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Un hospital de ositos de peluche en Basurto

Estudiantes de Medicina ponen en marcha una iniciativa europea para que los niños pierdan el miedo a las batas blancas Un centenar de escolares vizcainos vieron cómo curaban a sus pequeñas mascotas

Un hospital de ositos de peluche en BasurtoZigor Alkorta

Bilbao

FRESITA es una osita de peluche muy querida por Nagore. No se separa de ella ni para dormir. Pero últimamente está preocupada por que ha enfermado. Por eso, ayer la llevó al médico. "Le duele mucho el oído y tiene una pequeña herida en un brazo que se ha hecho tras caerse en la calle", les comentaba a Maitane y Maite, dos estudiantes de 4º de Medicina de la Unidad Docente del Hospital Universitario de Basurto. A pesar de que era un juego, ella lo decía muy en serio. Y el juego consistía en que tanto Nagore, que solo tiene 5 años, como el resto de sus compañeros del colegio Franciscanas de Montpellier de Trapagaran, acudieran al centro hospitalario bilbaino con un peluche para participar en una experiencia europea denominada El Hospital de los Ositos-Teddy Bear Hospital. El objetivo de esta iniciativa es que los niños pierdan el miedo a las batas blancas y se familiaricen con el entorno médico. Ayer lo consiguieron. Los niños jugaron con el instrumental de un quirófano, vieron cómo se hace un electrocardiograma y se fueron muy contentos porque a ellos no les pusieron ninguna inyección, solo a los ositos.

La idea surgió en el seno de la Asociación Vasca de Intercambios de Estudiantes de Medicina (AVIEM). "Es algo que se hace desde muchos años en el Reino Unido y, como parece que da muy buenos resultados, pensamos que también podíamos ponerla en práctica aquí, en Bilbao", señalaba uno de los estudiantes. Gracias al apoyo de la UPV, en concreto de Javier Arístegui, jefe clínico del Servicio de Pediatría y coordinador de la Unidad Docente, ayer se hizo realidad.

A las tres en punto de la tarde, medio centenar de niños y niñas del colegio Jesuitas de Bilbao y de las Franciscanas de Trapagaran entraban sin despegarse de sus muñecos de peluche en el interior del edifico del hospital de Basurto, donde se cursan los últimos años de la carrera de Medicina. Lo primero que debían hacer era pasar consulta con el médico. Para ello, los estudiantes, con sus batas blancas y el fonendoscopio al cuello, preguntaban a los niños los síntomas y el cuadro de vacunación de los peluches enfermos para poder hacer un buen diagnóstico. Akier, por ejemplo, se presentó con un león de peluche vestido con una camiseta del Athletic y de nombre Iraizoz. "Se rompió un hueso el otro día en el partido contra Osasuna", le contaba a la futura doctora. "Pues hay que hacer una radiografía", le contestaba Laura. Así que bajaron a la planta donde había unas cajas de cartón que simulaban un aparato para sacar placas. Allí vieron que el diagnóstico era acertado, con lo cual había que operar.

Quirófano Pasaron, por tanto, a una sala donde se simulaban mesas de quirófano, con todo su instrumental. Para ello, tanto los estudiantes como los pequeños, debían vestirse con las batas y mascarillas verdes que tanto impresionan a quien no está acostumbrado al entorno sanitario. Pero como para ellos era un juego, disfrutaron disfrazándose de médicos, dispuestos a operar a sus mascotas. "Ya puedo volver a casa tranquilo porque le he arreglado una pata a Yusi", señalaba Iker. Yusi no era un osito, era un dinosaurio que salía del quirófano todavía algo adormilado. Hoy acudirán al centro sanitario otros cincuenta escolares para seguir el mismo guión.

Al término de la sesión, que duró dos horas, Javier Arístegui se mostraba satisfecho con la experiencia, cuyo objetivo, insistía, "es disminuir el temor a los médicos y a las consultas, exploraciones y hospitales por parte de los pacientes pediátricos". Ayer consiguieron rebajar el miedo a las batas blancas y a los hospitales, aunque, como decía uno de los niños: "Yo prefiero jugar a médicos en casa".