la gracia. Pero no tiene ninguna. Hay que enseñarle que tiene que hacer lo que la niña quiera. Y eso si se hace desde Infantil se queda grabado.

Los grupos feministas han abanderado casi en exclusiva la lucha contra las agresiones sexistas, y ahora se han sumado otros colectivos.

-Las organizaciones feministas hemos sido las que hemos sacado a la calle esto, las que hemos sensibilizado a la población y, de alguna manera, hemos conseguido concienciar a algunos sectores que han empezado a trabajar el tema. Pero hay una cosa que no debemos perder de vista y es que hay sectores que se conciencian cuando surge una agresión, pero no se trabaja en materia de prevención.

¿Cree que hay un trasfondo ideológico y sociológico para que se produzcan las agresiones?

-Sí porque sobre todo hay una cosa que no ha cambiado en la sociedad y es la jerarquización de los hombres sobre las mujeres. De hecho, los niños y las niñas, en los libros de texto, siguen sin estudiar la aportación que han hecho las mujeres a lo largo de la Historia en las Matemáticas, en la Física y en todo. Y eso también es violencia hacia las mujeres porque se les invisibiliza y no se reconoce su trabajo.

¿La violencia contra las mujeres puede venir, entonces, derivada de este ninguneo?

-Claro, es fruto de la jerarquización que sigue existiendo en la sociedad. Y de la falta de autoridad que se da a las aportaciones de las mujeres.

Las excusas fáciles ya las conocemos, la indumentaria, la actitud...

-Eso no es ningún argumento. Las personas pueden ir vestidas como quieran y salir a la calle a la hora que quieran. Y eso no significa que los hombres tengan que meterse con una mujer. Eso es inaceptable del todo. Lo que pasa es que es fruto de la falta de respeto hacia el cuerpo de las mujeres.

Son conductas que implican una espiral peligrosa.

-Sí, porque esto es como aquel anuncio de Emakunde. Primero te levanto la falda, luego te pego un empujón, más tarde te doy un bofetón y finalmente te mato. Es un tema que si no vas corrigiendo desde la infancia, va in crescendo. Enseñar todo eso debería estar dentro del programa curricular de los centros de enseñanza.

¿Estos comportamientos pueden degenerar posteriormente en violencia de género?

-Por supuesto. Ya estamos viendo que la violencia contra las mujeres va en aumento y cómo está bajando la edad. Si te das cuenta son colectivos cada vez más jóvenes. Antes abarcaba un sector entre 35 y 40 años; ahora podemos hablar ya de entre 18 y 40. Las chicas están soportando la violencia de una manera inaudita. Por eso hay que hacer trabajo de concienciación.

¿En qué consistiría?

-Hay que enseñarles que no deben tolerar ni el cállate, ni te controlo dónde estás a través del móvil, ni con quién te relacionas a través del Wasthapp... Todo eso está creciendo y no se están tomando medidas. No se está dando a las jóvenes y a las adolescentes instrumentos ni recursos para combatirlo.