BILBAO. Los jóvenes de Bilbao son más responsables de lo que refleja la foto que hacen de ellos los adultos. La mayoría no sale de marcha a bares, discotecas o fiestas, les gustaría tomar parte en algún curso y practica deporte entre semana. Así lo refleja un estudio realizado entre más de 5.000 jóvenes de centros educativos de la capital vizcaina, probablemente el estudio más amplio que ha realizado el Área de Euskera, Juventud y Deporte del Ayuntamiento con la colaboración de la fundación Gizagune. Además, la virtud de este estudio es la sinceridad en las respuestas, puesto que los jóvenes no han tenido ningún condicionante y las encuestas han ido anónimas. En Bilbao están de enhorabuena: la villa dispone de multitud de equipamientos públicos que cubren sus necesidad de ocio y tiempo libre.
"De los jóvenes se habla pero pocos hablan con ellos", afirma una de las redactoras de este estudio. Por eso, los datos reales sobre su comportamiento con respecto al ocio desmitifican la imagen que habitualmente se da de la juventud vinculándola al botellón y a los alborotos.
Casi una de cada cuatro personas que viven en Bilbao es un joven, un porcentaje importante en una ciudad de la que normalmente se destaca su mayoría de edad. Eso supone un total de 80.279 jóvenes en la villa. Aunque las encuestas se han realizado en un colectivo que abarca desde los 13 a los 35 años, la mayor parte de la información la han aportado los chavales de entre 13 y 16 años.
¿A qué dedican el tiempo libre estos jóvenes? Más de la mitad de ellos practica deporte entre semana y, como en otros ámbitos de la vida, el fútbol es el rey -lo juega habitualmente un tercio de la juventud-, aunque también los hay que van al gimnasio y juegan al baloncesto. Y, aunque la diferencia entre chicos y chicas depende del deporte, en general su práctica está bastante equiparada.
El tiempo de ocio que tienen de lunes a viernes después de salir de clase lo completan con una tarea de aprendizaje -como puede ser el estudio de algún idioma, el refuerzo educativo de una asignatura que tienen cruzada o una actividad artística como tocar un instrumento musical-, estar con los amigos o trabajar; uno de cada cien tiene un empleo temporal que le permite ganar algún dinero.
Al igual que sus padres, están dispuestos a responder a una agenda más apretada los días laborables pero no están dispuestos a renunciar a su ocio de fin de semana. "Este comportamiento, además de un hecho educacional, ya que es lo que ven en sus familias, también tiene que ver con la europeización de los hábitos y, en alguna medida, con la crisis", considera el concejal del área, Sabin Anuzita. Nos hacemos más europeos, al menos en cuanto a nuestras costumbres, y también los jóvenes reflejan ese cambio: los horarios se acortan y, a la hora de reunirse con sus amigos, prefieren hacerlo en casa o lonjas que alquilan con su cuadrilla. Quedar con sus amigos es uno de los ratos que los jóvenes no están dispuestos a renunciar; de hecho, lo tienen asumido ya como un hábito de ocio más.
Pero si sus costumbres entre semana se alejan de la imagen que se tiene de ellos, los hábitos de los jóvenes cuando llega el viernes se contraponen todavía más con la imagen que, en general, tienen interiorizada los adultos sobre ellos.
Ni bares ni discotecas Un 44,6% de ellos reconoce que le gusta alternar en bares, discotecas o fiestas los fines de semana. Son cuatro de cada diez, sí, pero esto supone que la mayoría de ellos no sale de marcha, no potea de bares ni baila hasta la madrugada en una discoteca.
El perfil ha cambiado en los últimos 25 años. Según recuerda una de las responsables de la Fundación Gizagune, antes los bares de Iturribide estaban de bote en bote hasta altas horas de la madrugada; hoy en día son pocos los locales que aguantan abiertos más allá de medianoche.
Más que ir de bares, los jóvenes prefieren reunirse en centros comerciales o en sus lonjas. Les resultan puntos de encuentro cómodos, resguardados del frío o la lluvia, más adaptados a su bolsillo y, además, con una oferta cultural, en el caso de los centros comerciales. Los jóvenes frecuentan los centros comerciales de Bilbao y también de los pueblos limítrofes, aquellos a los que pueden acceder en un transporte público.
El estudio no ha querido preguntar, al menos en esta primera fase, sobre sus hábitos de consumo, puesto que el objetivo era conocer de primera mano sus aficiones de ocio sin juzgar sus actitudes. Además, los responsables de este estudio mantienen que hay muchos jóvenes y no todos viven en una realidad única, razón por la que hacer una foto fija no sería fidedigno. "Hay tantas realidades como grupos de jóvenes que comparten diferentes de manera de disfrutar del ocio", señalan. "Además, a un joven le da tiempo a hacer muchas cosas a lo largo del día: puede hacer deporte, consumir cultura... No son excluyentes", defienden.