Matiko, Castaños y Uribarri, Zurbaran, Zurbaranbarri y Arabella, Santutxu y Bolueta, Txurdinaga y Otxarkoaga. Hasta hace menos de cien años todos estos barrios pertenecían a la anteiglesia de Begoña y respondían a una idiosincrasia propia al margen del botxo que a día de hoy se conoce. Recuperar la historia de estos barrios ha sido el objetivo de la iniciativa municipal enmarcada en Bilbao Izan, responsable de organizar desde 2009 conferencias y exposiciones para dar a conocer los diferentes territorios de la villa. Dicho trabajo ha sido recopilado por los comisarios de cada muestra en seis álbumes fotográficos que se reparten con DEIA a cambio de 9,95 euros cada uno. La segunda entrega, correspondiente al libro Begoña: un pueblo de cuerpo entero, se repartirá mañana.
“Begoña fue un municipio independiente hasta 1925, con su alcalde, sus funcionarios, sus escuelas... Esa memoria histórica de municipio se ha perdido y nuestro objetivo es transmitir la existencia de ese pueblo que empezaba en la curva de La Salve y acababa en Otxarkoaga, subía hasta Artxanda y llegaba hasta prácticamente la Plaza Unamuno”, detalla Hektor Ortega, comisario de la exposición predecesora a estos álbumes fotográficos junto a Alberto Ugarte y Koldo Urrutikoetxea.
Nada más fácil para echar la vista atrás que hacerlo mediante fotografías. En la imagen de la zona de la Salve de 1904, por encima de estas líneas, se observa el barrio Ibarra de Begoña. En la década de 1870 Bilbao se anexionó todo Begoñaibarra, desde la Salve hasta la calle Sendeja. “El mayor cambio fue el puente y lo que ahora es Maurice Ravel, esa zona está completamente urbanizada. En la fotografía antigua se ven los chalets, que fueron la primera forma de urbanización que hubo, pero de esa zona ahora solo queda lo que es la sede de la Autoridad Portuaria de Bilbao, en el Palacio Olabarri, y el parque que hay al lado. El resto está completamente cambiado. El Campo Volantín se urbanizó primero con chalés y hoteles para la burguesía y, con el tiempo, se derribaron todos menos el de Olabarri”, detalla Ortega comparando las dos imágenes.
En cuanto a la zona de Artxanda, los barrios de Begoña fueron escalando por la ladera conforme la ciudad se expandía. Los primeros intentos fueron satisfactorios, al amparo de la Ley de Casas Baratas se establecieron barriadas con viviendas de aspecto de chalé. “El proyecto para hacer un funicular estuvo unido a la idea de hacer una especie de parque de atracciones en la cima. El funicular era una forma para que la gente subiera a una zona de esparcimiento, una moda que estuvo muy extendida por Europa e incluso en Euskadi, donde se puede mencionar el ejemplo de Donostia, con Igeldo”.
Sin embargo, en 1902 fracasó el proyecto del funicular y el parque de atracciones en la cumbre. Finalmente, en 1915 la idea se materializó: el funicular escaló la pendiente y, en Artxanda, lucían un casino, una pista de patinaje y una zona de juegos, tal y como se puede observar en la imagen de 1916. “El casino que se perdió en la Guerra Civil, ya que hubo unos combates muy fuerte en esa zona y quedó completamente destruido”, relata el autor del álbum.
Aquella subida al funicular, que a día de hoy sigue existiendo, deja a un lado las viviendas de Ciudad Jardín, construidas en torno 1914. “En esa época, en las primeras décadas del siglo XX, había un problema muy grave de población: mucha gente y poca vivienda. Una solución fue, a través de la Ley de Casas Baratas, la creación de cooperativas ligadas a algún tipo de gremio o colectivo en concreto para la construcción de edificaciones como las de Ciudad Jardín, que son viviendas unifamiliares de modelo inglés. La urbanización de Bilbao fue por otros derroteros y estas pequeñas urbanizaciones han quedado como islas dentro de la ciudad. Son peculiares y tienen un encanto especial por sugerir un modelo diferente para la villa”, narra Ortega.
Un punto emblemático de Begoña es la Fábrica de Etxebarria, que en la imagen de 1900 se contempla en todo su esplendor desde Artxanda. “Esta fotografía muestra las dimensiones de lo que fue la antigua fábrica. La gente joven conoce que existe el parque Etxebarria, pero probablemente no sabe nada acerca de la fábrica. Confeccionaba clavos para herrar, pero posteriormente fue modernizándose para ir adquiriendo maquinarias más modernas y, finalmente, se dedicó a la fabricación de acero. Fue una fábrica de referencia en Begoña, en Bilbao y en Bizkaia, ya que tenía miles de trabajadores. Al final de su vida, el Ayuntamiento compró el terreno y se hizo ese parque. Actualmente, de aquella fábrica solo queda la chimenea del centro”.
Dentro de Begoña, otra zona representativa es el barrio de Santutxu, que a principios del siglo XX era una zona rural al lado de varias rutas principales. Por un lado, el camino de la costa, de Bermeo a Bilbao, que transcurría por Zabalbide. Por el otro, el que venía de Castilla a Bilbao, por Bolueta y Atxuri. Con el tiempo, los límites de Santutxu se han concretado: antes se incluía en Atxuri de Begoña y, más tarde, se lo repartían entre Calzadas y Bolueta.
Dentro de ese espacio, la Escuela Luis Briñas es una enclave que aún pervive. “Fue diseñada por el arquitecto Ispizua en 1933, es muy peculiar por esa torre que tiene. En aquella época, Bilbao cuidaba mucho la arquitectura pública que hacía, y los diseños los hacían los mejores arquitectos, solían ser bastante vanguardistas. El edificio de Luis Briñas todavía sorprende por su aspecto moderno. Cuando se hizo, hace ochenta años, todo su entorno era prácticamente rural y estaba lleno de caseríos”, detalla Hektor Ortega.
Otro edificio que subsiste en el tiempo es la iglesia de la Encarnación de Atxuri. “La fotografía que se muestra en el libro es de 1891, pero desde entonces ha cambiado poco: la fachada de la iglesia sigue intacta, al lado está el convento de La Encarnación, que ahora es el Museo Diocesano de Arte Sacro. Su peculiaridad es que la esquina en la que se juntan los dos edificios era el límite entre el término municipal de Bilbao y el término municipal de Begoña. Ahí había un mojón que creo que sigue existiendo. Atxuri estaba dividido en los dos municipios”, relata el autor del libro, donde se exhiben y se detallan muchas más fotografías con su correspondiente historia.