Bilbao- Su primer evento en Euskalduna, cuando aún no se había inaugurado y ella era viceconsejera de Política Lingüística, todavía está grabado en su memoria. Quince años después de aquella Khovantschina inaugural, Josune Ariztondo sigue emocionándose cada vez que entra en el palacio. Está orgullosa de su modelo conjunto de congresos y música, de sus espacios polivalentes, de la gran oferta cultural que permite ofrecer a la ciudadanía...

Quince años después de su inauguración, el balance del Palacio Euskalduna no puede ser más positivo.

-Así es. El palacio ha atravesado años de crisis, de más euforia, otra vez de crisis... La media, y cada uno de los años, han sido muy positivos.

Fue una apuesta arriesgada, tanto por la fórmula de aunar congresos y música, como por la época.

-Sí, pero también muy meditada. Eran unos años en los que se debatía mucho sobre el futuro, cómo salir de la crisis... Bizkaia no tenía un palacio de congresos ni un palacio de la música. Aunar los dos conceptos fue algo novedoso y arriesgado, pero ha resultado un acierto. Si no, el éxito no hubiera sido tan importante.

¿Por qué optaron por ese modelo?

-Una infraestructura solo para la música no hubiera sido rentable, ni desde el punto de vista social ni económico. En ciudades como Valencia, con más habitantes, se optó por palacios diferenciados y en este momento tienen muchísimos problemas tanto el uno como el otro. Se le dio muchas vueltas.

No faltarían las incertidumbres.

-No teníamos una experiencia contrastada de congresos y nos enfrentábamos con ciudades como Madrid y Barcelona. Pero Bilbao tenía también como ciudad una estrategia compartida por la Diputación, el Gobierno vasco y el Ayuntamiento.

Euskalduna siempre ha contado con el apoyo foral.

-Se invirtieron millones en su construcción y se ha seguido haciendo en la ampliación. Esa es la oferta que tú haces, como Administración, a la sociedad. Es una de las infraestructuras más importantes que tenemos de cara a la ciudadanía y de tracción económica y social.

Y eso que no ha necesitado subvenciones públicas.

-Cada año se ha ido solventado con el trabajo que se ha hecho para captar eventos y actividades culturales, encuentros, jornadas, congresos... Se han salvado los años más duros de la crisis y espero que, ahora que empezamos a respirar todos, aún nos vaya mejor.

Es un palacio vivo, con muchísima actividad.

-En 2013 el nivel de ocupación fue del 92%. Eso significa que, de los 365 años que tiene el año, son muy pocos los que ha estado vacío. Casi tienes que estar buscando los días para hacer labores propias de limpieza y mantenimiento.

Una de sus virtudes ha sido saber adaptarse a las necesidades.

-En 2009, cuando se cumplían diez años, el diputado general nos convocó para preguntarnos cómo visualizábamos el palacio en su vigésimo aniversario. Los diez primeros años habían sido un éxito, rebasando todas las expectativas, pero ahí no se dormía nadie. Se estudiaron las necesidades que tenía el palacio y decidimos abordar la ampliación. Ese lema sigue vigente hoy en día.

Y miran ya al futuro.

-Queremos potenciar los dos extremos: visualizar lo más pequeño en dimensiones, las salas más reducidas, y una proyección internacional del palacio. Podemos mostrarnos a nivel mundial sin ningún miedo y con capacidad para atender a las demandas que se nos hagan.

¿Se puede aspirar a más?

-Si hemos ampliado es para que se aspire a más y lo estamos logrando: este año se celebrará el mayor congreso celebrado jamás en Bizkaia.

¿Qué supone el palacio para Bizkaia?

-Tener en un entorno céntrico, cómodo y de muchísima calidad los conciertos de Navidad, los ballets, una programación de teatro anual, una orquesta sinfónica que tiene su sede permanente aquí... En quince días se va a celebrar Musika-Música, con grupos de música de los conservatorios y orquestas más importantes. Sería muy difícil si no estuviera Euskalduna porque sería necesario dispersarlo en diferentes lugares y tenerlo todo junto tiene un valor.