Un rascacielos de difícil venta
BBVA admite tener muchos problemas para vender su sede en el centro de Bilbao
El cartel de Se vende sigue colgado en la torre del BBVA. El Banco Bilbao Vizcaya Argentaria ha sacado al mercado su rascacielos hace varios meses y nadie le hace caso. Así lo confirmó ayer el consejero delegado de la entidad, Ángel Cano, en una conferencia organizada por la Universidad de Deusto, en la que respondió a una pregunta del público sobre la situación del edificio, actualmente vacío. El BBVA lo tiene difícil.
La actual situación de crisis económica, el exceso de oferta de espacio para oficinas de alto standing en Bilbao -la torre de Iberdrola se inaugura en otoño próximo-, y la contaminación por amianto que padece el bloque implica que los interesados no sean legión. Y el precio que piden -125 millones de euros por la torre de 21 plantas más el bloque pequeño de siete alturas que linda con El Corte Inglés, según se rumorea en el sector- no es que sea precisamente barato.
La puesta en venta de la torre de Gran Vía número 1 es una consecuencia lógica de la política de venta de inmuebles que está llevando a cabo la entidad de origen vasca y que cada vez tiene menos presencia orgánica en Bizkaia. Una venta obligada por la necesidad de obtener dinero líquido por parte de todas las entidades financieras a la que no escapa el BBVA. De hecho, en septiembre pasado, se hizo pública la venta de la sede del antiguo Banco de Bilbao, que se levanta en la Gran Vía número 12, junto a otro paquete de 160 inmuebles por todo el Estado. Una transacción en la que el grupo inversor que adquirió los edificios, el fondo inmobiliario RREEF-Real Estate (gestionado por el Deustche Bank), se comprometió a alquilar la sede durante los próximos 35 años con todo el paquete de oficinas y edificios bancarios. Una figura conocida con el nombre de lease back, que ha supuesto para el BBVA unos ingresos de 364 millones de euros. De hecho, algunas fuentes consultadas creen que la torre de Gran Vía 1 va a continuar este mismo camino.
Sin embargo, el constante traslado de personal que se está llevando a cabo de manera paulatina desde Bilbao a otras sedes del BBVA va a hacer imposible que la entidad se quede con la torre, aunque sea en régimen de alquiler. "No va a quedar nadie para ocuparla", indican fuentes sindicales del banco.
Peligro de amianto El otro gran inconveniente es que se trata de un edificio enfermo. Todos los sindicatos denunciaron a la inspección de Trabajo el pasado mes de marzo que el edificio presentaba todavía cantidades importantes de amianto después de una hipotética limpieza completa en el año 2006. Como se recordará, el amianto es un material cancerígeno que se usaba como aislante en la construcción de edificios en los años sesenta. La denuncia sindical obligó a la entidad financiera a sacar a todos los empleados que aún trabajaban en el inmueble y trasladarlos a la cercana sede de Gran Vía 12.
Fuentes sindicales han indicado que "el comité de salud laboral va a estar muy encima de cómo va a quedar el edificio tras unos precedentes poco fiables".
De hecho, la inspección de Trabajo ha obligado al banco a elaborar un mapa del edificio con aquellas zonas en las que no ha sido posible la retirada de este material tóxico. Unos puntos que se considerarán inaccesibles para cualquier persona y que quedarán totalmente sellados para evitar riesgos para la salud de los oficinistas.