Bilbao. Un día de estos le salen un par de alas y levanta el vuelo. No creo que ese sea su anhelo, porque Jon Gangoiti no arrastra ese aire fatigado de quien lleva una vida profesional a cuestas. Más al contrario, mantiene altos los niveles de vitalidad. Lo hace al frente de Bilbao Air desde hace una década, puesto sobre el que aterrizó tras una vida consagrada a la política. Desde esa atalaya ha observado el maná del turismo que cae sobre una ciudad en la que hace 20 años los visitantes buscaban, sobre todo, la puerta de salida.
¿Tanto ha cambiado Bilbao?
Usted me dirá. Pero eso es algo propio del ADN de la ciudad. Ahí está la historia para comprobar cómo siempre ha buscado la manera de salir adelante...
Volar es el viejo sueño del hombre... ¿Los aeropuertos son su pesadilla?
Ja, ja, ja. No. Gestionar todo ese tráfico aéreo tiene sus dificultades y se cometen errores, como no.
Llega el 'low cost' y casi se diría que, con ello, el avión ha dejado de ser un medio de transporte aristocrático...
El low cost es un fenómeno reciente que ha traído una reordenación. Hay compañías de bandera que han caído y caerán algunas más porque tal vez había demasiadas. Ahora las grandes compañías se especializarán en los vuelos transatlánticos y entre Europa viajaremos por poco precio.
¿Usted también odió aquellos días a los controladores aéreos?
Aquella huelga fue muy fuerte porque, sin entrar si tienen privilegios o no, no se puede aprovechar de una situación así para sacar ventaja. Ya vivimos aquí el fenómeno de Euskalduna que, sin ser de lejos parecido en los orígenes, generó un conflicto parecido: las reivindicaciones de unos afectaron a todos. Por eso yo siempre digo que Rubalcaba estuvo perfecto.
A papá o a mamá. ¿Quién ha traído más vuelos a Bizkaia: el Guggenheim o el Euskalduna?
El Guggenheim nos puso en el mapa, de eso no cabe duda. Recuerdo que en los 90 escuché a un norteamericano, Prosper, hablar del turismo como una de las patas de la economía del futuro y pensé: en Bilbao, imposible. Ahora bien, luego hay que aprovechar esa inercia y creo que el Euskalduna es un ejemplo en eso.
Hay quien asegura que la Revolución Industrial de entresiglos (XIX y XX) está sobrevalorada... ¡Al fin y al cabo el hierro ya estaba aquí!
Claro que teníamos la materia prima natural, pero hubo mucha gente que se lanzó e invocó al progreso con eso que se llama la esencia de Bilbao. No es algo puntual, insisto, sino un agua que riega las raíces de este pueblo.
Esencias de Bilbao. Discúlpeme, suena a perfume. ¿Con que 'fragancias' se elabora?
Seriedad, honradez, alegría, capacidad de trabajo y compañerismo. Hay muchísima gente así, cientos de miles de bilbainos.
¿Qué porvenir les espera, pese a tener esas cualidades?
Desde finales del siglo XX y en lo que llevamos de siglo XXI es creciente el número de jóvenes que han apostado por el autoempleo.
¡Y sin red!
Lo bueno de comunidad está en la sociedad civil, en la iniciativa privada y no en el Estado. Lo único que tiene que hacer éste es poner los cauces para el desarrollo. Ese es su principal contenido.
La clase política, de eso que comenta, lo justo...
Tiene razón. En general, aquí y en toda Europa, hay un distanciamiento entre la clase política y la sociedad civil. Parece que viven en una burbuja, aunque sean gente de buena voluntad.
Peor sería difícil...
Esta crisis es un gran fracaso de Europa y de Obama; han demostrado su incapacidad total. Eso demuestra que hay una crisis de estadistas brutal. Independientemente del color político, no hay líderes en Europa.
¿Angela Merkel?
Deje, deje. Willy Brant, Helmut Smith, Andreotti, De Gaullle, Churcill, Thatcher, Martens, Hildeman... ¡Aquellos eran ídolos! Sin olvidarnos de Jacques Deloors, el mejor político de todos y el único presidente real que ha tenido Europa.
¿Por qué este déficit de estadistas?
Es la gran incógnita. Es una ausencia curiosa porque en la sociedad civil sí que hay liderazgo.
¿Qué pasó con la idea de una Europa unida?
Cuando se planteó la duda de ir hacia la profundización de la Europa de los doce o hacia la ampliación, se tomó la decisión equivocada.
¿No entraban todos?
El mismo ritmo creo que no. Si era difícil con 12, no te quiero contar con 15. O con veintitantos.
¿El euro fue una estafa?
Para mi fue un éxito. Lo que pasa es que tras la unión monetaria no vino la unión financiera, económica. Alemania no quería ni oír hablar del euro. Y tenías razones, como se ha visto, para recelar de los países latinos.
¡Adiós a la Unión Europea!
No existe. Solo el eje París-Berlín.
Tanto esfuerzo, para nada.
Para nada no. Recuerdo que hablándolo un día con un compañero en un café de Bruselas salió el tema. Y me dijo, muy serio, que solo con que franceses y alemanes hubiesen dejado de matarse tras tres guerras, ya valía la pena.
Cojamos el tren de cercanías... ¿Y en Euskadi?
Hay que hacer un esfuerzo de convivencia. Lo bonito sería que reapareciese el espíritu de José Antonio Aguirre que fue capaz de ir a unas elecciones con el centro derecha vasco y que montó un gobierno con republicanos, socialistas y comunistas. Hay que tener cintura y visión de país. Tras 40 años de muertes, una de las mayores alegrías de mi vida es dejar a mis hijos una Euskadi sin violencia.
De nuevo miramos al pasado...
Creo que los tiempos son otros. Hoy se ha instalado la rutina de la democracia. Bendita, pero rutina y eso no atrae a las grandes cabezas.
Hablaba de ETA. ¿Nos ha marcado la convivencia?
Del todo. Hasta que no haya verdadera convivencia en Euskadi la transición no se habrá completado.
Fuera retrovisores: miremos al futuro. ¿Qué porvenir vislumbra?
No crea que espléndido. El futuro que veo no tiene futuro: vamos hacia un mundo muy materialista y poco humanizado y solidario. Si esto sigue así el mundo entero se convertirá en una pequeña selva y ¡zas! Eso acaba por saltar.
¿No lo está haciendo ya? ¿El 15-M no es el principio de un salto...?
No me atrevo a opinar. Conozco lo que hemos visto en los medios, pero no he profundizado más.
¿Estamos ante un mayo francés?
¡No, por Dios! Aquel mayo del 68 era mi primer año de universidad. Ahora no están los ideólogos de entonces ni veo a la clase obrera tan implicada.
¿A qué obedece entonces?
Hay de todo un poco. Por un lado está la lógica de la crisis.
Pero además...
Con el estado del bienestar hay gente que se ha acostumbrado a que le den casi todo hecho y ha llegado un aburguesamiento. Además, tengo una pregunta.
¡Dispare!
¿Los jóvenes de ese movimiento son trabajadores, están en paro o es gente antisistema? Está todo revuelto. Ha cambiado más el hombre que el problema.
Explíquese, por favor.
Hoy hay tal competitividad que la gente no protesta por nada. La queja se desinfla, no vaya a ser que...
¿Esta es la democracia por la que usted luchó?
Cuando llegó, hubo un efecto gaseosa, efervescente. Pensaban que la democracia iba a resolver todos los problemas y no es así. Tienes libertad, pero el asunto del trabajo, la educación o la vivienda no los resuelve la democracia per se.
¿En manos de quién ponernos?
Es la sociedad civil la que debe hacerlo. Quitando los genios o los grandes investigadores, una sociedad tiene que trabajar en equipo.
¿Serán los jóvenes los que den al detonador?
Quizás.
Pero ellos idolatran el mundo virtual, donde uno está solo contra el mundo...
Mal entendido, quizás acentúe esa tendencia. Pero también puede movilizar a la gente como ninguna otra herramienta en la historia.
¿Faltan valores?
Eso sí. O al menos están ocultos. Yo estudié en los jesuitas y te da una formación más allá del saber.
La educación de hoy...
Se obliga muy pronto a escoger. Yo retrasaría un año más el bachiller. Parece mentira, pero lo que se madura de los 18 a los 19 años es enorme. Y no hay nada más triste que haber equivocado el rumbo de tu vida.