cincuenta años después de darle el sí quiero, Eulogio sigue escribiendo cartas de amor a Concepción. Tras una vida juntos, la pareja volvió a desfilar ayer hacia un altar muy especial, el de la basílica de Begoña, para renovar un amor que es "más fuerte que nunca". Junto a ellos, otras diez parejas de la Asociación de Jubilados Bego-Oña celebraron ayer sus bodas de oro con la Virgen de testigo y volvieron a darse el sí quiero medio siglo después.
Las bodas de oro conjuntas en la basílica son ya una tradición entre los miembros de Bego-Oña. Hace más de quince años que la asociación de jubilados organiza este homenaje en el que cada vez toman parte más parejas. En la misa ofrendada ayer por el párroco Fernando Elorrieta, la asociación Bego-Oña homenajeó también a tres de sus socios que han cumplido 88 años: Teresa Pérez, Pilar Canales y Arturo Aurrecoechea, tres veteranos que aprovecharon para felicitar a sus compañeros de Bego-Oña en sus bodas de oro. También el alcalde, Iñaki Azkuna, acudió a la misa para felicitar a los once matrimonios en persona en un día tan especial.
Como Eulogio y Concepción, Luis María y su mujer María Jesús recorrieron el camino hacia el altar como hicieron hace cincuenta años. "Ha sido muy emocionante volver a desfilar por la iglesia agarrada de mi marido", comentaba María Jesús, que lleva 64 años al lado de Luis Mari. "Nos conocimos con 14 años y aún estamos enamorados", presumían tras la ceremonia, a la que siguió una comida en el restaurante Euskal Sena de Artxanda en la que estuvieron las once parejas y más de 500 invitados, entre ellos el concejal y el director general de Acción Social de Bilbao, Ricardo Barkala y Juan Félix Madariaga, y los directores de Acción Social de la Diputación Foral de Bizkaia, Iñigo Pombo y Andoni Rekagorri.
Rafael y Teodora también se conocieron y se casaron hace mucho tiempo, pero se quieren "un poco más cada día". "Nos necesitamos mucho más ahora que cuando éramos jóvenes", dijo Teodora al bajar del altar de la basílica. "La vida está llena de problemas y de obstáculos, pero entre los dos se superan mejor", afirmaba sonriendo a su marido. Los dos aseguran que "sin paciencia y comprensión es imposible llegar a estar cincuenta años juntos" y prometen que estarán muchos más.
Todos los matrimonios coincidían en que celebrar sus bodas de oro les ha rejuvenecido. Guillermo y Mari Cruz aterrizaron hace unos días de la Ribera Maya. Acompañados de sus nietos, que aseguran son "una de las mejores cosas del matrimonio", revivieron su noviazgo en un viaje que fue como una segunda luna de miel. "Cumplir 50 años juntos nos ha servido para pasar nuestras primeras vacaciones en un lugar exótico", explicaba Mari Cruz quien, como las demás diez esposas, desfiló ayer hacia el altar de la Basílica de Begoña agarrada de su marido con una mano y con una rosa en la otra.
La Asociación de Jubilados Bego-Oña se encargó de todos los preparativos y tuvo el detalle de regalar a las once mujeres una rosa roja "símbolo del amor eterno", como expresó el presidente de la asociación, José Antonio Salazar, artífice de esta iniciativa.
José y Francisca, Rafa y Teodora, Julio y Ascensión, Ángel y María Dolores, Domingo e Ignacia, Rafael y María Luisa e Iñaki y María Eugenia también disfrutaron ayer de una segunda boda en la que, con mucha vida aún por delante, se dieron un sí quiero eterno.