EL tercer sexo se despliega en Bilbao con la naturalidad propia de las grandes realidades urbanas. El ocio gay florece en la diversidad para reflejar el carácter de este colectivo en un ocio alternativo que se extiende las 24 horas en cafeterías, bares, restaurantes, discotecas, comercios y servicios de relajación. El mapa gay y lésbico de la asociación Aldarte recoge en su décima edición a 40 establecimientos que muestran la diversidad del Bilbao más multicolor.

La guía es una aproximación detallada del ocio de este colectivo que se concentra en los distritos históricos, el Casco Viejo y en Bilbao La Vieja, pero que se abre paso progresivamente en el resto de la ciudad. "Localizamos alrededor de un 80% de establecimientos", señala Amparo Villar, cofundadora de la asociación.

Sin embargo, el espíritu del arcoíris no es una moda pasajera ni reciente de una ciudad entregada a la modernidad. El sector se apoya en locales de larga trayectoria que visibilizaron el colectivo ya desde la década de los 80. "Bilbao siempre ha sido una ciudad muy tranquila, abierta y tolerante", destaca Villar.

A este respecto, destaca a Bilbao como un referente en el norte del Estado por una escena gay más asentada. "Muchos vienen de Euskadi y de comunidades como Cantabria y La Rioja porque dispone de muchos más establecimientos", recalca. Villar destaca el potencial atractivo de la villa que le puede colocar en los circuitos turísticos gays.

"Bilbao es una ciudad muy moderna con una vida cultural muy interesante", analiza. De hecho, detecta la aparición de turistas de este perfil en el entorno del museo Guggenheim. Por ello, lamenta la falta de continuidad de las campañas de promoción de este mercado. "La Diputación sacó hace unos años una guía que incluía locales de ambiente gay, pero fue una actuación puntual", señala.

En el último lustro el ambiente gay se ha actualizado introduciendo matices fashion a la noche bilbaina. La renovación ha llegado de la mano de restaurantes de últimas tendencias y de discotecas que animan la noche con actuaciones en vivo. Sin embargo, Villar advierte de que no es oro todo lo que reluce y que parte de la nueva hornada de establecimiento se ha estrellado con el mito del poder adquisitivo del colectivo.

Lamiak

Precursor

El ambiente irrumpió en los primeros años de democracia impulsado por el espíritu liberador de la movida. "La marcha en aquella época era una locura", recuerdan desde Bizitza, uno de los pioneros, que participaba en el terremoto de la cercana Barrenkale, una de las banderas del desenfreno de entonces. Lamiak, también en el Casco Viejo, es otro de los precursores que se mantienen en la actualidad.

Tres décadas después la marcha arcoiris ha encontrado su equilibrio superando tanto las reticencias iniciales para publicarse en la guía por las reminiscencias del pasado como la fiebre de la moda gay. "Al principio teníamos que convencer porque aparecer en la guía era como sacar al local del armario. Luego se pasó al otro extremo y el reconocimiento parecía lo más moderno. Ahora se toma con mucha naturalidad y no se le da importancia", explica la responsable de Aldarte. Esta actitud encaja con la de la clientela que se desenvuelve espontánea. "La visibilidad es clara y cuadrillas de mujeres solas se dejan ver con total tranquilidad", apunta. Sin embargo, el Bilbao entendido no ha reproducido el fenómeno Chueca, el barrio madrileño transformado casi por completo por el colectivo.

En este contexto, la noche gay bilbaina se ha integrado en el resto de la marcha impidiendo la aparición de guetos. De hecho, la mayoría de los locales acoge un público mixto en el que conviven clientes de diferente orientación. Villar recalca la contribución de este ambiente en la ciudad. "Le aporta un aire de apertura y modernidad", apunta.

Perfil del cliente

Intelectual

En estas décadas, la marcha gay ha evolucionado a su propio ritmo implantándose en locales sin ninguna adscripción previa, como Lamiak. "No fomentamos este ambiente, pero la gente elige su espacio. Nosotros tenemos mucha mezcla, puedes encontrarte con abuelas", apuntan.

Lo cierto es que este ambiente tiene sus propias características, tal y como reconocen los hosteleros. "Siempre puede caer algún casero despistado que se sorprende, pero el cliente típico es intelectual, como universitarios o estudiantes Erasmus", apuntan desde Bizitza.

En La Bola de Cristal destacan la tranquilidad: "Puedes estar a gusto sin que nadie se meta contigo, porque en otros locales la gente se calienta mucho la boca por el alcohol y nosotros ya no nos callamos". En Kukusoak lamentan que sigue existiendo la necesidades de locales para el colectivo gay, especialmente en el caso de las lesbianas. "Es inviable que en Mazarredo puedas decirle a una chica que te guste y no pase nada. Todavía te sorprendes con la homofobia que hay incluso en la juventud", señalan.