BILBAO. El suelo donde antes había minas ha dado paso a más de 3.000 viviendas y un parque de 50.000 metros cuadrados. Y, el pasado ligado al hierro es un futuro prometedor donde ya habitan alrededor de 10.000 vecinos, la mayoría jóvenes. Miribilla es la zona de Bilbao que más crecimiento ha experimentado, aunque hasta hace un mes sus vecinos no podían presumir de barrio, al menos de forma oficial, hasta ahora era un anexo en el distrito cinco. Tiene el Palacio de Deportes más importante de la ciudad, una moderna iglesia, una estación de tren que les conecta con Abando cada cinco minutos, pronto la sede de la Policía Municipal y Bomberos y los frontones. Miribilla es el barrio 35, el último que se ha incorporado al mapa de Bilbao.
Miribilla ha crecido a los pies del Pagasarri y eso se nota. "Aquí siempre hay dos grados menos que en el centro de Bilbao", constata el concejal Ricardo Barkala, uno de los primeros vecinos que se asentaron en los antiguos solares mineros. Curiosamente, después de doce años ligado al barrio más antiguo de Bilbao, el Casco Viejo, el mes pasado fue reconocido como un barrio propio. Los vecinos los agradecen porque las preocupaciones son muy diferentes.
El proyecto original, prácticamente cumplido en su totalidad, comprendía la urbanización de 440.000 metros cuadrados, con la construcción de 2977 viviendas, de las que cerca de dos tercios son de protección oficial. Un cuidado diseño urbanístico con cerca de 29 kilómetros de paseos, un gran parque, zonas peatonales y espacios abiertos, unido a la cercanía con el centro lo han convertido en un barrio cotizado. En estos momentos el precio de la vivienda libre se encuentra entorno al millón de euros el metros cuadrado. A día de hoy, ya se han construido la mayor parte de las viviendas aunque la crisis tiene los últimos bloques algo retrasados. Por falta de vecinos no es.
Miribilla puede vanagloriarse de tener amplias zonas de esparcimiento. Uno de los elementos más singulares que identifica al barrio es la Avenida Jardines de Gernika que vertebra el nuevo ensanche y es la más amplia de Bilbao con una anchura de 100 metros y un boulevard. Una tarde en el barrio en el que la jovialidad de los niños al salir de los colegios se mezcla con las compras en el centro comercial o los paseos por el entorno abierto al monte no hacen presagiar que esta población esté asentada sobre un antiguo yacimiento de hierro en cuya extracción trabajaban las desaparecidas minas de Abandonada, Malaespera y San Luis. De hecho, cuando en 1998 comenzó la construcción de las viviendas, los operarios y los vecinos más próximos de San Adrián, ya tuvieron algún que otro susto. Y también preocupaciones. Así, por ejemplo, se suprimió un anfiteatro que se había creado en el parque principal y que incluso había servido como lugar de ensayo a la coral de Bilbao porque se convirtió en un foco de indigentes y toxicómanos.